Hay algo que también están obviando los defensores, y es que esta película no es autoconclusiva ni pertenece a una saga inédita. Ya no por beber del Lore de SW, sino porque TFA sienta unos precedentes en cuanto a tono, carácter, personajes y argumento. Solo hay que comparar los inicios de las dos películas, el carácter es abismalmente opuesto. No es que rompa con lo establecido, sea innovadora o así, es que si en su precuela pretendes crear una atmósfera oscura, un misticismo y una seriedad (con más o menos acierto, eso es otro tema), no nos plantees ahora humor infantiloide, gags estúpidos en todas las escenas, y todos los momentos que se construyen con tanto énfasis en TFA, las borres de un plumazo.
Imaginaos que tras La Comunidad del Anillo, llegar Legolas vacilando a Isengard, meten a los hobbits en una subtrama que no interesa a nadie, y todo Dios suda del Anillo, Sauron o la Tierra Media en general. Todo esto ya sin entrar en que la película se siente como una serie de escenas que van saltando sin demasiada conexión, pero igual ya es sensación personal y no quiero caer en ladrillos.