Desde hace días los medios de comunicación andan revueltos con el chivatazo de Edward Snowden sobre el programa clandestino de vigilancia PRISM, un sistema orientado a analizar todos los datos albergados por distintos proveedores de servicios en Internet para prevenir posibles ataques terroristas.
El enfoque dado por muchos medios ha sido el escándalo que supone la existencia de estas acciones de espionaje que muchos de los más acostumbrados a esto de "Internet" sospechábamos. El que aquellas instituciones en posición de poder ejerzan actividades de vigilancia y espionaje con todos los medios a su alcance no es nada nuevo.
Sin embargo hay una pregunta que pocos se plantean, ¿cómo es posible que este programa de vigilancia clandestina haya sido desvelado al público en tan poco tiempo? (El inicio del programa se calcula en 2007, hace apenas cinco años.)
La respuesta, obviamente, es gracias a Internet, ese Internet concebido como un sistema distribuido y descentralizado.
Internet supone un flujo de información difícil de controlar al carecer de una jerarquía estricta; sin este medio hubiera sido mucho más fácil silenciar a Snowden; con la única existencia de medios claramente centralizados como televisiones y radios hubiera sido mucho más fácil desacreditarle.
En los Estados Unidos de McCarthy hubiera bastado una campaña para tachar a este antiguo consultor de la CIA de comunista antipatriota para que sus palabras hubieran caído en saco roto; sin Internet probablemente Edward Snowden nunca se hubiera atrevido a dar el paso de hablar con los medios.
Saltemos a otro de los puntos calientes en la actualidad internacional: Turquía. La dura represión del gobierno de Erdogan ha escandalizado a la opinión pública gracias a la rápida difusión de información e imágenes a través de Internet y las redes sociales.
La tecnología anteriormente hubiera estado solo a disposición del gobierno, que con sus tanquetas y gases lacrimógenos hubiera dispersado a la ciudadanía sin mayores consecuencias mientras los helicópteros vigilan atentamente a los manifestantes.
Y es que un helicóptero que vigile a los manifestantes es caro, obviamente un ciudadano difícilmente podría permitirse un helicóptero que le cubriera las espaldas frente a los abusos de la policía.
Hasta ahora. Pues con la reducción de los precios de los "drones", los cuales se pueden pilotar fácilmente desde cualquier smart-phone los turcos han vigilado los movimientos de la policía los cuales iban haciendo públicos a través de Twitter y Google Maps.
Obviamente esto no ha gustado nada a la policía turca, la cual ha derribado uno de estos "juguetes" como si se trataran de peligrosos cazas.
La misma tecnología que en manos del gobierno de Estados Unidos se utiliza para bombardear niños y civiles en Pakistán, en manos de la ciudadanía turca les sirve para protegerse de los abusos de su policía.
Probablemente no tardaremos mucho en ver a periodistas premiados por dar a conocer cualquier atrocidad gracias a utilizar drones en puntos de conflictos a los que antes no podrían haber llegado sin jugarse la vida.
En definitiva, la tecnología está jugando un papel fundamental en todos aquellos actos en los que se denuncian situaciones de abuso por parte de los poderes establecidos.
La pregunta que muchos hacen para defender la vigilancia por parte de los gobiernos a los ciudadanos es, ¿qué tenéis que esconder? Mi pregunta es, ¿qué tienen que esconder ellos cuando buscan establecer un mayor control jerárquico en Internet, cuando intentan detener a Snowden o cuando derriban cámaras en quadcopters en Turquía?
¿Acaso los gobernados tienen que rendir cuentas a los gobernantes y no al revés?
La tecnología ha servido durante siglos para afianzar fuertes estructuras jerárquicas, manteniendo el control de dichas tecnologías por parte de las cúpulas. Sin embargo en los últimos tiempos estamos viviendo una "democratización de la tecnología" única en la historia de la humanidad.
No solo la reducción de costes sino la mayor eficiencia de distintos sistemas descentralizados están colaborando a ello.
Es por ello esencial que la ciudadanía se conciencie de la importancia de continuar esta tendencia. Temas como la neutralidad en Internet, o el software libre pueden parecer irrelevantes a ojos de muchos, pero son esenciales a la hora de poner la tecnología al servicio de los ciudadanos. Un paso que puede ser clave si queremos una sociedad más igualitaria y libre.
Porque la tecnología, si sigue en esta senda, nos permitirá que seamos TODOS los que vigilemos a los vigilantes.