César Córdoba se proclamó el pasado sábado en Barcelona campeón del mundo de kick boxing K1 por segunda vez en su carrera, en esta ocasión en el peso crucero. Y es que El Cazador, como se le conoce en el mundillo, es toda una referencia internacional en la lucha cuerpo a cuerpo.
Cuenta la leyenda que César nació dando patadas y puñetazos. Creció viendo por televisión combates de su ídolo Muhammad Alí, de quien aprendió que “la derrota no es una opción”. Los que le conocen le definen como un auténtico luchador, deportista íntegro y muy seguro de alcanzar sus metas.
El feeling entre César y los deportes de contacto comenzó desde que éste tiene uso de razón. De niño practicaba judo y kárate y en su adolescencia compatibilizó el kick boxing, full contact, soft contact, muay thai, y boxeo, disciplinas en las que ha sido campeón de España y referencia a nivel internacional. “Cuando empecé a competir compaginaba varias disciplinas y cada semana me tocaba competir en una. La base es la misma, puños y piernas, y la utilizaba en función de las reglas del combate. Esto me sirvió sobre todo para coger experiencia”, comenta Córdoba.
A los 18 años no dudó en hacer la maleta y partir junto a un amigo a Tailandia, tierra de guerreros, donde aprendió de los mejores. Intentó hacerse un hueco en el mundo del boxeo, incluso estuvo cerca de ir a los Juegos Olímpicos con el equipo nacional, pero lo dejó al perder la ilusión: “Nunca he peleado por dinero, sino porque me gusta pelear. Dejé el boxeo cuando ví que me reportaba más penas que alegrías, pero nunca he dejado de hacer deporte y tampoco descarto volver a boxear en el futuro porque me encanta”.
Fútbol, snow, baloncesto, natación o wakesurf son deportes que practica César cuando el entrenamiento se lo permite. Para él, la parte más importante en la que se sustenta su éxito y que divide en tres partes: física (carrera, bicicleta o pilates), específica (manoplas, saco, técnica o combates con sparrings) y táctica (visualización de vídeos).
En época de competición llega a ocupar más de cinco horas diarias en el gimnasio. “No me gusta perder ni en la PlayStation”, comenta César, quien dice estar motivado por la adrenalina que se desprende en estos deportes. Su apodo de El Cazador se lo puso su entrenador Juan José Albuixech durante una entrevista en la que le definió así: “Visualiza a la presa, la analiza y la aniquila. Es un auténtico cazador”.
Aunque los títulos son importantes y el currículo de César es encomiable, para él no son prioritarios. “Cuando empiezas están muy bien, pero por encima de los títulos están los nombres. Cuando volví a competir en kick boxing tras un periodo de asueto —estuvo tres años ausente de los cuadriláteros—, noté que la gente me había perdido el respeto, que es lo peor que te puede ocurrir. Ahora veo que la gente teme combatir contra César Córdoba”, señala el barcelonés, que suma un registro de 85 victorias (56 por K.O.) y sólo una derrota. Su última víctima, el caribeño Bruno Brendan, apenas le duró un asalto.
A pesar de la fama de peligrosos que tienen los deportes de contacto, César niega la mayor: “Según mi vivencia, jugar al baloncesto es más peligroso que pelear. Una vez me partieron la ceja yendo a por un balón, algo que no han conseguido ninguno de mis rivales. Lesiones importantes no he tenido, aunque mis tibias han recibido muchos golpes”. Además de ser supersticioso —siempre entra al ring por encima de las cuerdas—, se confiesa un coleccionista de amuletos, entre los que destaca un rosario que le regaló su abuelo.
A sus recién cumplidos 30 años, la retirada no entra en los planes de César: “Tengo claro que no me quiero arrastrar por los rings, pero ahora estoy más fuerte que nunca física y mentalmente”. Su próximo reto: ser campeón del mundo del peso pesado y ser el primer campeón del mundo de kick boxing en tres categorías de peso diferentes. “A quien le gusta el kick es un loco o un romántico y yo soy las dos cosas”, finiquita El Cazador.
Fuente: MARCA