Final Fantasy cumple 30 años: ¡A jugar!

siendo sinceros el juego me estaba gustando, pero no sé por qué, no me estaba haciendo tanto tilín como el VII o el CD1 del VIII. Quiero decir que me gustaba, pero no me entusiasmaba ni llegaba a emocionarme de ningunas de las maneras (omitiendo el comienzo en el teatro y el secuestro-no secuestro que me parece un comienzo maravilloso). Haciendo recuento puedo hacer memoria de: la persecución en barco volador del Black Waltz 3, la curiosa Villa de Dalí (jamás una "zona segura" de un videojuego me había inquietado tanto), la llegada a Burmecia, Odín destruyendo la aldea del árbol ese, rescatar a Dagger de Alexandria... Todos momentazos unos detrás de otro con sus altos en el camino entre medio, pero en cierta manera como que se me quedaba a medio gas.

Pero, no sé por qué acabo de terminar la "prueba" de Lamú y algo me ha hecho clic. No sé si ha sido porque de repente han empezado a ponerse existencialistas los personajes o porque los conozco mejor a estas alturas y sé/intuyo que a pesar de las planicies de sus personalidades tienen sus matices, sus cargas emocionales. Quizás por eso ahora estoy viendo IX, su historia, con otra perspectiva, una en la que ver cómo invaden una ciudad y matan a sus habitantes por egoísmo es un hecho devastador que te cambia como persona, o que descubrir que eres un ser artificial destinado a matar no es algo que se resuelva en un momento determinado en una conversación larga y "profunda", sino algo que su personaje debe asimilar y ver cómo lo afronta de cara al futuro. Ahora sí que sí.

Para las vueltas que le doy no quiero pensar en ello demasiado. Sigo jugándolo y disfrutándolo sin prisas, pero tenía que dar la buena noticia.

Creo que es la ultima lucha interna de cloud contra sephiroth y quitarselo de su mente para no volverse loco de nuevo.