Nunca me olvidaré de esas partidas con Noa, que se pego toda la tarde riendo como si fuera un niño de 5 años al escuchar la palabra pene.
En serio, ya era hora.
Nunca me olvidaré de esas partidas con Noa, que se pego toda la tarde riendo como si fuera un niño de 5 años al escuchar la palabra pene.
En serio, ya era hora.