Manifiesto de un ladrón de joyerías (Carta al director del año 1900)

TripyLSD

Rascando por la biblioteca virtual de prensa histórica para buscar una cosita, me encontré con la noticia de un robo en una joyería en Madrid a principios del año 1900 que dio mucho de qué hablar por el escándalo que fue pese a que detuvieron a los ladrones.

Mientras me regocijaba entre los artículos de prensa y demás de la época para cotillear el suceso, me he topado con una carta al director escrita por uno de los ladrones, que me ha parecido una delicia de leer por su espíritu de manifiesto defendiendo con razones a su gremio, sus motivos y proezas, aportes a la sociedad, y de paso criticar al sistema.
Me ha hecho pensar en la importancia que se le daba antes al buen escribir y en cómo se ha perdido hoy en día.
Supongo que si sucediese hoy en día lo mismo, el ladrón haría video en un tiktok subtitulado de forma automática con erratas, emojis, y sin estructura de ideas.

Os paso el texto:

-Falta la página anterior, que fue arrancada-
[...] que están estudiando ahora los sabios en España.
Por eso me dirijo á el con el fin de defenderme y defender a mis dignos compañeros de cuadrilla, tan injuriados estos días por la prensa y por las autoridades.
Yo he sido uno de los autores del robo que tanto juego está dando actualmente; lo fui también del famosísimo de la calle del Carmen y del no menos famoso de la de Carretas, como de otros muchos que no cito por ser robos vulgares que no pasarán a la Historia; y me creo en el caso de rechazar los adjetivos molestantes que han puesto al lado de nuestros ignorados nombres los que no saben apreciar y gustar la verdadera naturaleza de las cosas.
En primer término, fíjense todos en nuestro profundo respeto a los principios salvadores de la humanidad. No hemos asaltado ni las panaderías, ni los puestos de carne, pescados o verduras: es decir, considerando sagrado lo necesario, nos apoderamos solamente de lo superfluo, joyas, alhajas, billetes del Banco, todo lo que el hombre tiene injustamente con desprecio de la religión y la moral.
Convengamos también en que, si nuestra manera de adquirir no puede figurar en el Código civil, ni figuraba tampoco entre las que nos legó Justiniano, es, sin embargo, aceptada y corriente en nuestro tiempo y en nuestras costumbres. ¿Cómo se conquistan hoy día ciertas posiciones políticas y sociales? Por asalto.¿ De qué manera llegan á personajes muchos que apenas si son personas? Por el atraco. ¿No se han hecho, siguiendo nuestros procedimientos, innumerables fortunas, y a sus poseedores se les respeta y considera?
Las fundamentales y aplastantes razones que dejo expresadas bastarían para que nosotros fuéramos admirados y aplaudidos; pero hay algo más que nos hace acreedores al aplauso y á la admiración de nuestros contemporáneos.
Nosotros, en efecto, somos hombres de profundos conocimientos. Sabemos topografía, matemáticas, ingeniería industrial y otra porción de cosas que en este país no alcanzan un alto grado de perfección; y así lo hemos demostrado haciendo escalos, y midiendo las distancias, y usando y perfeccionando los instrumentos de nuestro trabajo. Eso sin contar con los saltos y carreras, que demuestran nuestro amor a la gimnasia, hoy mirada con atención por todos los Gobiernos; y con la rapidez y sucesión de nuestros disparos, que nos acreditan de creyentes fervorosos en el Tiro Nacional, cuyas futuras glorias ya se cantan en todos los tonos.
Hemos resucitado, además, con los escotillones en forma de alcantarillas, la comedia de magia que va lentamente desapareciendo de la Talía moderna; hacemos renacer la España que entusiasmaba a Dumas y á Gauthier, bizarra y pintoresca, heroica y arrojada, llena de poesía y de encantos; pagamos también nuestro correspondiente tributo de admiración al gran Monipodio, cuyo patio puede ser un símbolo nacional al que nos acogemos gustosos para nuestra defensa; damos un formidable empuje a la industria, creando, la necesidad del alambrado en los escaparates; obligamos al comercio a cerrar sus puertas al anochecer, influyendo de este modo en las costumbres; obligamos también a una reforma en la policía, institución que si no tiene aqui ningún Gorón, tiene muchos gorones con dos erres; hemos dado á Liniers ocasión para que demuestre su falta de ingenio como gobernador y como literato; por la equivocación de un disparo, un modesto transeúnte se ha ganado tres duros, el quíntuplo de lo que ganará en su honrado trabajo... ¡Y todavía se nos insulta y se nos persigue!
Publique usted, querido Gedeón, esta carta copiosa en argumentos irrebatibles, y dispense usted que siga guardando el anónimo, además de las alhajas que por reparto me corresponden.
¡Si firmara esta carta, seguramente iría al Abanico, como cualquier sincero periodistal

Gedeón : semanario satírico: Año VI Número 235 - 1900 mayo 23 https://prensahistorica.mcu.es/es/publicaciones/verNumero.do?idNumero=4058475

Si fuera como Ojeda dice, "yo decido quién me roba", y este señor se presentase a política, se llevaba mi voto

2
Gamo

Escribe mejor un ladrón de entonces que un universitario de hoy día.

4
Thouy

Qué maravilla

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