Series como «CSI» o la incombustible «Bones» las dieron a conocer. Aunque, en la actualidad, todavía son un misterio para muchos. Las granjas de cadáveres son a la vez repugnantes y un tesoro para la ciencia. Desagradables, porque están formadas por cientos de cuerpos a medio enterrar; útiles, porque permiten a los expertos y estudiantes de medicina forense aprender más sobre el proceso de descomposición de los organismos humanos.
Hasta ahora, las granjas de cadáveres (llamadas cementerios forenses o laboratorios de tafonomía por los expertos) habían permanecido parcialmente en el anonimato. Sin embargo, acaban de salir de nuevo a la luz gracias a la versión digital de la BBC; cadena que se ha adentrado, tras semanas de investigación, en una de ellas: la de la Universidad del Sur de la Florida (USF), que abrió sus puertas en 2017 y está ubicada en las cercanías de Tampa. En el susodicho reportaje definen este enclave como un dantesco valle de muerte en el que decenas de cuerpos sin vida yacen desnudos.
En palabras de la cadena, el objetivo primordial de estos cementerios es aprender sobre la descomposición del cuerpo humano. Para ello, exponen los cadáveres a diferentes escenarios. Muchos, por ejemplo, son tendidos al sol sin enterrar con el objetivo de establecer cuánto tardarán sus tejidos en pudrirse.
A otros tantos les protege una jaula de las aves carroñeras, pues los expertos pretenden averiguar qué órganos se comerán los gusanos durante un período de tiempo determinado. Los menos afortunados quedan tumbados sin protección en espera de que los buitres les devoren. Todo ello, en favor de la ciencia.
Según la BBC, todos los cadáveres del cementerio de la Universidad del Sur de Florida pertenecen a personas que, antes de morir, donaron su cuerpo a la ciencia. Aunque tampoco faltan aquellos que, de forma voluntaria, entregaron los restos de su familiar después de que este muriera. En todo caso, su serivio es tan determinante como el que podrían prestar en un laboratorio o un hospital.
Los directores de estas tétricas granjas defienden su existencia. No solo para avanzar a nivel científico, sino para ayudar a resolver crímenes. En sus palabras, averiguar cómo se descompone de forma exacta un cuerpo permite refinar la estimación de cuánto tiempo lleva una persona muerta o si sus restos fueron movidos de un lugar a otro después de que dejara este mundo.
Todo ello, sin olvidarnos de la ingente cantidad de datos genéticos y óseos que aportan a la comunidad científica. Gracias a estos camposantos, hasta los geólogos pueden conocer cómo afecta la podredumbre de un cuerpo al terreno.