Un documento reciente elaborado por la Dirección General de Ordenación e Inspección, al que ha tenido acceso EL PAÍS, revela que el episodio madrileño fue tres veces más mortal que la media de todos los ocurridos en España en la década 1999-2009. Su letalidad fue del 12,6%, mientras que la media de los 501 brotes de legionelosis contabilizados en España fue del 4,1% (138 fallecimientos). Entre 2006 y 2008 solo se notificaron dos brotes con 10 o más casos, según un informe del Centro Nacional de Epidemiología de noviembre de 2010.
Los fallecidos en Madrid fueron cuatro hombres y dos mujeres, con edades comprendidas entre los 55 y los 92 años. Sanidad asegura que no dio a conocer la sexta víctima porque el análisis que demostraba su relación con el episodio llegó más tarde.
El brote empezó el 20 de octubre de 2010, cuando se declararon tres casos de legionelosis ingresados en un hospital. A medida que pasaban los días se incrementaba el número de afectados. Las encuestas epidemiológicas a los enfermos permitieron situar el posible origen de la infección en el centro de la capital, un área muy densa, con centenares de torres de refrigeración, que se convirtieron en el principal objetivo de los expertos de Sanidad.
La consejería movilizó a medio centenar de personas, entre epidemiólogos, microbiólogos, inspectores de Salud Pública, expertos en Sanidad Ambiental y en georreferenciación. Realizaron 488 inspecciones a torres de refrigeración. El documento, que se presentó en una jornada técnica celebrada en junio, señala graves deficiencias en los sistemas de control de esas instalaciones. El origen del brote nunca se encontró.La exhaustiva labor de inspección de la Consejería de Sanidad permitió destapar el deficiente mantenimiento de las torres de refrigeración del centro de la capital. Los inspectores encontraron instalaciones contaminadas por legionela, con condiciones "higiénico-sanitarias deficientes", torres mal ubicadas o con difícil acceso y torres fantasma, es decir, en funcionamiento pero sin haber sido notificadas tal y como obliga la legislación. Comprobaron también que, pese a ello, en los registros periódicos de las instalaciones, llevadas a cabo por empresas de mantenimiento, las condiciones del agua se habían considerado correctas. Sanidad impuso 40 sanciones a los titulares de las torres.
Los inspectores tomaron muestras de agua en 153 torres de refrigeración. En una de cada cuatro (38) los recuentos fueron positivos, es decir, encontraron la bacteria legionela. Los expertos examinaron los partes de las revisiones periódicas anteriores y constataron que solo en una de esas 38 torres los análisis habían dado positivo. Su conclusión fue que las condiciones higiénicas de las instalaciones eran "deficientes". Por ejemplo, según detalla el documento, en más de una tercera parte de las torres con legionela había corrosión, incrustaciones o lodos. Se encontraron también "conductos o balsas deteriorados", "relleno en mal estado de conservación", "separador de gotas con depósitos salinos o en malas condiciones", etcétera.
La legionela es una bacteria que vive en los hábitats acuáticos. Desde allí puede colonizar las redes de abastecimiento de las ciudades y llegar a torres de refrigeración u otras instalaciones. Si hay agua estancada y la temperatura es templada, se multiplica. Las bacterias se trasladan por el aire en aerosoles (gotas diminutas) y pueden ser inhaladas, llegar a los pulmones y comenzar la enfermedad, que no se contagia de persona a persona ni bebiendo agua contaminada.
El buen mantenimiento de las torres de refrigeración -así como de otras instalaciones como sistemas de agua caliente sanitaria o fuentes ornamentales- es vital para evitar la proliferación de la bacteria. Cuando se descubrió el brote, y a partir de los puntos comunes que señalaron los afectados, los inspectores revisaron las torres en un radio de 500 metros. Lo hicieron a partir de un registro de torres y de condensadores evaporativos que gestiona la Comunidad de Madrid. Los propietarios y las empresas instaladoras están obligados a notificar, en el plazo de un mes desde que empiezan a funcionar, dónde están y qué características técnicas tienen. Pero es un sistema de autocontrol. Son los propietarios los que se encargan de pasar las revisiones y de asegurarse de que no hay zonas sucias en las que se acumulen las bacterias. Las inspecciones durante el brote descubrieron 35 torres sin notificar en pleno centro de la capital. El 46% eran mantenidas por empresas contratadas, destaca el documento. Otras 12 estaban mal ubicadas (el 58%, mantenidas por empresas).
La ponencia de la Dirección General de Ordenación e Inspección parece apuntar a estas firmas como las culpables. Destaca, por ejemplo, que el 92% de las torres contaminadas con legionela estaban mantenidas por empresas contratadas. El 46% de las no notificadas también. También señala que solo dos compañías realizan el mantenimiento de la gran parte de las torres en las que se encontró mayor concentración de la bacteria. Además, varias de las empresas compartían el mismo director técnico. "Los elevados recuentos en algunas instalaciones evidencia que el mantenimiento realizado por las empresas contratadas no ha sido el adecuado", concluye el documento. "La torre de refrigeración es un sistema eficiente", añade, y recomienda su uso, pero con una advertencia: "Requiere un mantenimiento riguroso para que no suponga un riesgo para la salud de la población".