Drama romántico que tiene como protagonista a Leonard (Joaquin Phoenix), un joven -que supera la treintena- psicológicamente inestable, afectado por el fracaso de su relación con su ex-prometida. Cuando llega un punto en el que se codea con el suicidio, aparecen en su vida dos mujeres: Sandra (Vinessa Shaw), hija de un socio de su padre, y Michelle (Gwyneth Paltrow), una misteriosa vecina de la que Leonard se enamora de inmediato.
Nuestro protagonista se ve inmerso en un dilema amoroso. Sandra es una chica buena y guapa que desea formar una familia, los padres de ambos están deseando verles juntos y el padre de ella le ofrece a Leonard un trabajo estable de por vida. La relación con Sandra le "solucionaría" la vida y pondría fin a su crisis sentimental. Un golpe de suerte que significa estabilidad en la vida de un joven que hasta ahora pecaba de desequilibrado. Por otro lado, Leonard está perdidamente enamorado de Michelle, desvía toda su atención hacia ella y está dispuesto a echar todo lo demás por la borda.
En el film de James Gray se comprueba que por amor nos desentendemos de cualquier actitud o comportamiento lógico y racional. No importa cuanto hayamos sufrido anteriormente, si se presenta una nueva oportunidad ahí vamos a estar otra vez, como Leonard, haciendo "tonterías", algunas pequeñas, otras más grandes.
Las interpretaciones son magníficas (destacando a un inmenso Joaquin Phoenix), con unas miradas y gestos llenos de significado. Se trata de una película más sugerente de lo que parece, que en contra de lo que teníamos previsto, nos deja desolados y melancólicos en lugar de sacarnos la lágrima fácil.
Y cuando esto sucede, es que la película está bien hecha.