Científicos austriacos trabajan en el desarrollo de un antibiótico lo suficientemente potente como para acabar con los gérmenes que se han vuelto resistentes. Los enfermos crónicos depositan en él muchas esperanzas.
Ya en 1945, cuando recibió el Premio Nobel de Medicina como reconocimiento por descubrir la penicilina, Alexander Fleming advirtió que el uso excesivo de antibióticos podía llegar a generar resistencia en las bacterias. El tiempo ha confirmado su pronóstico. El Instituto alemán Robert Koch calcula que cada año se infectan en clínicas germanas 132.000 personas con gérmenes que ya no perecen cuando se aplican las sustancias habituales. Más de mil de estos pacientes muere. El número de casos tiende al alza y el problema empieza a extenderse más allá de los muros de los hospitales.
spoilerack Lewellyn-Johnson nació hace ocho años con una disfunción genética del metabolismo llamada fibrosis quística. Cada mañana antes de ir al colegio ha de ingerir antibióticos. Sin ellos, los enfermos crónicos como él no podrían sobrevivir. Para que las bacterias que lo amenazan no se vuelvan inmunes, Jack ha de cambiar regularmente de medicación.
Desde hace años tratan científicos austriacos de desarrollar un “súper antibiótico” contra el que los agentes patógenos no puedan ejercer resistencia. En el Instituto de Biofísica e Investigación de Nanositemas de Graz creen haber dado ahora con un principio activo capaz de lograr tal cosa.
Se trata de unos péptidos –un tipo de moléculas- que agujerean las bacterias “como lo haría un martillo al golpear una pared”, explica Karl Lohner, director del equipo de investigación. Los péptidos antibacteriales realizan incluso otra función: destruyen la pared celular de las bacterias y neutralizan así las llamadas endotoxinas, unas partículas venenosas que liberan los gérmenes eliminados.
Aún habrá que esperar
En ratones de laboratorio el principio activo ha sido ya probado con éxito. El año pasado, el Instituto de Graz pudo patentar su fórmula en Estados Unidos. Hasta que ésta llegue a introducirse en el mercado, sin embargo, tendrá que pasar aún algún tiempo. Aún han de llevarse a cabo estudios clínicos y ese tipo de pruebas suelen alargarse años.
Mientras tanto, a pacientes como el joven Jack no les quedará otra opción que seguir administrándose antibióticos diversos. A las dos pastillas que el pequeño toma por las mañanas se le suma una por las noches.
http://www.dw-world.de/dw/article/0,,15659712,00.html
Aunque solo se ha provado en ratones , parece que se abre una puerta de esperanza en contra de las bacterias multirresistentes , aunque hay que esperar , son buenas noticias.