Walter Williams
Algunos norteamericanos contemplan a países europeos como Francia, Alemania o sus vecinos escandinavos y sugieren que adoptemos algunas de sus políticas económicas. Estoy de acuerdo, deberíamos mirar a Europa en busca de las lecciones que puedan enseñarnos. El doctor Daniel Mitchell, investigador de la Heritage Foundation, ha hecho exactamente eso en su estudio titulado Lecciones de política fiscal desde Europa ( http://www.heritage.org/Research/Budget/bg1979.cfm ).
El gasto gubernamental supera el 50% del PIB en Francia y Suecia, y más del 45% en Alemania e Italia, en comparación con el gasto federal, estatal y local norteamericano, que se encuentra por debajo del 36%. El gasto gubernamental anima a la gente a depender de subsidios en lugar de la iniciativa individual, y los impuestos más elevados para financiar los subsidios reducen los incentivos para trabajar, ahorrar e invertir. Los resultados europeos no deberían sorprender a nadie. El PIB per cápita en Estados Unidos en el 2003 fue de 39.700 dólares, casi un 40% por encima de los 28.700 dólares que suponen la media de las naciones europeas.
A lo largo de la última década, la economía norteamericana ha crecido al doble de velocidad que las economías europeas. En el 2006, la tasa de paro europea promediaba el 8 % mientras que la estadounidense era del 4,7%. Lo que es más, el porcentaje de norteamericanos que han estado sin empleo durante más de 12 meses es del 12,7% mientras que en Europa llega al 42,6%. Desde 1970 se han creado 57 millones de empleos nuevos en Estados Unidos por apenas 4 millones en Europa.
El doctor Mitchell cita un estudio comparativo de Timbro ( http://www.timbro.se/EnglishDefault.aspx ), una institución sueca, que demuestra que los países europeos se sitúan entre los estados norteamericanos más pobres en términos de estándar de vida, a la altura de Arkansas y Montana y sólo ligeramente por delante de Virginia Occidental y Mississippi. El tamaño del hogar medio europeo es de 92 metros cuadrados, mientras que los hogares norteamericanas llegan, de media, a los 175, y los inmuebles pobres a 112. En términos de nivel de ingresos, productividad, niveles de empleo, e inversión en I+D, según Eurochambres (la Asociación de Cámaras Europeas de Comercio e Industria), a Europa le costaría dos décadas ponerse a la altura de Estados Unidos en el supuesto de que nosotros congeláramos nuestro crecimiento durante ese tiempo.
Tampoco hay que pararse a examinar estadísticas para no desear ser europeos; basta con fijarse hacia dónde va el dinero y el flujo migratorio. Alrededor de 400.000 licenciados europeos en ciencias y tecnología residen en Estados Unidos. La emigración europea a nuestro país creció alrededor del 16% durante los años 90. En 1980, la Oficina de Análisis Económicos colocaba la inversión directa exterior en Estados Unidos en los 127.000 millones. Hoy es más de 1,7 billones de dólares. En 1980, había 90.000 millones de dólares en inversiones exteriores provenientes de productos financieros gubernamentales y privados en Estados Unidos. Hoy esa cifra llega a los 4,6 billones de dólares, en buena parte procedentes de europeos que encuentran más atractivo nuestro clima de inversión.
¿Cuál es la respuesta europea a su enfermedad económica provocada por ellos mismos? No rescindir las leyes que provocan un clima poco atractivo para los inversores. En su lugar, a través de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) radicada en París, atacan las jurisdicciones con impuestos bajos. ¿Por qué? Porque para apuntalar su Estado del Bienestar, las naciones europeas necesitan tener impuestos elevados, pero si los europeos, como empresarios y ciudadanos privados, se reubican, invierten y ahorran en otras jurisdicciones, significa que hay menos dinero a gravar.
El doctor Mitchell trata este tema a través de su investigación en el Center for Freedom and Prosperity ( http://www.freedomandprosperity.org/ ). La OCDE tiene una lista negra para países que identifica como refugios fiscales. Los países en la lista negra incluyen Hong Kong, Macao, Malasia (Labuán) y Singapur. Entre los seleccionados también están Andorra, Brunei, Costa Rica, Dubai, Guatemala, Liberia, Liechtenstein, las Islas Marshall, Mónaco, las Filipinas y Uruguay. Las jurisdicciones en la lista negra tienen fuertes leyes de privacidad financiera y tipos fiscales bajos o directamente a cero.
Los países miembros de la OCDE quieren que los denominados refugios fiscales cambien sus leyes con el fin de ayudarles a identificar los ingresos de sus ciudadanos. Por encima de todo, la OCDE quiere que estos países suban sus impuestos para reducir su atractivo. Sugerir que Estados Unidos debería ser más parecida a Europa es lo mismo que sugerir que sea más pobre.