La mayor de todas las galaxias vecinas a nuestra Vía Láctea es un implacable caníbal cósmico. Y lo peor es que acabaremos viéndonos las caras con él. Hace ya muchos años que los astrónonmos sospechaban que Andrómeda es un auténtico depredador espacial, que crece a base de devorar a sus galaxias satélites cuando se le acercan demasiado.
Ahora, y tras un exhaustivo estudio cuyos resultados publica Nature, ya no quedan dudas. El espacio que rodea a la gran galaxia vecina (a cerca de dos millones y medio de años luz de nosotros) guarda las pruebas de su sórdido pasado, en forma de despojos de las pequeñas galaxias satélite de las que el gigante se ha ido alimentando para seguir creciendo.
Los primeros resultados del escaneo masivo de Andrómeda y sus alrededores han revelado ya una media docena de restos diferentes de antiguos banquetes estelares de Andrómeda. Sin excepción, los cúmulos de estrellas y las galaxias que se le acercaron demasiado sufrieron el mismo y trágico destino.
Una de estas pequeñas galaxias, M33 (llamada la galaxia del Triángulo), que aún no ha sucumbido al voraz apetito gravitatorio de su enorme compañera tiene, sin embargo, los días contados. El astrónomo Alan McConnachie, del Instituto Herzberg de Astrofísica, en la Columbia Británica, ha conseguido calcular cómo será en el futuro la interacción entre ambas galaxias. Una interacción, por cierto, nada conveniente para la desafortunada M33, que en la imagen bajo éstas líneas ya da muestras de estar cediendo parte de su masa a Andrómeda.
Los resultados de sus cálculos, realizados en el Pan Andromeda Archaeological Survey (PAndAS) se muestran en el vídeo de arriba, en el que se aprecia cómo la pequeña galaxia del Triángulo es irremediablemente atraída por su gran compañera y "aligerada" de una buena parte de sus estrellas, que aparecen como una nube de puntos precipitándose hacia el corazón (o la "boca") de Andrómeda.
"Lo que estamos viendo -explica McConnachie- son signos evidentes de canibalismo. Hemos encontrado objetos que han sido destruídos... y cuyos restos están parcialmente digeridos".
Andrómeda y La Vía Láctea (en la que vivimos) son los los dos miembros mayores de nuestro vecindario galáctco. Ambas se encuentran a más de dos millones de años luz de distancia (cada año luz equivale a 9,6 billones de km), pero eso no debe llevarnos a engaño. El mapa realizado por McConnachie y sus colegas abarca Andrómeda y un espacio de medio millón de años luz a su alrededor. Y está lleno de "cadáveres" y restos a medio "digerir".
Por ello, es sólo cuestión de tiempo que ambos gigantes se encuentren. Lo que sucederá entonces no se sabe aún a ciencia cierta, pero parece probable que ambas (Andrómeda y la Vía Láctea), se fundan en una nueva y única galaxia aún mucho mayor. En el proceso, muchas estrellas de la periferia saldrán literalmente despedidas (podría ser el caso del Sol, que se encuentra en uno de los brazos esteriores de nuestra galaxia), otras chocarán entre sí y otras, sencillamente, ocuparán los lugares vacíos.
Hasta que la nueva galaxia se vuelva estable, todo cambiará y se moverá en busca de un nuevo equilibrio gravitatorio que puede tardar muchos millones de años en llegar. Sin emjbargo, y dado que las dos galaxias se aproximan a una velocidad de cerca 150 kilómetros por segundo, la colisión entre ambas tardará aún unos cuantos miles de millones de años en llegar.
Desde hace décadas, los astrónomos saben que las galaxias se consumen las unas a las otras, a veces incluso violentamente y a veces fundiéndose en nuevas y enormes "supergalaxias". Pero el caso estudiado por McConnachie es diferente tanto por la magnitud de los episodios de canibalismo como por el hecho de que las pruebas se han encontrado prácticamente frente a nuestros ojos.
OMG! Nos espera un futuro un poco negro. La galaxia canibal!