La historia se resume en que vivo en un piso de estudiantes a 70km de mi ciudad. Tuve una gata hace muchos años, pero murió y todos lo pasamos muy mal así que mi madre se negó a adoptar otro. En un acto de rebeldía y también debido a una fuerte depresión, adopté a Obi, que es un gatito naranja y blanco que habréis visto si os habéis paseado por el post de fotos.
Mi madre se hizo la estrecha al principio, pero es taaan adorable y era tan pequeñito cuando lo cogí... Era imposible no resistirse.
El gato siempre ha estado allí, pero en fechas largas sí que me lo traía a casa (los trayectos son cortos y sorprendentemente se los toma bien para ser un gato).
El gato siempre ha sido amor y dulzura, cariñitos siempre y muy simpático. El problema vino cuando mi compañero de piso trajo a su gato, unos sesis meses mayor que Obi. No es que se lleven mal, de hecho, se pasan el puto día jugando o dándose besitos, pero... Mi gato ya no es el mismo. Está 24/7 pendiente del otro, lo coges y ya quiere soltarse para buscar al otro, ya nunca duerme conmigo y de hecho de vez en cuando me pega algún que otro zarpazo gratuito.
Pensé que igual es que se había hecho mayor, pero he vuelto a casa por pascuas y el gato conmigo y... Bueno. Vuelve a ser él. Se pasa el día ronroneando, viene a buscarme en cuanto entro en casa, me sigue a todos lados y si se queda cerrada alguna puerta entre nosotros se vuelve loco maullando...
He pensado que igual es por el piso. Este es más grande, con más luz, tiene una terraza donde pasa mayor parte del día...
El caso es que ninguno de los dos gatos es dominante ni mimamos a alguno más que al otro (quizá yo sí mime más a Obi por ser mío), y ya os digo que entre ellos los gatos no tienen ningún problema.
No sé qué hacer... Estoy preocupada. Y mi madre me ha dicho que no se lo queda, lógicamente xD (que tampoco es lo que quiero, vaya)