Los brazos de la enfermedad

B

Escribí este relato ayudado por el LSD.

Ya me diréis qué os parece.

Huelo a sudor y a papel quemado, ella está vomitando en el baño y yo no puedo levantarme del suelo. El atardecer llegó como una pequeña explosión. El baile de las nubes sobre el horizonte de chapa…

-No me atrapes aquí. No puedo soportar esto.
-Mátame.

Los azulejos tienen la piel levantada. Se les contraen los músculos. Elefantes del tamaño de mosquitos revolotean encandilados el alrededor de la bombilla.

-Yo no he elegido esto. Eres tú quien nos ha traído hasta aquí.

Ojos, puedo ver los ojos de la enfermedad, azules, con miles de pequeñas pupilas del tamaño de cabezas de aguja.

Siguiéndome por todas las habitaciones.

Leyendo
mis
pensamientos.

El techo comienza a precipitarse. Inmóvil cae contra el suelo. Las paredes quiebran dejando una estela de polvo blanquecino.

Nieve, heroína, amianto.

Escalofríos recorriendo la espina dorsal de la corriente eléctrica, la luz parpadea. Ella se acerca arrastrándose para colgarse de mi camisa en cada breve episodio de oscuridad.

-Por favor mátame.
-LAS COSAS SERÁN COMO YO QUIERA QUE SEAN.

Sus pequeños dedos se clavan en mi cara de plastilina. Me ha dejado los párpados colocados en un ángulo muy triste.

Mis raíces atraviesan la tierra de sus entrañas.

-Mátame, mátame, mátame. No eres más que una mierda. Vas a morir.
-¿Qué?

La tengo agarrada por el cuello.

Apretando con todas mis fuerzas.

Puedo oír el portazo de su vida abandonando furiosa su cabeza, arrancando los marcos de madera y hueso.

Su garganta rota.

-¿Por qué haces esto?
-Solo quiero ser invisible.

Está orinando en mis pulmones. Mis costillas blancas observan encharcadas el precipicio del techo y los secretos tras las sombras.

-No puedo soportar esta soledad.

Tengo los ojos morados, las articulaciones de una marioneta.

-DEJA DE MIRAR DENTRO DE MÍ.

Los ojos azules apartan la mirada, temen el sabor de la sangre. Les aterroriza descubrir en lo que me han convertido, y bajan los párpados.

Volviéndome invisible.

Para siempre.

Ella está muerta.

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