Rubiales se pasa de rosca dándole un pico a la jugadora, a esta le resulta casi indiferente, sus compañeras hacen cachondeo máximo durante la celebración y ella se suma a las bromas. La conducta de Rubiales sancionable, la reacción de las jugadoras en ese contexto la normal.
Luego empieza la corriente y las presiones - que vienen de donde todos sabemos - y como siempre obligan a todo el mundo a pensar de manera unidireccional y pobre de aquel que se salga del discurso establecido.
Ante tal situación, la víctima cambia de parecer, las compañeras que hacían coña con el beso también y ya tenemos el lío montado.
Rubiales debe dimitir, por el beso y por tocarse los huevos, pero la víctima y todas aquellas jugadoras que salían haciendo broma del asunto y que ahora se posicionan fuertemente en contra del acto también deben ser expuestas por hipócritas.