He encontrado este artículo, que además de estar bastante bien referenciado añade bastante información y agrupa teorías interesantes:
Por destacar algunas líneas:
¿Quién no ha leído a estas alturas que los bonobos, esos parientes cercanos de los chimpancés tan “sociales”, pasan buena parte de su día practicando sexo, con individuos de su sexo o del otro, como sistema de cohesión social? ¿O no sabe de las “sorprendentes” parejas de dos hembras de albatros de Laysan, que pasan sus vidas juntas empollando huevos, montando el nido y alimentando a los polluelos? ¿O de las interminables congas de machos de Drosophila melanogaster cortejándose unos a otros a causa de tener mutado un gen llamado Fruitless?
No hay que ser especialmente perspicaz para darse cuenta de que los comportamientos “homosexuales” (dirigir el interés sexual a individuos de tu mismo sexo) existen, además de en la nuestra, en decenas de especies animales.
El inventario recoge animales de muy diversos taxones: anfibios, insectos, gasterópodos, aves…. y, por supuesto, mamíferos. Algunos de los animales de estas especies viven en grandes grupos sociales (como el bisonte) o en solitario (como el sapo común). Y en ellas los comportamientos homosexuales a veces se observan entre dos machos (como en el gorgojo de la harina), entre dos hembras (como en el macaco japonés), o en ambos sexos (como en los delfines nariz de botella).
En muchos de estos animales, si no en todos, es difícil atribuir estos comportamientos a causas “no naturales”, a motivos relacionados con su “libertad personal” o como consecuencia de una situación traumática durante su crecimiento. Estos comportamientos son, casi con completa seguridad, fruto de su fisiología, de sus genes y de la interacción de éstos con su medio ambiente. De su biología, en definitiva, porque fundamentalmente no hay muchas más causas a la vista.
En primer lugar hay que tener en cuenta los resultados relacionados con una variable que en principio nos resulta bastante absurdo que esté ligada a la sexualidad. Esta variable es el denominado cociente 2D:4D, el resultado de dividir la longitud del segundo dedo (el índice) y el cuarto dedo (el anular). Este cociente tiende a ser mayor en mujeres que en hombres, debido a que los dedos se hacen más o menos largos durante el desarrollo fetal dependiendo de las cantidades intrauterinas relativas de hormonas femeninas y masculinas (a mayor testosterona presentan las madres en el ambiente fetal, más largo es el anular respecto al índice).
Este fenómeno se ha observado en animales de laboratorio, en estudios con personas que producen hormonas sexuales en exceso o que no responden a ellas y en análisis de niveles de hormonas en el líquido amniótico de mujeres gestantes, y se considera fiable como sistema de medir los niveles de hormonas durante el desarrollo fetal.
Los embriones de mamífero se desarrollan por defecto como hembras y es necesario que un aumento en los niveles de testosterona durante el desarrollo, dependiendo del sexo cromosómico del embrión, masculinice los fetos macho (en el caso de los seres humanos el pico de testosterona se da entre las semanas 7 y 24 de gestación). Estos altos niveles de testosterona afectan, a su vez, a la longitud relativa de los dedos. Por ello, los hombres suelen presentar un índice 2D:4D más bajo que las mujeres.
En el tema que nos ocupa, los hombres homosexuales suelen tener un índice 2D:4D mayor que los heterosexuales y las mujeres homosexuales un índice 2D:4D menor que las heterosexuales, aunque el resultado suele ser más consistentes en las mujeres. Parece entonces que los niveles de hormonas sexuales de los fetos durante su desarrollo embrionario afectan, en cierta medida, a su sexualidad cuando son adultos.
la probabilidad de que un hombre sea homosexual aumenta con el número de hermanos varones mayores que el hombre tiene. Y, curiosamente, esto sigue ocurriendo aunque los hermanos no convivan bajo el mismo techo durante su infancia. Y, sin embargo, no ocurre cuando los hermanos mayores son hijos de diferente madre (adoptados, o de matrimonios previos del padre).
El efecto es tal que por cada hermano mayor aumenta la probabilidad en hombres de ser homosexual en un 33-48%. Esto no quiere decir que uno de cada tres hermanos menores sea homosexual, sino que la probabilidad de ser homosexual, que viene a ser en torno al 2%, aumenta al 3% en segundos y al 5% en terceros hermanos (datos obtenidos promediando diferentes estudios).
La explicación, claro, parece tener que ver con la madre. Se propone que la memoria del sistema inmune materno (estimulada por algo específico de los bebés varón) hace que en sucesivos hijos varón su desarrollo neuronal típico masculino cambie a un desarrollo menos masculinizado, aunque esta hipótesis no se ha comprobado experimentalmente. En cualquier caso, un rasgo biológico (el número de hermanos varones que te precede) tiene, de nuevo, un efecto sobre la sexualidad que desarrollarán los adultos.
Pues bien, las parejas de gemelos monocigóticos tienen más probabilidades de tener la misma orientación sexual que los mellizos (del mismo sexo). En concreto, el porcentaje de concordancia está entre el 50-60% de los gemelos frente al 10-20% de los mellizos. De esto se deduce que hay un cierto componente genético afectando a la orientación sexual.
En el proceso y con el paso de las generaciones la población ha cambiado (ha evolucionado). Lo interesante de esto es que no importa cómo se logra ese aumento del éxito reproductivo. No hace falta que sean los propios hijos del individuo los exitosos reproductores. Si los hijos de tu hermana, con la que tú compartes más o menos la mitad de los genes, tienen muchos hijos, también muchos de tus genes pasarán a la siguiente generación (aunque tú no hayas tenido ningún hijo). Y si tú ayudas a que los hijos de tu hermana lleguen a ser exitosos reproductores, los genes que tú compartes con ellos se harán también más abundantes en la siguiente generación.
Una segunda posibilidad es la denominada hipótesis de la sobredominancia. En este caso se propone que el factor genético es autosómico (en cromosomas no sexuales) y promueve tanto la fecundidad como la homosexualidad dentro de cada sexo. Si este factor está presente en una sola copia (heterocigotos) en un genoma determinado, se observa un aumento de la fecundidad. Pero si están presentes dos copias (homocigotos), aumenta la probabilidad de que se desarrolle un comportamiento homosexual.
Espero la lectura que os resulte tan interesante como a mí.