Más de 8.000 muertes y unos 62 millones de euros. Ese es el coste que en 2007 generaron las infecciones en la sangre de miles de pacientes ocasionadas por tan sólo dos tipos de bacterias, resistentes a múltiples antibióticos, para las que los tratamientos habituales no funcionan. Según los datos de un estudio que ha intentado valorar el impacto que estos microbios ocasionan en Europa, la tendencia para 2015 es que la tasa de mortalidad por este problema se duplique.
España no queda fuera de este peligro, todo lo contrario, a diferencia de otros países como Francia o Reino Unido, que registran un descenso en la incidencia de una de estas cepas debido a los recursos empleados en los últimos años, en nuestro país el número de casos se mantiene.
Los nombres son bien conocidos por los especialistas aunque quizás son menos habituales entre el público en general, pero las bacterias Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM) y la Escherichia coli resistente a las cefalosporinas de tercera generación (ECRG3) están produciendo más de un dolor de cabeza en los especialistas que tratan a las personas afectadas por estos patógenos. Las infecciones por estos microbios son cada vez más frecuentes en el medio hospitalario y están generando un grave problema de Salud Pública.
Sin embargo, y a pesar de la preocupación emergente ante estas peligrosas cepas, son pocos los estudios que han analizado su impacto en el sistema sanitario. Esto es precisamente lo que se plantearon los autores de un trabajo que publica la revista 'PLoS Medicine' y que recoge el análisis de los datos procedentes de 1.293 hospitales de 31 países del entorno europeo, incluida España.
Para su análisis, el grupo de expertos del Centro de Control de Enfermedades Infecciosas de Holanda, que forma parte de la red europea de vigilancia de las resistencias antimicrobianas (EARSS, según sus siglas en inglés), se centró en las infecciones sanguíneas (bacteremias) provocadas por las dos bacterias mencionadas. Estos casos fueron registrados por hospitales de la UE (excluida Eslovaquia), y por los de Croacia, Turquía, Noruega, Islandia e Israel.
De las infecciones detectadas en 2007 por 'S. aureus', el 25,6% fueron originadas por cepas SARM. En el mismo año, el 'E. coli' resistente generó el 9,3% de todas las bacteremias ocurridas en estos países. En cuanto a su impacto sobre la mortalidad, la primera causó 5.503 muertes extra, mientras que la segunda fue responsable de 2.712 fallecimientos. Al mismo tiempo, estos patógenos contribuyeron a prolongar las hospitalizaciones en 255.683 días y 120.065 días, respectivamente. Teniendo en cuenta esos datos, los autores estiman que estas dos bacterias generaron un gasto extra de 62 millones de euros a los países afectados.
Para tener en cuenta
"Los resultados no son exagerados, un estudio reciente que evaluó a otros cuatro patógenos más ofreció estimaciones parecidas. En realidad creo que es un cálculo conservador", señala José Campos, jefe del Laboratorio de Antibióticos del Centro Nacional de Microbiología y coordinador nacional de EARSS.
En cuanto a la tendencia de estas infecciones, el estudio muestra que la incidencia de bacteremias por SARM está disminuyendo, mientras que en el caso del ECRG3 se está produciendo una tendencia al alza. "El SARM es un patógeno clásico para el que algunos países, como Francia o Inglaterra, han tomado medidas muy serias para disminuir su incidencia", señala Campos.
En nuestro país, el 25% de todas las bacteremias están provocadas por SARM, y esta incidencia se mantiene. "Hay muchos hospitales que tienen un número muy por debajo, ya que destinan recursos para controlar este tipo de infecciones. En cambio, otros tienen cifras mucho más elevadas", aclara este experto en Microbiología. En cuanto a las infecciones por 'E. coli' resistente a las cefalosporinas de tercera generación, la tasa en España en 2007 fue del 7%, pero su evolución ha sido rápida y ahora está en torno al 10-11%.
"Las resistencias a los antibióticos siempre estarán con nosotros. La cuestión es cómo controlarlas. Los países del Norte de Europa tienen menos problemas que los del Sur, y los del Este están peor que éstos. Hay países que han destinado muchos recursos para este problema y han tenido resultados positivos", explica Campos.
En cuanto a lo que puede ocurrir de aquí a unos años, los autores utilizaron diferentes modelos estadísticos y otras bases de datos para realizar una estimación sobre el coste que estas bacterias pueden generar en 2015. Según sus análisis, para esa fecha se esperan unas 97.000 infecciones sanguíneas al año y 17.000 muertes asociadas, con un incremento en los tiempos de estancia hospitalaria y gastos sanitarios.
Aunque este estudio sólo analiza las infecciones en la sangre causadas por estos dos microbios, existen muchas otras enfermedades ocasionadas por estos patógenos como las infecciones en piel y tejidos, problemas respiratorios, meningitis, etc. De ahí que la repercusión de los problemas que pueden generar las resistencias a los antibióticos será mucho mayor a la que este trabajo muestra.
Para mantener a raya la expansión de estas bacterias, Campos insiste en el buen uso de los antibióticos, que está en la base de este problema, pero va más allá. "Ahora se necesitan múltiples medidas de control. En primer lugar, es fundamental que tanto el personal sanitario como los pacientes tengan medidas de higiene para evitar la transmisión de patógenos. También es muy importante que el laboratorio del hospital detecte pronto la presencia de una cepa resistente. A continuación, hay que avisar a los clínicos, al personal de medicina preventiva y a la dirección del centro. Y por último, tomar medidas que están protocolizadas a nivel internacional", concluye.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/10/11/biociencia/1318355647.html
Dado a la carencia de nuevos antibióticos y al abuso que hacemos normal que este problema aumente considerablemente ya que el aumento de las resistencias es un problema de salud mundial.