Más que jablar sobre mi relación con Pastis, que hoy por hoy, es muy buena, franca y cordial, voy a contaros ALGO MUCHO MÁS DIVERTIDO, que es CÓMO CONOCÍ A DAVID PASTILLAS.
Lo que os voy a contar, es cierto. Como todo lo que cuento. Pero esta certeza que vais a leer, es la auténtica realidad. Corría mediados de 1990. El Psicódromo aún no había cumplido su primer aniversario, PERO LA COSA YA ESTABA A TOPE, nen. Me refiero a que el éxtasis ya había explotado en Barcelona, la PEÑA SE ESTABA VOLVIENDO LOCA y el Psicódromo empezaba a crear su propia e irreductible leyenda. En las famosas sesiones de MADRUGADA, delante de mi cabina SIN CRISTAL Y SIN PARED, había una valla metálica. Sí, de éstas de las obras o de las que pone tráfico. De las amarillas. Nos la llevamos de nos é dónde antes de abrir, la pintamos de gris, y le pusimos unos sacos terrenos en los soportes para que no se moviera y a la vez, no quedara fija. Nunca se sabe cuando te interesa quitarla. La cosa es que la peña se PODÍA APOYAR EN LA VAYA COMO EN UN CONCIERTO. Eso era la idea. Si le sumas el hecho de que la cabina estaba a menos de un metro de altura, DABA MUCHO ROLLO ir con el pelotazo máximo y apalancarse en la vallita a ver lo que hacía el pirao aquel del pelo panocha que pinchaba a tres platos como un poseso (un servidor). Con el tiempo, lo de LA VALLA SE HIZO CÉLEBRE y muchos mákiners se daban de palos para cojer un buen sitio en la valla. Así que decidimos que lo de la valla sería rollo frontón, o sea, que cada uno tenía un ratito para que se pudiera colgar de la valla el mayor número de peña posible y todo el mundo disfrutara del espectáculo.
De entre TODA LA PEÑA que habitualmente se colgaba horas y horas en la valla. HABÍA UN NOTAS CON CARA DE POSESO, que nunca fallaba a su cita de los Domingos mañana. SIEMPRE ESTABA AHÍ. No sé quién coño era, ni con quien venía, ni que hacía. Sólo que estaba SIEMPRE AHÍ. Un poco preocupado por si era algún tipo raro que tomaba algo fuerte y peligroso, indagué y averigué QUE ERA UN CHAVAL DE GIRONA, QUE SE VENÍA EN TREN, SE QUEDABA LA SESIÓN Y SE VOLVÍA A CASA. Y ya está. Creo que fue Pepebilly que se bajó un momento de la cabina de las luces y charló un poco con el amiguete.
El colega fue viniendo, y Pepe fue charlando con él. Decía que le gustaba mucho ver como curraba porque le gustaba mucho como yo lo hacía, y porque la ilusión de su vida era ser DJ. Cuando pudiera ser. Ese mismo día, cuando cerramos la sesión a las dos del mediodía, nos fuimos de fiesta a un after y cuando íbamos en el coche (a saber: PEPEBILLY, RAFA MERLUZO, Dr. LLAUNA y DIXKONTROL), vimos al chavalote aquel de Girona, bajar por el Paseo de Marina.
-¡Para, para!-, le dije a Merluzo.
-¿Qué pasa? ¿Policía?-, respondió Rafa-
-Tranqui, doctor-, contestó el Dr. Llauna. -¡Ya nos lo hemos comido todo!
-¡No, no. Si no es por eso-, les calme. -Ese que va andando es el chaval de Girona. Mira...
-Se llama David-, aclaró Pepebilly. -Seguramente va a la Estación De Francia a coger el tren a Gerona.
La verdad es que aquedaba un trecho gordo hasta la Estación. Así que le dije a Merluzo que parara y le dijimos al tal David que subiera, que nos iba de paso y lo acercábamos. El chaval flipó, se subió en un salto y le oí hablar por primera vez, con esa voz de cazalla que le caracteriza. En cinco minutos llegamos a la estación. Aparcamos y dejé al Dr. Llauna y a Rafa Merluzo asaltando la cantina y llamando por la cabina (no habían móviles) al mayor número de camellos posibles. Pepebilly y yo, acompañamos a David a sacar el billete y a despedirlo.
-No me hace falta billete-, dijo David.
Supose que era lógico, porque si venía de Gerona, habría sacado un ida y vuelta.
-No. Nunca cojo billete. Me gasto el poco dinero que tengo en (censurado) y la copa del Psicódromo. Y a la vuelta, lo mismo
.
Si vais en tren sin billete y os pilla el revisor, os hace bajar del tren. Eso por lo menos. Si vais sin billete muy temprano, igual le dais esquinazo. Pero a las dos del mediodía, fijo que si David iba sin billete, se tendría que bajar del Directo Barcelona-Mataró y Mataró-Girona con paradas, por lo menos tres o cuatro veces. A ese paso, EL CHAVAL LLEGARÍA A SU CASA A LAS SEIS O SIETE DE LA TARDE. No era plan. Le dijimos que le pagábamos el billete, y David nos dijo que no, que con mí música y mis mezclas, se sentía más que satisfecho. O sea: que el chaval era un súperfan, que se gastaba sus ahorrillos en fiesta y pirulotes, y que no se perdía una sesión de Domingo mañana del Psicódromo. ¡MECAGÚENTÓ! ¡Pues nos lo llevamos de fiesta!
-¿Tienes algo que hacer hoy o mañana?-, le pregunté. Tenía cara de MUY PIRAO pero a lo mejor iba al cole, o al insti o curraba o qué se yo.
-Res que fer.
-Pues vale. Fiesta loca para todos.
Volvimos a la cantina, descubrimos que el Dr. LLauna estaba apunto de pegarse con unos punkies, que Rafa Merluzo estaba discutiendo con la urbana porque habíamos aparcado mal... y que por lo visto lo de los camellos estaba solucionado, que era lo más importante.
Aquel Domingo de Febrero o Marzo del '90, por PRIMERA VEZ, DAVID se vino de fiesta con nosotros. Destrozamos la ciudad, NOS LO COMIMOS TODO (otra vez), llamamos a los camellos más veces de las que hubiéramos deseado, y acabamos al día siguiente, LUNES, de nuevo, en la Estación De Francia a las dos de la tarde. David se corrió la juerga de su vida. Lo llevamos a todas partes, nos metimos en los peores tugurios, la liamos de lo lindo y lo tratamos como si fuera uno de nosotros. Esta vez insistimos en pagarle el billete a David y nos despedimos de él hasta el próximo Domingo. Desde entonces, desde ese día, le llamamos DAVID PASTILLAS. Con el tiempo y por causas lógicas, se ha quedado en PASTIS (qué también mola y sigue diciendo lo mismo).
Unas semanas después, me contó que había conseguido su primer curro como DJ en la sala 2 de LA SALA DEL CEL, los Domingos por la tarde. Y francamente, me alegré mucho por el chaval. Estaba seguro de que iba a liar una buena. Y fijaros lo seguro que estaba, que cuando en el '94 el Ocho cerró de madrugada para abrir de noche y tuve que dejar mi residencia en Pont Aeri (pinchaba todos los Sábados de 1 a 2 de la mañana), cuando Ramón Escudero me preguntó que a quién podía poner en mi lugar para reemplazarme, le dije que pusiera a un nano que se llamaba David Pastillas. A Ramón no le sonaba de nada, pero le dije que confiara en mí y que no se preocupara, porque haría MUY BUENAS MIGAS CON DAVID BUENROLLO, que trabajaba en Pont Aeri desde que yo empecé mi residencia. Y fíjate lo que ha llovido desde entonces.