El juego nos sitúa en el papel de un pequeño príncipe cuya misión es reconstruir las estrellas, constelaciones y la Luna, que fueron destruidas accidentalmente por su padre. Para conseguirlo deberemos rodar con una bola pegajosa llamada katamari, a lo largo y ancho de distintas pantallas, recolectando todo tipo de objetos hasta que la bola se convierte en una estrella.
Eso está sacado de Wikipedia, pero no transmite casi nada de lo que es esta maravilla que me llegó recomendada. El juego original salió allá por 2004 y ahora tenemos la versión remasterizada de PC y Switch.
Katamari Damacy es un juego al que acudir cuando estás cansado, cuando no sabes qué jugar, cuando necesitas despejar la mente o cuando quieres dejar la acción para pasar a la tranquilidad. Es terapéutico: la música, las imágenes, las físicas, la estética, la historia, el personaje... Todo está hecho para sacarte una sonrisa y sanar tu alma.
Tenemos nuestro Katamari, que tendremos que rodar por el escenario para ir haciéndolo cada vez más grande. Empezaremos cogiendo pequeños objetos para ir pasando a cada vez más grandes; todo esto dentro de un tiempo para que no nos durmamos en los laureles. Sencillo en su fórmula, el juego dará unas pequeñas trabas para que no sea tan fácil.
Si chocamos con algo muy grande, cosas que llevábamos en nuestro Katamari se desprenderán, haciéndolo más pequeño. También tendremos que utilizar cierto criterio; ya que por ejemplo si cogemos un lápiz se podrá quedar atravesado, lo que dificultará el girar. Pero tampoco es que suponga un problema, como digo son simples mecánicas para que no se vuelva aburrido.
Arriba a la izquierda tenemos el tamaño que tenemos que conseguir, y en multicolor, el tamaño que nuestro Katamari tiene actualmente. Dentro de los objetos, tenemos bastantes combinaciones que harán si cabe más divertido el gameplay. Por ejemplo, si pisamos trozos de queso, los ratones nos perseguirán rompiendo nuestro Katamari; si cogemos imanes, los clavos, chinchetas y otros objetos metálicos serán atraídos. Esta tontería hace que investigues y experimentes para ver los resultados.
El juego destaca también por su aspecto visual. Es exquisito. Los objetos, animales, edificios, agua, personas, se notan simples a la vez que cuidados y mimados. Igual de cuidados están las escenas que recrearán con estos objetos. Su colocación, movimiento, o composición crean escenas divertidas que te sacarán una sonrisa antes de arrollarlas con tu Katamari. Es un juego muy colorido, atractivo y todo ello influye a transmitir esa serenidad tan afable. todo ello sustentado por una OST maravillosa. Os explicaría lo bien que encajan los temas musicales, pero prefiero que lo comprobéis por vosotros mismos.
Si a esto le añadimos, misiones divertidísimas donde por ejemplo cambian los objetos por cangrejos en el escenario, y tu misión es conseguir un numero determinado. Los habrá de todos los tamaños, de patas largas, que te atacan, que huyen, que llevan pistolas, haciendo que tu katamari sea una pelota de patas moviéndose bastante grotesca. Además, cuenta con coleccionables que cambiarán la apariencia de nuestro personaje.
Es una locura, lo sé. Al principio dirás: ¿qué cojones es esto? ¿qué estoy haciendo exactamente? ¿qué es esta pelota¿ y ¿qué soy? ¿un alienigena? Todo eso da igual; a la media hora estarás cantando y tarareando la música con la tarea de hacer tu Katamari más grande, o por qué no, más bonito. Dura como seis horas dependiendo de lo rápido que vayas; pero volverás a él, no por desbloquear otra dificultad o por sacar otro final; sino porque tu cuerpo te lo pedirá; porque te sentirás con una sonrisa después de haberlo jugado. Por cierto, para mí, imprescindible jugarlo con mando.
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