Las arañas saltadoras del género Habronattus son únicas precisamente por dar mucha gasolina a sus parejas: los machos provocan un extraña vibración durante el cortejo cuyo sonido imita fielmente el motor de una motocicleta, acelerando, desacelerando y coordinando movimientos de pata y vientre con esas vibraciones para impresionar a las hembras.
Se trata de señales sísmicas de cortejo y son conocidas por ser una de las conductas de comunicación más elaboradas del reino animal. Se producen cuando el animal golpea o entra en contacto con el sustrato (tierra, hojas o una tela de araña…) y se utilizan como medio para generar información para el otro ejemplar. De hecho, esas señales sísmicas están divididas en tres grupos (“golpes”, “raspaduras” y “zumbidos”) y en un máximo de 20 elementos organizados en grupos funcionales o motivos, que van cambiando a medida que el cortejo avanza.