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He de reconocer que cuando llego a un hotel, lo primero que hago es cruzar los dedos y encender el portátil. Me pego a las ventanas y busco entre las redes inalámbricas de la zona a ver si algún despistado se ha olvidado de poner la contraseña. Según que hoteles, el despiste me puede suponer un considerable ahorro.
Conozco gente, y mucha, que vive así, del internet del vecino. Lo reconocen sin pudor e incluso se permiten saturar el ancho de banda de su pobre víctima con programas P2P. Quién soy yo para juzgar. Acabo de descubrir como conectarme por la cara en un hotel dándome de alta en el servicio en el lobby y subiéndome acto seguido el portátil a la habitación.
Mi héroe personal en esto de chupar la conexión wifi del vecino es, sin embargo, Mark. Mark es un tío de esos que piensa a lo grande. Después de todo, ¿por qué robar la conexión a un vecino cuando tienes más de una red inalámbrica abierta en los alrededores? La eficiencia se puede aplicar a cualquier proceso, independientemente de su moralidad, inmoralidad o amoralidad. Por eso Mark ha creado Slurpr, una caja con alma Linux y apariencia de puercoespín que es capaz de conectarse a seis redes de forma simultánea y combinar los diferentes anchos de banda de todas ellas para crear una "superconexión".
Desde la ventana de mi casa en Madrid veo tres redes abiertas. ¿Ha llegado el momento de decir adiós a los señores de Jazztel, a los que pago por 20 MB de velocidad de conexión pero que me dan sólo 2? Ojalá. Desgraciadamente la cajita de Mark, incluso si no tuviera escrúpulos para usarla —que los tengo, soy así de idiota-, cuesta 999 euros. Duele.
Menudo precio
http://navegante2.elmundo.es/navegante/2007/05/30/gadgetoblog/1180476135.html
http://geektechnique.org/projectlab/781/slurpr-the-mother-of-all-wardrive-boxes