Videodiario de la alimentación de Maiki. ¡To the Max!

Teníamos en clase a un chaval que, en mi opinión, tenía algún tipo de problema, necesitaba llamar constantemente la atención A LO BESTIA. De verdad, era SuperMaiki. Se inventaba historias absurdísimas sobre que saltaba sobre trenes en marcha, que soñaba que un monstruo le desgarraba el pecho y luego se levantaba con marcas de garras en el pijama, que estaba en el ejército y le habían dado una tarjeta de crédito especial para comprar granadas, etc, etc. Obviamente, todos nos cachondeabamos de esas historias e incluso le seguíamos a veces el juego para ver qué decía. Las personas responsables de controlar este tipo de comportamientos (padres y profesores) lo permitían, así que nosotros, más allá de preguntarle si todo estaba bien en algún ataque de seriedad y honestidad, no podíamos hacer nada más y mucho menos juzgar su condición mental o decirle abiertamente si tenía una u otra patología.

A pesar del cachondeo que podíamos tener con sus historias, teníamos algo claro, no permitíamos que sus historias le metiesen en líos y, ni mucho menos, que nadie le pegase o intentará aprovecharse de ese chaval. Al final, todo acabó bien para él, puesto que su bola de flipadas y llamadas de atención fue tan grande que él mismo se dio cuenta de que tenía que cambiar su actitud (se metío en un pequeño lío). Al poco de empezar este cambio dejó de venir a clase, no sé si fue a algún tipo de especialista para tratarse, pero le volví a ver tras un tiempo y claramente era otra persona.

Supongo, que en base a lo que has dicho, de haber estado en esa situación nos habrías considerado a todos los malotes del instituto. Quién sabe, quizás lo fueramos. Lo curioso, es que nunca hubo necesidad de plantarle cara (para protegerle) a ninguna persona de las que de verdad eran problemáticas en ese lugar. Todo el mundo que le conocía o sabía del caso tenía claro los límites. Nadie quería hacerle daño. Bueno, nadie no, sí que había un grupo de personas a las que había que parar constantemente los pies para que dejasen de hacer daño al chaval. Era un grupito de chicas con un par de chicos detrás. Ellos estaban en un high ground moral muy superior al nuestro y sentían la necesidad de ayudar a ese chico. No paraban de juzgar lo que hacía o dejaba de hacer y de decirle constantemente que tenía 20000 enfermedades mentales distintas. No había descanso, una y otra vez, llamándole loco y haciendo auténticos comentarios hirientes hacía él. Si conseguían hacer que llorase, mejor. Obviamente, todo desde sus mejores intenciones.

¿Recuerdas que he comentado que dejó de ir a clase al poco de cambiar de actitud? El motivo de dejar de ir no fue el lío en el que se metió (tuvo problemas con la policía), sino porque no soportaba más el bullying que recibía del grupito que le quería ayudar.

Y aquí viene mi pregunta. Estoy seguro de que si a día de hoy esa persona mirase atrás pensaría que nosotros no le estabamos haciendo un favor demasiado grande alimentando sus ganas de llamar la atención. Pero, por otro lado, ¿te imaginas a qué grupito él consideraría los malotes del instituto que necesitaban sentirse menos mierdas?

No hace falta que respondas (yo no lo voy a hacer), vuelvo a mis memes y comentarios de dudosa calidad.