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Nueva luz intensa del pecho le despertó, diversas náuseas le sacudieron y cayó al suelo, vomitó un fluido celeste, golpeándose la nariz con cada arcada, la superficie era metálica, de aspecto plomizo y atestada de hendiduras. Nueva luz surgió de su pecho rodeandole, mejorando su visión del área, y reafirmando que estaba rodeado de camillas grises. La semiesfera pectoral cambió a una tonalidad cálida, y por fin noto que sus extremidades eran diferentes, así como su cabello, todo él, había crecido, entonces cayó en la cuenta que sus dormitaciones no fueron continuas, si no espaciadas, lejanas.
No pudo moverse, por fuerza desconocida o por el súbito terror. El resplandor de su pecho disminuyo su intensidad, pudiendo arrodillarse y comprobar que no estaba solo. Aquella sala estaba cubierta de seres desconocidos de aspecto inerte y suspendido en una infinidad de placas metálicas, era imposible calcular el tamaño de la estancia. El fulgor que irradiaba su torso se sincronizó con la luminiscencia desprendida por el suelo causándole un mareo que le obligó a apoyarse en la especie de cama de operaciones relajándole, a pesar de la sensación de calor recién adquirida seguía sin poder apreciar por donde huir si es que recuperaba su autocontrol.
Con todo ello se armó de valor para caminar al ser tumbado de morro desproporcionado. Dos pasos fueron suficientes para demostrarle que era incapaz de continuar, cayó de boca. Reptando hasta aquel ser, se situó enfrente suya, y pudo ver que no había ni labios ni nariz, solo una carcasa anaranjada que cubría de su cuello a una cavidad horizontal que hacía de límite superior. La conmoción fue demasiado fuerte, y he instantáneamente vómito fluidos azules encima del abdomen de aquel ser.
El horror se acrecentó pensando en una posible represalia del engendro, pero nada sucedió, cuando intentó tocar la esfera de la criatura, retrocedió rápidamente, se sorprendió al ver que sus manos habían engrandecido desproporcionadamente, ya no eran aquellas que sujetaba al pequeño mamífero.
Observó con más tranquilidad la esfera de su propio torso y la del ser inerte, había una evidente diferencia de tamaño, la suya sobresalía con mayor intensidad y a pesar de que su pecho se había ampliado, no eran comparables con la de aquella bestia que la doblaba.
Al volver a pestañear, se encontraba tumbado en la camilla, pudo incorporarse, la habitación estaba ligeramente más iluminada, en la lejanía atisbo que se acercaba aquel ser ingrávido, bamboleándose en su dirección. Aterrado, buscó maneras de huir, pero más seres semejantes bamboleaban en todas las direcciones, todos se acercaban a las miles de camillas, todas ellas con individuos tendidos. Les tocaban, o inyectaban, mientras que el esclavo arácnido corría raudo de un reptil a otro provisionándoles de diversos aparatajes que se clavaban en los sujetos experimentales.
Le agarraron de la muñeca, tres dedos le presionaron hasta retorcerlo y tumbarle boca abajo. Un lagarto se acercó para encararse al joven, su membrana ocular se deslizó lentamente y sus ojos amarillos le traspasaron.