Cinco de la mañana, día lluvioso, en un porche mi colega y yo nos disponíamos a terminar nuestro último verde en esa noche tan fría mientras mirábamos unas chuminadas por el portátil y nos partíamos la caja.
Nos disponemos a partir cuando un coche patrulla se para justo enfrente de nosotros y el agente nos da las buenas noches, seguidamente se baja del coche y nos pide la documentación.
Pobres de nosotros, recién afectados por la mordedura del gran tiburón blanco (Great White Shark) y sin la documentación encima, con una bolsa mágica de dimensiones considerables en el bolsillo pequeño de la mochila y dos cervezas en botella. -¿Todavía de botellon? Pregunta el segundo agente. - No, tan solo es cocacola, pruébela si quiere. A lo que el agente lo rehúsa y me pide la mochila que yo doy mientras por mi cabeza ya pasa la posibilidad de una noche en el calabozo y 300 napos de multa.
El agente abre la mochila, se encuentra con el portátil y me la vuelve a dar.
¿Un portátil, eh? - Si, eh... si si señor agente!
¡Marchaos ya de aquí!
Y con porte y disimulo desaparecemos entre la noche. Una noche en la cual desafiamos a la autoridad y GANAMOS.