Según mi padre, él se pulía 3-4 mil euros todas las semanas (esto es, a cargo de la constructora para la que trabajaba, luego él gastaba lo suyo tambien) y aun así ganaba un dineral siendo jefe de obra en Barcelona. El terreno se adjudicaba rápido y aparecian pisos por doquier, entraba capital extranjero y siempre había clientes y pisos que construir.
Si bien nunca he llegado a ser un consentido, en mi casa se compraban más "lujos", tipo marcas caras en vez de las blancas, salir a cenar fuera dia si dia no, visitas a parques de aventuras, museos...
Pero así todo el mundo (matizo, el que estuviese metido dentro de la burbuja); unos clientes paquistaníes me daban billetes de 20 y 50 cada vez que los veia con mi padre, como aquel que da tarjetas de visita. En nuestro caso, mi madre siguió con su empleo en Carrefour y mi padre decidió comprar un piso en un pueblo al lado de Cáceres, con vistas a volver allí y estar más cerca de mí (tendría yo por esos entonces unos 6-7 años, 2007).
Cuando reventó la burbuja, hubo que empezar a recortar de un lado y de otro, y juntándose esto con un accidente laboral, mi padre acabó quedándose sin la casa que compró.