Leeoslo, vale la pena
Los pasajeros del vuelo de Iberia 6622 que el miércoles al mediodía aterrizó en el aeropuerto de Barajas procedente de La Habana desembarcaron por el finger con aparente normalidad. Pero faltaba uno. Estaba echado en la última fila de asientos del Boeing 747, atado de pies y manos. Para bajarlo fue necesaria la intervención de varios guardias civiles. Era el punto y aparte de un vuelo de pesadilla para los 400 pasajeros que compartieron la larga travesía.
La odisea comenzó en la medianoche del martes cuando el avión de Iberia llevaba una hora y media sobre el Atlántico. En el asiento 38-D de la clase turista Abdelour F., francés de origen argelino, empezó a dar patadas al asiento de delante. "Decía que el otro pasajero le había molestado al reclinar su asiento y empezó a discutir", explicó una portavoz de Iberia. Después llegaron los gritos. También a la azafata que iba a servirle la cena. Los tripulantes y los pasajeros comprobaron que el pasajero agresivo había bebido dos de las siete botellas de ron que llevaba consigo.
"Yo estaba en la clase Business y al oír los gritos fui a ver lo que pasaba. Aquel hombre insultaba a todo el mundo, sobre todo a un grupo de músicos cubanos a los que llamó negros asquerosos", explicó Alfredo M., promotor inmobiliario que viajaba en el avión.
Amenazas de muerte
La tripulación de cabina intentó calmar a Abdelour B., quien cada vez estaba más excitado, según consta en el informe del incidente que cumplimentó la sobrecargo del avión. "De repente aquel hombre empezó a gritar que la Yihad Islámica nos iba a matar a todos", añadió Alfredo, de vuelta en Barcelona. La gente se asustó al saber que era de origen argelino.
Las azafatas preguntaron por megafonía si había un médico a bordo. Cuando apareció, le entregaron un botiquín, denominado Kit Doctor, que contiene una inyección y un calmante para administrar a pasajeros violentos. "Pero fíjate cómo iba que la inyección ni siquiera le hizo efecto", relató Alfredo M., quien en sus múltiples viajes en avión jamás había visto algo así. "Ni los tripulantes tampoco", puntualizó.
Un policía libre de servicio se ofreció para intervenir. Mientras, el violento emprendió la carrera dentro del aparato en busca de la cabina del piloto. "Por suerte no sabía que en el Jumbo la cabina de la tripulación está en el piso de arriba y por eso no la encontró", añadió Alfredo M. Varios viajeros se situaron delante de las puertas para que el enajenado no pudiera acercarse y las abriera en pleno vuelo.
Carrera sobre los asientos
Una quincena de pasajeros, con el policía y el médico y algunos tripulantes, consiguieron derribar al hombre. "Hubo un momento en que siete personas le daban hostias y no lo dominaban. Hasta uno de los pilotos tuvo que correr por encima de los asientos para agarrarlo", explicó Joaquín C., de 51 años, director general de una empresa. Para inmovilizarlo, utilizaron los trozos de cinturón de seguridad que usan las azafatas cuando explican las normas de seguridad y un rollo de cinta aislante. "Parecía un rollito de primavera", añadió Joaquín C. Como había perdido la camisa en los forcejeos, le colocaron unas toallitas de bebé en las zonas de la piel donde estaban las ataduras para que no se lesionara.
Después, los tripulantes y los voluntarios colocaron al conflictivo viajero en la última fila de avión. "Fue algo increíble. Para vigilarlo varios pasajeros nos turnábamos para observar si se movía", contó, impresionado, Alfredo M.. Iberia indicó que fueron sus tripulantes los que lo vigilaron. "Uno de ellos no llevaba uniforme y pudo ser confundido con un pasajero", indicó una portavoz.
Al aterrizar en Barajas, Abdelour B. tuvo que esperar en el avión a la Guardia Civil. Fue conducido al servicio médico, donde supuestamente se recuperó de su borrachera de ron. Fuentes de la Guardia Civil confirmaron que el pasajero violento no fue detenido, ya que nadie presentó denuncia. La compañía elaboraba ayer un informe para decidir si lo hará. El avión no sufrió daños. Sólo algunos pasajeros recibieron golpes e insultos. Otros, el recuerdo imborrable de un increíble regreso de Cuba.
Fuente: El periodico