Ahora puedo disfrutar de libros como La Colmena o el Embrujo de Shanghái, cuando siendo más joven los consideraba aburridos y no veía ningún interés en las situaciones mundanas que representaban ni en sus diálogos vulgares; esos dialogos que podría mantener uno con un vecino cualquiera.
Sin embargo, ahora leo el primer capítulo de La Colmena y quedo fascinado por los personajes y sus vicisitudes y sentimientos; los entiendo. Entiendo la vanidad, la mediocridad y la tristeza que arrastran todos ellos.
Cuando era más joven me parecía aquello literatura para viejos acabados y sin futuro. Ahora me parece de lo más profunda.
¿Os ha pasado?