Levante y Pirineos, los focos sísmicos más activos
La Cordillera Bética, la zona del Levante y los Pirineos son las tres zonas de mayor actividad sísmica de la Península Ibérica, que cuenta también con otros focos de importancia, como la Cordillera Ibérica, la Alcarria y la zona Noroeste de Portugal y Galicia. Así lo ha indicado el Investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Miguel Ángel Rodríguez, coordinador a su vez del primer congreso ibérico de fallas activas y paleosismicidad (IBERFAULT), que reúne en Sigüenza (Guadalajara) a más de 70 expertos nacionales e internacionales en terremotos.
Rodríguez ha explicado que, por su cercanía con la placa africana y por la convergencia entre Eurasia y África, la Cordillera Bética, con un radio de influencia que va desde Andalucía hasta Albacete y Murcia, es la falla de mayor actividad de toda la geografía peninsular.
También hay importantes focos de actividad sísmica en la zona del Levante, desde Barcelona hasta Almería, y en los Pirineos, así como la Cordillera Ibérica, y Galicia, donde últimamente se han detectado movimientos sísmicos, a pesar de ser una zona poco proclive a los mismos. No obstante, este experto ha aclarado que la Península Ibérica no es una zona de alta actividad sísmica.
Mapa de fallas de la Península
Estos datos, que son el eje alrededor del que se articula Iberfault, se recogerán en un mapa de fallas activas en la Península asociadas a posibles terremotos destructivos en un futuro próximo.
La paleosismología es una rama de la geología que estudia el registro de los terremotos antes de las primeras crónicas históricas, para lo que aborda directamente la falla que ha generado el terremoto, pudiendo calcular las magnitudes de fenómenos que se produjeron hace miles de años y que se volverán a reproducir en el futuro.
Hasta ahora, el registro de terremotos estaba basado exclusivamente en datos instrumentales registrados por los sismógrafos durante los últimos 100 años y en crónicas históricas, si bien la aparición de la Paleosismología permitirá establecer una base de datos más precisa de las zonas de actividad sísmica.
El resultado de la aplicación de esta ciencia supondrá la obtención de un catálogo mucho más completo, especialmente para grandes terremotos, y que repercutirá muy positivamente en la norma sismoresistente, que es la que se aplica a la hora de ubicar instalaciones críticas como embalses o centrales nucleares.
Asimismo, la gran ventaja de esta ciencia es que permite establecer el punto geográfico en el que se va a producir el terremoto y la magnitud del mismo, aunque aún resulta imposible predecir el momento exacto en que tendrá lugar. "Prácticamente ninguna disciplina científica permite hacer predicciones temporales, y menos en una cuestión como ésta, con un número de variables tan alto", ha señalado Rodríguez, quien cree que el esfuerzo debe ir dirigido a la prevención.
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/10/27/ciencia/1288192750.html
Interesantes descubrimientos por lo que no nos libra de sufrir alguna vez algún terremoto de intensidad media.