Copio y pego un interesante post de Facebook de Fernando López-Mirones, zoólogo y documentalista:
"Estoy del león Cecilio hasta las narices.
El simple hecho de ponerle nombre a un animal salvaje supone una personalización de la ecología de consecuencias nefastas para ciencia. Un solo león, un individuo, no significa absolutamente nada para un ecosistema. Los animalistas están difundiendo la percepción de una naturaleza que equipara las poblaciones de animales a las mascotas. Nada mas opuesto al punto de vista ecosistémico que es el importante. Pero además, con esa suerte de autoflagelación primate en la que denostan al género humano (salvo ellos, claro, que son los buenos por decirlo), es epistemológica y filosóficamente absurda. Parecen sentirse mejor diciendo cosas como "los humanos somos lo peor del planeta". Me pregunto si no se han planteado suicidarse para colaborar en acabar con este problema del que están convencidos.
Nada de esto se parece a lo que me enseñaron mis profesores en la universidad.
Habría que pagarles excursiones a los urbanitas sensibleros a observar de cerca cómo funciona el mundo salvaje. Quizá si ven que mueren Cecilios de sarna, cáncer, infecciones y devorados cada día, empiecen a entender que el auténtico problema es la batería de su móvil, la energía de su ordenador, la gasolina de su coche y el aceite de palma de ese bollo que se comen cada día.
Y opinan, opinan unos y otros, sin reparar en que la Ciencia no es opinable si no es desde la propia Ciencia. La penita que me da un leoncito porque es guapo la siento yo también, faltaría más, pero como concepto científico es ridículo, ñoño, infantil e innecesario. ¿Podemos matarlo pues si es feo?, ¿y si es una hiena?, ¿y una planaria?. No se sostiene en cuanto conectemos tres neuronas.
Señores, la Ecología es una ciencia muy compleja, una disciplina que se tarda años en empezar a entender. Algo demasiado serio como para estar en manos de adolescentes perpetuos de la ciudad que se creen mejores que nadie.
Les he mirado a los ojos muchas veces en África, y aquella noche en Masai Mara (Kenia), solo la tela de mi tienda de campaña nos separaba. Al amanecer vimos sus huellas enormes rodeándola, no nos mató porque no quiso.
Amo a los leones, pero si veo una foto mas del pobre Cecilio me pego un tiro en la pierna.
En la imagen, lo que hubiera hecho Cecilio si pilla un camión de ñoñoflautas y pijorainbows tirándole besitos.
Un aullido."
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