Las estelas de vapor de los aviones son uno de esos efectos que a todo el mundo le llama la atención y que luego nadie guarda en el recuerdo. Son muy llamativos y pocas veces se tiene la oportunidad de ver uno al día. Aún así, por alguna razón, no se guardan en la memoria más allá de una minucia, entre miles, dentro del recuerdo de una magnífica tarde de primavera. Un punto olvidable que conforma un cuadro bello dentro de un orden mayor.
Es irónico a la vez que acertado que la desarrolladora Contrail comparta nombre con dicho efecto. Su historia es triste o emotiva según el punto de vista. Como punto dentro del cuadro, dicho equipo tuvo el honor de formar parte de los últimos años de la era dorada del JRPG.
Originada como división productora dentro de la Sony Computer Entertainment (SCEI). Su objetivo era supervisar los proyectos de desarrolladoras third-party dedicadas a juegos de Playstation. A su vez parte del equipo tenía reciente en su currículum el éxito de Wild Arms. Todo iba bien. ¿Podemos decir eso ahora?
En una época de éxitos dentro del género. No solo era competir contra Squaresoft, Konami o Capcom. También era competir contra su pasado. Contra Alundra y contra Wild Arms. Como si fuese una mala broma históricamente hablando, tuvo la mala suerte de tener que encarar ambos títulos para producir sus secuelas. El resultado es palpable hoy. A pesar de la inneglable calidad bajo sus sello (acompañada por supuesto de generosas ventas) nadie se acuerda de Wild Arms 2 o de Alundra 2: A new legend begins, tampoco obtuvo su porción de notoriedad dentro de tierras niponas, e incluso para el título que nos concierne en este hilo, su secuela tampoco estuvo a la altura.
Contrail desapareció volviendo a reincorporarse su equipo a SCEI. A partir de ahí el equipo se dividió. Algunos fueron a formar parte de Japan Studio. Entre ellos su director, Takahiko Kaneko, pasando a producir juegos hasta el día de hoy (Demon's Souls, The Last Guardian, Deraciné).
La estela del antiguo equipo fue tan breve como olvidable. Exceptuando por supuesto al notable Legend of Legaia.
Legend of Legaia: El rol clásico 100% 3D
Las diferentes portadas del juego. La "nuestra" es la tercera.
La característica llamativa en la que todos se ponen de acuerdo en este juego es su sistema de combate. Emulando a los "fighters" elabora un sistema de combos en el cual usamos la cruceta para golpear con cada una de las extremidades de los protagonistas. Golpe derecho - Golpe Izquierdo - Cabezazo - Patada son los diferente comandos que una vez combinados de alguna manera u otra activan "artes", ataques especiales que rematan el combo con un golpe poderoso o con diversos efectos. La peculiaridad es que dichas artes son accesibles desde el comienzo. Es a partir de ahí si es el jugador quien las descubre experimentando con los movimientos, o a través de misiones secundarias o NPCs que te las acaban enseñando. Añadiendo para el final, las "super-artes", que solo se pueden descubrir a medida que se avanza en la historia y suelen ser los golpes más poderosos (y costosos dado que todas las artes consumen puntos de acción).
También existe el sistema de magias más tradicional (aprendidas a través de enemigos), y si no se está por la labor también se pueden ejecutar ataques normales mientras no se active ningún combo. Como es de prever, a largo plazo todo este equipaje se reduce al spam de las super-artes, acudiendo a las magias curativas en situaciones de crisis. Una idea fresca, original y llamativa que peca de poco balance una vez que se domina el sistema.
Al contrario que otros puntos de partida aquí ya es el fin del mundo, o en su defecto estamos muy cerca. Un fenómeno llamado "La Niebla" ha vuelto locos a los Seru, una suerte de seres que servían a la civilización humana, pero que bajo los efectos de dicha niebla han pasado a convertirse en bestias asesinas capaces de poseer seres humanos. Encarnamos a Vahn en el último pueblo del mundo que ha resistido el apocalipsis gracias a su muro y de ahí tomamos un épico viaje liberando el resto del mundo.
En el desarrollo no se separa mucho del camino del héroe visto en otros títulos. No obstante destaca la tremenda y temprana sinceridad de lo que está por venir. Estamos para salvar el mundo, un propósito que se vuelve muy tangible a medida que avanzamos en la historia y provocamos la liberación de diversas partes del mundo de la influencia de La Niebla. Un progreso bastante agradable de realizar y que se vuelve bastante generoso a medida que descubrimos la riqueza del mundo que nos propone el juego. No estará a la altura de grandes títulos del género, ni tampoco podrá presumir de complejidad, pero desde luego resulta un viaje agradable, sobre todo con una propuesta tan original.
Un punto del lore que me escama realmente son dichos seru. Recursos de guión muy obvios que se usan a la vez como raza dentro del lore, objetos, villanos, fuentes de poder de los protagonistas, fuerza de la naturaleza, padres e incluso como medio de transporte mecánico. Una conveniencia de guión que me llama la atención negativamente.
La banda sonora da el ambiente que se le pide. Pero no dejo de pensar en el rechazo que me provoca en esta generación la perspectiva musical basada en lo orquestal (frente a la simplicidad melódica de la anterior generación con la musica de 8/16 bit). Muy difícil de guardar en la memoria sus diversos temas. Tampoco ayuda el apartado visual, quedando como uno entre diversos ejemplos de vejez de la mano de creadores que se tiraron de cabeza a por los 3D. Porque todo el juego es en 3D, tanto el mundo, los pueblos como los modelos de personajes. Hasta las portadas y el arte del juego están conformados con "renders" tridimensionales.
Es fácil parándose a ver en retrospectiva cómo pasa con discrección, a pesar de su éxito de ventas. Puede que haya querido la casualidad que el juego sea relativamente conocido y guardado como bello recuerdo de aquellos que los disfrutaron en su momento. Una obra mediocre con la connotación menos negativa posible que pueda otorgar la palabra. Un título correcto que quizás peque del carisma de sus congéneres. Una obra que recordamos hoy.
