House of Leaves comienza con la narración en primera persona de Johnny Truant, un empleado en una tienda de tatuajes de Los Angeles. Truant está buscando un Nuevo apartamento cuando su amigo Lude le habla de un piso libre que perteneció a un tal Zampanò, un anciano ciego recientemente fallecido que vivía en su portal. En el apartamento de Zampanò, Truant descubre un manuscrito escrito por el propio Zampanò que resulta ser un estudio académico sobre una película documental titulada "The Navidson Record". En el mismo se describen los misterios de una casa que parece estar "viva": su proporciones cambian con el tiempo, aparecen puertas donde antes no las había etc.
El resto de la novela alterna entre el informe de Zampanò sobre este documental, las notas realizadas por el propio Truant a medida que lo va leyendo y a medida que la lectura del mismo le va afectando, una pequeña transcripción de parte de la película realizada por el hermano de Navidson, ocasionales breves notas a pie de página sobre las opiniones de distintas personas acerca de la película, etc.
Cada una de estas contribuciones viene con un tipo de letra distinto para poder distinguirlas ya que muchas veces aparecen varias a la vez en una misma página. El formato de las propias páginas llega a resultar a menudo de lo más rocambolesco, como podéis ver en esta imagen:
El autor se sirve de este formato y estilo tan poco convencional para transmitir y generar sensanciones en el lector (literatura ergódica). Por ejemplo, cuando los protagonistas están andando por las secciones laberínticas y claustrofóbicas del interior de la casa, las páginas se vuelven densas y confusas, consiguiendo desorientar al lector. Mientras que cuando huyen de algo que les acecha, apenas hay un par de líneas por cada páginas, generando así una ansiedad adicional al tener que estar pasando rápidamente páginas para enterarse de qué es lo que ocurre.
Aparte hay abundantes "códigos" adicionales: cambios de colores de las letras, inversión del orden de lectura, montones de frases tachadas, etc. que aun cuando pueden llegar a resultar un tanto mareantes, guardan siempre un sentido.
He de confesar que a pesar de que me compré el libro hace ya tiempo a día de hoy todavía no he podido acabarlo. Lo retomo de vez en cuando pero siempre me surge otra cosa. Y es que el libro es largo y exige de una esfuerzo adicional por parte del lector al que no estoy demasiado acostumbrado. De todas maneras, si domináis la lengua de Shakespeare (olvidaos de que aparezca traducido al castellano, diría que es casi imposible) y queréis leer algo “realmente diferente”, os animo a que le deis una oportunidad.