Eche un vistazo a la naturaleza y comprobará que todos los animales se acuclillan para defecar. Incluso nuestros más cercanos antepasados, los primates, se ponen en cuclillas con las rodillas contra el pecho para «hacer sus necesidades». Lo que tal vez le pase por alto, no obstante, es que en otras culturas se ha estado utilizando este método y defecando en esta postura natural, sobre todo en Asia, África y el Cercano Oriente.
Tan sólo en el Occidente industrializado, donde se inventó el moderno retrete, la gente acostumbra a «sentarse» para defecar al igual que lo hace para comer. No es de extrañar que todo el mundo occidental sufra de estreñimiento crónico, hemorroides y otros problemas debidos al hecho de evacuar los intestinos en posición sentada. Si bien los retretes modernos pueden ahorrar a sus piernas el esfuerzo necesario para ponerse correctamente en cuclillas, para sus intestinos equivalen a un instrumento de tortura, y los problemas que causan en absoluto compensan la comodidad que proporcionan.
Al sentarse en el retrete, el extremo inferior del colon descendente queda doblado, cosa que exige un importante esfuerzo muscular para evacuar los intestinos. La intensidad de este esfuerzo puede hacer estallar u obstruir los minúsculos capilares que alimentan el esfínter anal, dando lugar a las consiguientes hemorragias. Al acuclillarse, el colon se alinea naturalmente con el recto y el ano que se abre re por completo y sin esfuerzo alguno. De esta manera, la evacuación se produce de una forma natural, no forzada.
Puesto en cuclillas, podrá evacuar muchas mas heces de una vez de las que jamás podría evacuar «en una sentada». Además, debido a la plena apertura de las nalgas, la posición acuclillada resulta también mucho más limpia que la sentada, cosa que le permitirá ahorrar dinero en papel higiénico.
Para acuclillarse en un retrete occidental basta con alzar la tapa de asiento y ponerse de pie en e borde de la taza, para entonces acuclillarse lentamente hasta que las rodillas hagan presión sobre el pecho. Si va descalzo, acuclíllese sobre la tapa de asiento en vez de hacerlo sobre el borde. Cualquier lavabo, toallero o anaquel que quede a mano le servirá para apoyar el brazo y mantener más fácilmente el equilibrio. Si tiene la espalda y las rodillas demasiado débiles para sostener su peso en cuclillas, puede construir un armazón de madera en torno a la taza del retrete que le sirva de apoyo para los brazos. En esta postura, los movimientos intestinales son tan rápidos, eficientes y carentes de esfuerzo que una vez se acostumbre a hacerlo de esta manera ya no volverá a torturar sus intestinos en la postura sentada.
Las siguientes sugerencias prácticas le permitirán beneficiarse aún más plenamente de la posición en cuclillas. Si padece usted de gases o estreñimiento crónicos, conserve una bola de acero o una piedra lisa y redonda junto a su cama. Al despertar por la mañana, antes de levantarse, haga rodar este peso sobre su abdomen en la dirección del flujo colónico, es decir, desde la parte inferior derecha hacia la caja torácica, luego sobre el colon transversal y finalmente de nuevo hacia abajo, por la izquierda, en dirección al recto. Se trata de un método excelente para expulsar las bolsas de gases, desprender las heces incrustadas y estimular el movimiento de los músculos intestinales antes de su primera visita al retrete.
Otra buena manera de aliviar el estreñimiento crónico consiste en utilizar las puntas de los dedos para dar un masaje suave en la zona blanda situada entre el ano y el extremo de la columna vertebral (el cóccix). Este masaje estimula directamente el colon e induce a los intestinos perezosos a evacuar más minuciosamente. Además, puede practicar el ejercicio del esfínter anal que se explica en los capítulos 4 y 7 mediante la contracción y relajación rítmicas del esfínter varias veces al día. Esto induce a las glándulas del ano a segregar un lubricante natural, que facilita considerablemente el movimiento de las heces secas. Este ejercicio también hace circular la sangre estancada en el esfínter anal, lo que previene la formación de hemorroides.
Finalmente, cada vez que, a pesar de todas las medidas indicadas, sienta la necesidad de un laxante, comience con alimentos laxantes, y sólo como último recurso pruebe un laxante de hierbas suave junto con una dosis de solución de semillas de Psyllium pulverizadas. No use nunca laxantes comerciales, pues rápidamente crean una dependencia de la estimulación artificial de los intestinos, que sólo consigue convertir el estreñimiento en un problema crónico.
Si sigue usted estas sencillas indicaciones, junto con una alimentación correcta, nunca más volverá a sufrir estreñimiento ni ninguno de los trastornos debidos a la toxemia que provoca. Un colon limpio y sin obstrucciones es uno de los más importantes requisitos previos en el camino hacia la salud y la larga vida.