Siempre he sido un apasionado de la historia y le dedico una buena cantidad de horas al año en leer libros y ver documentales de este tema, aunque cada vez tengo menos tiempo.
Resulta que ayer, en el año 1262 se reconquistó Cádiz. Un saludo a todos los mediavideros de Cai, que cuentan con unas playas y clima espectaculares aunque sea un lugar terrible para el trabajo.
Recordemos un poco este día:
Alfonso X el Sabio reconquista Cádiz
En el año 1262 Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y León, contaba cuarenta años y llevaba diez en el trono. Las campañas militares no le eran ajenas ya que siendo príncipe había dirigido a las huestes castellanas en la conquista de Murcia, en la batalla de Jerez y en la importante reconquista de Sevilla, pero el control sobre el conjunto del valle del Guadalquivir era vital ya que desarticularía cualquier intento musulmán por volver a penetrar en la península y, de paso, otorgaría a Castilla una región de enorme valor económico.
La ciudad de Cádiz, de antiquísima historia, era por entonces una plaza venida a menos, muy poco poblada, pero conservando una gran importancia estratégica ya que permitía controlar los movimientos musulmanes entre Tarifa y Algeciras. La plaza había sido ya puesta bajo control político de Castilla por Fernando III el Santo, pero sin ocupación efectiva.
Lo que Alfonso buscaba era, claramente, construir una gran base naval con fines comerciales y militares con interés no sólo en Cádiz, sino en toda la bahía incluyendo las costas norteafricanas.
En el año 1262 los castellanos, aprovechando la cercanía del Puerto de Santa María, recuperado dos años antes, plantaron sus banderas en la vieja ciudad de Cádiz que había sido fenicia, griega y romana, y que estaba en ruinas desde la invasión del 711 y en la que los musulmanes habían establecido un enclave militar y una mezquita, con lo que Cádiz inició su resurgimiento. Los primeros cien colonos llegaron con un tal Gillen de Berja, y son los que reconstruyen la alcazaba y la muralla. Las primeras familias se asentaron en el barrio del Pópulo, donde todavía se conservan varias entradas: el arco del Pópulo, el de los Blanco y el arco de la Rosa, y, siguiendo la tradición, se ordenó construir una iglesia (iglesia de la Santa Cruz) sobre los restos de la mezquita.
Tras la conquista de la ciudad, Alfonso mandó clavar un estandarte con la cruz sobre las aguas de la playa gaditana para simbolizar su control sobre el océano que separa la Península Ibérica de África y el imperio de la religión cristiana sobre el islam.
Con esta conquista el frente de guerra se traslada a las plazas del estrecho, donde intentarán hacerse fuerte los benimerines, que gobernaban por entonces el norte de África.
Todos los musulmanes que permanecían en la ciudad y alrededores fueron expulsados en 1264, después de una sangrienta revuelta fallida. La Cádiz cristiana será repoblada con gentes procedentes del norte de Castilla, primero, y enseguida con otros que venían de Laredo, Santander y Castro Urdiales, las villas marineras cantábricas, y que llegaron a la ciudad atraídos por el impulso del rey a la industria naval.
De hecho, Cádiz no tardará en ser elegida como sede de los astilleros reales. Desde entonces el nombre de Cádiz es inseparable de las grandes singladuras de los barcos españoles.
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