Que Fermín López había nacido para esto no lo sabía ni él. Tampoco lo pretendía. De pequeño, no le gustaba el fútbol. A su padre, menos. La suya no fue la típica infancia de futbolista que sucede acompañada de un balón. No era uno de esos zagales que invertían sus tardes en el parque peloteando el esférico.
Su padre, también Fermín López, ha atendido a MARCA y así lo ha corroborado. Tomó la decisión de apuntarle al fútbol "por hacer algo de deporte". Lo que no se esperaba, cómo podía hacerlo, es que, ahora, 16 años después del día que le inscribió en el CD El Campillo, el equipo del pueblo, su hijo estaría maravillando en el FC Barcelona.
El primer año de fútbol base, reconoce, "Fermín estuvo por estar. No se lo tomaba en serio". Poco a poco, sin embargo, fue cogiéndole aprecio al balón y, una vez se puso en serio, empezó a destacar por encima del resto. Tanto fue así que, en primero de Benjamín, con ocho años, ya estaba vistiendo la elástica del Recreativo de Huelva.
Desde el club decano del fútbol español llamaron al padre el día en el que el Recre jugaba un amistoso en el Nuevo Colombino ante el Atlético de Madrid. "Nos invitaron al partido y me dijeron que querían charlar conmigo", relata. Fermín realizó una semana de pruebas y, al salir del último entrenamiento del proceso, le dijo, alegre, a su padre: "Papá, que dicen que me quedo". Y así fue.
Su aventura en el fútbol base del club principal de su provincia de nacimiento, Huelva, se prolongó durante un año. Disputó el Ricardo Godoy, un prestigioso torneo internacional de Fútbol 7, donde su equipo se plantó en semifinales, y muchos ojeadores le tomaron la matrícula. "Nos llamó el Betis, el Sevilla, el Barça y muchos otros clubes", confiesa Fermín López padre. Ahí fue, precisamente, cuando se dio cuenta de que lo de su hijo, aunque aún se hallara en edad prematura, podía llegar lejos.
Cuando ya estuvo más interesado en el fútbol, su equipo favorito era el FC Barcelona. Lo era porque su tío, Miri, exfutbolista de Tercera División, se lo inculcó. Y eso que casi toda la familia y gran parte del pueblo amaban el blanco del Real Madrid. Él, no obstante, lo tenía claro. De su corazón brotaba sangre azulgrana.
Aun así, el año siguiente, el segundo de Benjamín, recaló en el Real Betis, donde pasó cuatro temporadas, hasta Infantil. Sevilla se encuentra a algo más de una hora de El Campillo y, aunque el club le ofreció residencia en las cercanías de la Ciudad Deportiva, el padre declinó y se encargó personalmente de conducir kilómetros y kilómetros para que el pequeño futbolista pudiera acudir a sus entrenamientos. El apoyo constante e incondicional de sus progenitores ha sido clave en el éxito de Fermín. Lo han mantenido siempre, sin importarles nada más que la felicidad de su pequeño.
Mientras charla con MARCA con un tono presumiblemente desenfadado, en la voz del padre de Fermín López se percibe una sonrisa deslumbrante durante su relato sobre los primeros pasos de su hijo. A veces, cuando toca comentar etapas más duras, que, por supuesto, aparecieron en la vida del futbolista azulgrana, su voz se torna más temblorosa, haciendo muestra inequívoca de la dureza que supone para un padre tomar ciertas decisiones. Pero no nos avancemos.
A finales de su primera temporada como Infantil, "le llegó el rumor de que el Barça le quería. Lo decían sus compañeros de equipo. 'Papá, papá, que dicen que el Barça me quiere fichar', me decía". Al final, la rumorología se tornó en certeza y llegó la llamada de la entidad catalana. El FC Barcelona le ofrecía de todo: residencia en La Masía con tutores, profesores, cuidadores... Fueron a visitar las instalaciones y quedaron maravillados. Esa impresión fue clave para ellos porque imagínense lo complejo que debe resultar dejar a un hijo de 13 años en la otra punta del país.
Fermín López visitando las instalaciones de La Masía antes de mudarse a Barcelona (2016)
Fermín López visitando las instalaciones de La Masía antes de mudarse a Barcelona (2016)
"Fue muy duro, había mil kilómetros de por medio, pero no había más remedio que tomar esa decisión", proclama, tristón, el padre. Aun así, cada dos semanas, viajaban a Barcelona para reunirse con él. Y eso lo hizo todo más llevadero.
Los primeros días en La Masía, el niño lo pasaba mal
En este punto del relato entró el primer obstáculo de la carrera de Fermín. "Los primeros días en La Masía, el niño lo pasaba mal. Me llamaba a las siete de la mañana y me decía 'Papi, me quiero ir de aquí, no aguanto'. Yo le decía que iba a buscarle al día siguiente y me respondía: bueno, no, no vengas". El onubense ya demostró ahí poseer una fortaleza mental hecha a prueba de fuego, pese a ser todavía adolescente. A los dos meses ya superó las barreras iniciales que el destino insistió en ponerle durante sus primeras semanas en La Masía.
El segundo año de Infantil y los dos de Cadete transcurrieron con cierta normalidad. Fermín buscaba destacar y mostrar un buen nivel para que el FC Barcelona siguiera confiando en él.
Todo volvió a cauces sombríos durante los años de Juvenil. Fermín no era un tipo especialmente portentoso físicamente y eso le jugó una mala pasada. En categorías como esa, tan cercana ya a la amateur, un buen físico marca la diferencia y él no lo poseía. Además, como confiesa su padre, "los entrenadores no confiaban en él y apenas jugaba los últimos diez minutos del partido. Y a veces ni eso".
Acabamos todos desmoralizados
Esto provocó que el joven procedente de un coqueto barrio de Huelva estuviera "amargado porque él sólo quería jugar". "Acabamos todos desmoralizados", reconoce el padre. Tanto, que incluso su representante, Xavi Jiménez, recomendó buscarse nuevo equipo. Sus progenitores coincidían, porque, dice, "veíamos que allí ya no pintaba y que teníamos que tomar otro camino".
Sin embargo, el Barça seguía insistiendo en él y en renovarle. Y Fermín sólo tenía un sueño: llegar al primer equipo del conjunto azulgrana. De nuevo, utilizó su ambición para escudarse del complejo escenario en el que estaba sumergido y, desoyendo los consejos de su representante y padres, decidió seguir en el Barcelona, fiel a su propósito.
Otro varapalo llegó cuando se le incitó a marcharse cedido al Linares el pasado verano. La propuesta no terminó de agradar al entorno del futbolista, porque, como reconoce su padre, "al principio, no cae bien. Te lo tomas como que ya no te quieren". Aun así, está convencido de que "eso le ha hecho más fuerte".
En la enésima jarra de agua fría vertida sobre su sueño, Fermín continuó manteniendo la firmeza. Ya promulgó el filósofo Søren Kierkegaard que nuestra vida siempre expresa el resultado de nuestros pensamientos dominantes. Y así lo demostró el onubense, que, pese a los constantes garrotazos que la vida le hostigaba, no cesaba en pensar que lo iba a lograr.
Aprovechó la cesión en Linarejos para progresar. Allí sí que dispuso de minutos y, de hecho, sus actuaciones no pasaron desapercibidas para nadie. Fue el máximo goleador de su equipo siendo mediocentro ofensivo, con 12 goles en 40 partidos.
Una vez terminado el préstamo, retornó a la Ciudad Condal. Sus primeros entrenamientos fueron tan destacados que Xavi le llamó para ejercitarse con el primer equipo. Pese a que, en primera instancia, sólo iba a estar unos días hasta que llegaran el resto de jugadores de vacaciones, pasaban las semanas y Fermín seguía entrenando bajo las órdenes de Xavi. Luego llegó el momento de confeccionar el grupo de 23 convocados que marcharían a Estados Unidos y el andaluz era uno de ellos.
Nadie, absolutamente nadie, se esperaba este bárbaro cambio de guion en la vida de Fermín. Dos duros años en las categorías inferiores del Barça en los que apenas jugó por su físico y porque no convencía a los entrenadores, acompañados de una cesión que podía simbolizar recelo en su progresión y, de repente, rock'n roll.
"La ha liado bien liada en Estados Unidos", bromea su padre. El 27 de julio de 2023, cumplió el sueño de debutar con el primer equipo del FC Barcelona. Y tan sólo dos días más tarde, se presentó ante el mundo con un auténtico golazo desde la lejanía ante nada más y nada menos que el Real Madrid.
En la vuelta de la gira, Xavi siguió contando con él y volvió a tener minutos en el Joan Gamper, donde también adquirió protagonismo. Ahora, después de estar presente en los primeros partidos de LaLiga, el club le ha renovado hasta 2027. Fermín ha convencido a todos. Se pasea por el centro del campo con una capacidad de conducción abismal y una visión de juego envidiable. Para más inri, no sólo es ambidiestro, sino que le golpea fantásticamente con ambas piernas. Un tipo 'disfrutón'. Un pillo en el campo nacido en El Campillo.
Esta temporada parece evidente que, al fin, podrá disponer de oportunidades en Can Barça. Y lo hará, por cierto, mientras estudia el doble grado de Filosofía y Ciencias del Deporte en la Blanquerna.
Dicen que cuando algo está predestinado a ocurrir termina ocurriendo. Aquellos quienes lo defienden pueden utilizar de ejemplo la vida de Fermín. Palo tras palo, él siempre creyó en su cometido. Ha vivido para lograrlo. Y, al final, su tozudez ha surtido efecto. Que haya triunfado un chaval maduro, educado, perseverante, con los pies en la tierra, humilde y estudioso, además de un jugón sobre el verde, es un triunfo de todos.
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