"Suele decirse que las canciones de La Polla Records son "una patada en los huevos al poder". Tal vez sea verdad, pero no lo es menos que, entre todos los tipos de patadas en los huevos, estas tienen algo especial. Las canciones de LPR tienen un claro carácter sistemático. En su momento, por ejemplo, habrían servido de libro de texto de la asignatura de Ética en el bachillerato y, si alguien busca una guía para la educación de sus hijos lo más completa y honrada posible, es difícil que encuentre algo mejor que los discos Salve y Revolución. Hay una implacable lógica que atraviesa la obra de LPR y que sorprende por su eficacia para señalar los cuatro puntos cardinales de una orientación política. En efecto, hay cierta clase de ceguera que no tiene que ver con estar equivocado sino con esa especie de abyección moral que contamina la atmósfera política que respiramos. En este sentido, LPR aportó un poco de honradez para llamar a las cosas por su nombre y enderezar una brújula moral que se encuentra estructuralmente invertida. Todo una lección y un reto para las cátedras de Ética y Filosofía de este país. Ya está bien de explicar en qué consisten la moralidad y la ciudadanía tomando por referencia un mundo supuestamente sano en el que los individuos sólo delinquirían, por ejemplo, robando un jamón o mintiendo a su novia. Hay que explicar en qué consiste la moralidad en este mundo de "demócratas cristianos hinchados como cerdos y podridos de dinero" (LPR), a los que nunca se les pilla robando en un supermercado porque resulta que son los accionistas de este formidable supermercado en el que se ha convertido el planeta. La cuestión no es tanto si los banqueros, por ejemplo, pueden estafar o extorsionar; es más interesante reparar en la estafa y la extorsión que supone el hecho mismo de que existan banqueros. A los perros guardianes de este infierno, a sus usureros y beneficiarios, a sus administradores, voceros y legitimadores -así hasta completar el índice de canciones de LPR- no se les puede denunciar en un juzgado y, desde luego, es inútil intentar convencerles de nada. Es aquí donde el insulto -un arte en el que LPR fueron maestros- empieza a cumplir un papel "epistemológico". Gracias a que, al menos, aún es posible insultar, se sigue recordando que, pese a su portentosa impunidad, Wall Street o el Banco de Santander no son realidades tan inevitables como el curso de los astros".
Carlos Fernández Liria, profesor titular de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid
Cuanto menos, me pareció curioso :-)