La editorial Akal será finalmente el sello que publique El cura y los mandarines, del periodista Gregorio Morán, después de que el libro fuera cancelado por la editorial Planeta, a pesar de estar previsto para esta temporada. Las famosas once páginas en las que hay críticas a instituciones como la Real Academia de la Lengua y a su exdirector, Víctor García de la Concha, fueron determinantes, aunque también como explica Tomás Rodríguez, editor de Akal, en esta entrevista, los intereses encontrados en el propio grupo Planeta, encargado de editar la reciente edición del Diccionario de la RAE.
¿Por qué deciden publicar este libro?
Ante la certeza absoluta de que estamos ante un libro muy posiblemente seminal. Uno de esos libros que van a configurar visiones futuras sobre la Transición. El historial de Gregorio Morán al respecto de sus libros críticos es bastante indiscutible. Y la propia historia de censura, antes incluso de la censura, primero problemas en torno a la edición del libro, cómo va emergiendo el tema, hace que sea más atractivo el análisis crítico que está poniendo sobre la mesa.
¿Cómo han conseguido el libro? ¿Han comprado los derechos a Planeta? ¿Cómo ha sido el proceso?
Es bastante más fácil. Gregorio y Planeta directamente cancelaron el contrato. En un determinado momento en el que la sensación que tenía el autor era que la cosa no iba para adelante ante las repetidas diatribas sobre determinados pasajes se llegó a la certeza de que no se iba a publicar y se canceló el acuerdo. A partir de ese momento, lo que nosotros hicimos fue interesarnos y hablar con el autor.
Pero no gratis.
Nada sale gratis en este país. A mí me parece lógico que no salga gratis. Por lo menos los que nosotros publicamos ninguno es gratuito. Todos tienen sus royalties.
Han tenido que luchar con otras editoriales. ¿La puja fue difícil?
No te sabría decir. Yo sé que había otras ofertas y sé que incluso había ofertas de editoriales grandes y de algún grupo editorial español. Yo creo que ha habido más bien un encuentro entre un autor que tenía un libro tan complicado y crítico como extraordinario y una editorial acostumbrada a trabajar con ese tipo de libros, defenderlos y apostar por ellos.
Planeta cancela el libro porque creían que podían llenarse de demandas. ¿No tienen miedo que puedan producirse estas demandas por parte de algunas de las personas citadas en el libro?
Miedo, no. ¿Posibilidades de que haya demandas? Publicar libros que ponen encima de la mesa informaciones no habituales y a veces muy incómodas no es nuevo para nosotros. A esta casa ya le han puesto varias demandas y las ha ganado. No hemos perdido nunca una demanda en ese sentido, por lo que no es algo que nos deba asustar. Eso no debe ser la razón para echar para atrás un libro.
¿Han calculado los costes, y con eso digo los ejemplares a vender, si tienen que ir a juicio en algún momento?
No, creo que nunca lo hemos hecho. Evidentemente creo que el libro va a ser bien recibido, creo que va a tener un impulso muy atractivo y después va a ser un libro de larga duración. Curiosamente este libro estaba destinado a ser un longseller, no tanto un libro de impulso en mesa de novedades, si lo tiene es gracias a Planeta y la gestión que ha hecho de esta cuestión. No contamos con perder las demandas.
Que Planeta lo echara para atrás parece una muestra de censura editorial en España.
Bueno, ¿tú crees que un monstruo como Planeta tiene miedo a una demanda? Es difícil de creer.
¿Entonces?
Hay intereses encontrados objetivos entre lo que un periodista crítico como Morán puede poner encima de la mesa y lo que una gran compañía comercial como Planeta tiene comprometido. Además se da la circunstancia que las famosas once páginas, que a lo mejor luego son menos, son páginas en las que el autor habla de la Real Academia de la Lengua. Y qué curioso que suceda en el mes y casi, casi en la semana en la que la RAE pone a la venta la nueva edición de su Diccionario. En un balance rápido de las cuentas de Planeta es fácil comprender que el peso de una inversión y de los beneficios de una con respecto a la inversión y prestigio editorial que puedan perder por el otro lado es muy clara.
Por tanto es más una cuestión de balance comercial y editorial. Si Planeta hubiera cerrado este asunto de otra manera reconociendo que era un libro que chocaba abiertamente con los intereses de la casa, lo hubiera gestionado mucho mejor y hasta se hubiera entendido. Posiblemente luego no habrían podido venderlo como esta especie de falacia continuada que existe entre las editoriales, no todas evidentemente, de esa defensa de la libertad de expresión, defensa de la información por encima de cualquier cosa… pues no es así. Y queda evidente en este caso como en otros muchos. El caso de Pascual Serrano y su famoso Traficantes de información no nos queda tan lejos.
O el libro de Javier Cuartas sobre El Corte Inglés.
Es un buen ejemplo. Y otros tantos. Recuerdo a una autora que hizo aquella biografía absolutamente escandalosa sobre nuestro actual rey padre que salió al final parcelada en dos ediciones críticas del norte de España. En fin, no es que no se publique, sino que más bien hay intereses encontrados muy grandes que hacen que determinadas casas apuesten por textos más templados, menos comprometidos, más fáciles de defender y que no entran en conflicto con algunos de sus protegidos.
Gregorio Morán.
Gregorio Morán.
¿Cuestiona esta historia pilares fuertes que se han gestado en los últimos 30 años?
Un poco sí. Es casi como un epígrafe final del libro de Gregorio. Es simbólico que un libro que es una crítica bastante gravosa pero muy asentada a la cultura de la Transición, Gregorio no va a hablar de la cultura de la Transición pero al final es eso, que tenga un final como este. Es verdad que esa cultura hoy muy institucionalizada, muy estructurada en grandes grupos de comunicación y comerciales tiene pequeñas fallas y quiebras. Por eso creo que ha sido una gestión confusa por parte de Planeta de este asunto la que hace que este libro tenga esa publicidad extra que no tendría. Porque en el fondo no creo que a mucha gente le pueda extrañar que una editorial seleccione o recorte o haga una pequeña labor de cosmética con algunas de las noticias que no le interesa. Y esa cultura de la Transición está hoy muy asentada en el establishment de los medios de comunicación y los grandes grupos editoriales.
Pero se ha puesto sobre la mesa que están en un universo que parece que ya no es el que existe.
Sí, un poco sí. Y es una sensación perfectamente asimilable a una parte de la clase política española. Hay un conjunto heredero de aquellos polvos al que hoy se le nota un pelín fuera de onda. Y pasa lo mismo para un gran grupo comercial o un medio de comunicación que sigue pensando en unos términos en los que me temo una mayoría creciente en este país ya no está. Esa llamada constante al consenso y a la normalidad democrática, la normalidad cultural, a la unidad cultural cuando a estas alturas, eso no es que esté discusión sino que prácticamente está aceptado todo lo contrario, la pluralidad, la diferente interpretación de nuestro pasado gracias a Dios cada vez más crítica. Hay una pequeña victoria simbólica en este caso.
Y ahí entra la RAE, una institución a la que nadie había criticado hasta ahora.
Yo no me atrevería a decir nadie porque sí hay libros, artículos, críticas. Quizá lo que nadie pensaba es que un autor de primera fila de una gran editorial que para más inri es la editorial del gran Diccionario de la RAE y cuyo dueño y gerente es amigo indiscutible del director de la RAE, por ahí iba a salir una fisura de este tenor. También un poco ingenuo por parte de Planeta creer que se podía domeñar a un periodista como Gregorio Morán.
Y no deja de ser raro porque a los periodistas llegó la información del libro en agosto.
Sí, estaba anunciado en preventa, con la cubierta y la portada escrita, con pruebas revisadas hasta finales de septiembre… Aquí es cuando entra la historia interna del libro, pero es evidente que Planeta como editorial no ha gestionado este asunto muy bien. Les ha estallado en la cara. Creían que iban a poder reescribirlo, cambiarlo y al final publicarlo levemente suavizado o matizado en algunas partes, sobre todo en aquellas gravosas para la editorial, y al final no ha podido ser. En cuanto a gestión es difícil de asumir.
¿Ustedes no han recortado nada?
No, no, Habrá una labor de edición con el autor, pero eso no es cambiar el contenido., el contenido es del autor, no del editor.
¿Y no temen problemas con la distribución y los puntos de venta?
Esa es la pregunta del millón. De distribución en principio no, porque esta casa tiene su propia distribuidora. Tampoco creo, salvo que tu distribuidora fuera Planeta, que la cosa te fuera a afectar mucho. En cuanto a puntos de venta pues bueno, supongo que el libro será mejor recibido en unos sitios que en otros. Y la propia Planeta tiene sus puntos de venta.
Como La Casa del Libro, por ejemplo.
Pues no lo sabemos. Pero yo creo que entra dentro de lo factible que sea un libro que no les interese promocionar. Aunque te puedes encontrar con un caso singular de vis económica. No lo sé, pero no es la primera vez para nosotros. El año pasado publicamos el famoso libro sobre la hoy reina de España y ahí también contamos con bastantes dificultades en los puntos de ventas. Eso no hizo que el libro no se vendiera sino que no tuviera una visibilidad muy grande en los puntos de venta y que en los medios de comunicación prácticamente fuera vetado.
¿Cuántos ejemplares van a lanzar y cuándo va a estar a la venta?
Lo de los ejemplares es una información que me reservo, pero serán unos cuantos. Y a la venta estará en navidades o incluso un poco antes si todo sale bien.
Como editor, ¿qué destacaría del libro?
Es una pregunta complicada porque es un libro muy extenso, muy pormenorizado y minucioso. Yo creo que la relectura de la cultura española precisamente en esos años de transformación que hoy llamamos cultura de la Transición y que yo que soy una persona que se ha educado en esa Transición encuentra en esa lectura esos elementos que percibe pero con un hilo conductor que hace que al final acabe siendo una lectura que podría decirse indignante y un poco pueril en cuanto a la cultura que refleja.
¿Falta valentía a la hora de publicar en España?
Sí, no sé si valentía es la palabra correcta.
O dicho de otra manera, ¿hay mucha autocensura por la llamada cultura de la Transición?
No, lo que me temo es que hay pocas editoriales críticas, de la misma manera que hay pocos medios de comunicación críticos, un problema que vosotros conocéis bien. Una concentración editorial y de medios muy grande que hace que la posibilidad de una lectura y una visión crítica de nuestra historia y de nuestra realidad actual es compleja de encontrar. Lo que hay es mucha idea, una pretendida crítica muy frecuente en medios y editoriales que en realidad es conservadurismo revestido de pensamiento crítico. Y con conservadurismo no solo me refiero una visión de derechas del Partido Popular sino una socialdemocracia profundamente asentada que tampoco tiene mucho interés en hacer crítica de su propio pasado.
Texto extraído de El Diario.
http://www.eldiario.es/cultura/libros/Tomas-Rodrigez-Akal-Planeta-entendido_0_316019433.html
IBa a decir algo sobre el Estado del sector editorial español pero es que esto pasa allá donde hay interés comercial y presiones politico-económicas. En unas ocasiones el Grupo empresarial se deja presionar y utiliza la propiedad de los medios de producción para acallar una polémica, y en otras recuerda este favor para que el poder político legisle a su favor. El rollo de siempre vaya: corporativismo. Y si se mezcla con algo de la Transición mejor que mejor, tenemos cóctel rancio para todos los invitados.