Es que tu ejemplo se basa en unas premisas absurdas.
Las personas no son perros, cualquier ser humano tiene exactamente los mismo derechos que tú. Las situaciones que planteas son desgracias que pueden suceder pero que por el mismo hecho de que somos todos personas, no podemos prohibirnos la entrada a los sitios, lo único que se puede hacer es corregir esos comportamientos con sanciones.
Sin embargo un perro es un animal y lo que es más, una mascota en este caso.
La situación más justa sería que se habilitasen playas aparte precisamente a razón de animales domésticos y que en las turísticas o regulares se prohibiesen, a excepcion de aquellos que se pudiese demostrar, a través de un diploma y permiso entregados por un entrenador profesional certificado por el organismo gubernamental responsable, que están perfectamente educados y no supondrán una molestia a terceros.