El fenómeno es conocido por diversos nombres: curva de la felicidad, barriga cervezera, monoabdominal, “pectoral” caído, etc. Pero… ¿es cierto que las calorías del alcohol acaban congregándose en la zona abdominal a un ritmo mayor que las provenientes de otro tipo de ingesta? Esto no está tan claro.
En general, beber provoca un aumento de peso principalmente porque el alcohol ralentiza las habilidades corporales para obtener energía quemando grasa, por no mencionar el incremento en el apetito que provoca su consumo. Los efectos del alcohol en la zona media del cuerpo son complicados, pero hay estudios que prueban de una forma bastante clara que la cerveza, el vino y los licores ejercen un efecto mayor sobre la grasa abdominal de los adultos que beben esporádicamente, que en la gente que bebe regularmente pero en pequeñas cantidades.
En un estudio publicado en 2003 en la revista The Journal of Nutrition, un grupo de científicos realizó un seguimiento a más de 2.300 personas (bebedores y no bebedores) y descubrieron - tras controlar cierto número de variables - que aquellos que tomaban de media una sola consumición al día tenían los menores niveles de grasa abdominal. Los que bebían ocasionalmente, pero se tomaban 4 o 5 copas de una sentada, eran los que tenían los niveles de grasa más altos. Varios estudios han mostrado resultados similares.
Una teoría sostiene que beber regularmente incrementa la cantidad de enzimas encargadas de descomponer el alcohol. Pero hace falta investigar mucho sobre el asunto.
Conclusión:
Beber alcohol de forma moderada no parece incrementar el nivel de grasa abdominal, pero un consumo excesivo si podría hacerlo.
(http://www.maikelnai.es/2007/12/26/%c2%bfacaban-siempre-las-calorias-del-alcohol-en-la-zona-abdominal/)
Un artículo interesante, sobre todo para aquellos aficionados a las cañas (y tapas). Como en todo: la clave está en el punto medio.