El proceso Tujachevski y la conspiración anticomunista en el Ejército
El 26 de mayo de 1937, el mariscal Tujachevski y los comandantes Yakir, Uborevoch, Eideman,
Putna, Ferdman y Primakov fueron arrestados y juzgados ante un Tribunal Militar. El 12 de julio, se hizo
pública su ejecución.
Desde principios de mayo, se sospechaba de ellos. El 8 de mayo, el sistema de los comisarios
políticos fue reintroducido en el Ejército. Esta reintroducción del sistema que databa de la guerra civil,
reflejaba el temor del Partido a las tendencias bonapartistas en el seno del Ejército (Getty, p.167).
Unas instrucciones del 13 de mayo de 1927 del Comisariado de la Defensa había puesto fin al
control ejercido por los comisarios políticos sobre la oficialidad superior. El comandante militar recibió la
responsabilidad para "la dirección política general, con el fin de realizar una coordinación integral de los
asuntos militares y políticos en las unidades". Su "asistente político" devino el responsable para "el
conjunto del trabajo del Partido"; éste debía informar al comandante sobre las condiciones políticas de la
unidad. (Carr, Foundations of a planned economy vol. II, p.352). La Academia Político-Militar Tolmachev de
Leningrado y los comisarios de distrito militar de Bielorrusia protestaron contra "la depreciación y la
disminución del papel de los órganos políticos del Partido" (Carr, p.327). Blomberg, un oficial superior
alemán, hizo un informe después de su misión en la URSS en 1928. Y anotó: "puntos de vista puramente
militares toman cada vez más importancia; todo el resto le está subordinado" (Carr, p.320).
Como muchos soldados venían del campo, la influencia de los kulaks se hizo sentir muy
fuertemente. Unshlikht, oficial superior, afirmaba en 1928 y 1929 que el peligro de desviaciones
socialdemócratas era más grande en el Ejército que en las organizaciones civiles del partido (Carr, p.331).
En 1930, el 10% del cuerpo de oficiales, es decir unos 4.500 militares, eran antiguos oficiales
zaristas. Cuando la depuración de las instituciones en otoño de 1929, Unshlicht había prohibido el
lanzamiento de un movimiento amplio contra los antiguos oficiales zaristas en el Ejército (Carr, p.317).
Todos estos elementos indicaban fuertes influencias burguesas, que persistieron en el curso de los
años 20-30 y que hicieron del Ejército uno de los cuerpos menos fiables del sistema socialista.
¿Complot?
V. Likhachev era, en 1937-38, oficial del Ejército Rojo en Extremo Oriente. En su libro La
conspiración en Extremo Oriente, mostró que efectivamente había una amplia conspiración en el seno del
Ejército (Getty, p.255).
El periodista Alexandre Werth escribió en su libro Moscú 41 un capítulo titulado El proceso de
Tujachevski. En él se lee: "Estoy convencido de que la purga en el Ejércto Rojo tenía mucho que ver con el
temor de Stalin a una guerra inminente con Alemania. ¿Quién era Tujachevski? Los agentes del "Décimo
Buró" francés me habían dicho hacia tiempo que Tujachevski era pro-alemán. Y los checos me contaban la
historia extraordinaria de la visita de Tujachevski a Praga, en donde después de un banquete -y estando
muy borracho- dejó escapar que un acuerdo con Hitler era la única esperanza para Checoslovaquia y para
Rusia. Y comenzó a injuriar a Stalin. Los checos enviaron informes sobre ello al Kremlim, y eso fue el fin de Tujachevski... y de muchos de sus partidarios" (Citado en Harpal Brar, Perestroika, published by Harpal
Brar, London 1992, p. 161).
Robert Coulondre era embajador de Francia en Moscú entre 1936-38. En sus Memorias, evoca el
terror de la Revolución francesa que, en 1792, aplastó a la aristocracia y preparó al pueblo francés para la
guerra contra los Estados reaccionarios europeos. En aquella época, los enemigos de la revolución
francesa, y sobre todo Inglaterra y Rusia, habían interpretado el terror francés revolucionario como un
signo precursor del hundimiento del régimen. No obstante, sucedió lo contrario. "Lo mismo -dice
Coulondre-, pasa hoy con la revolución soviética". "Poco después del arresto de Tujachevski, el ministro de
Lituania, que estaba ligado a varios dirigentes bolcheviques, me dijo que el mariscal, irritado por las trabas
que le ponía el Partido comunista al desarrollo de la potencia militar rusa, sobre todo a una buena
organización del Ejército, había tomado la cabeza de un movimiento que tenía como objetivo yugular al
Partido e instituir una dictadura militar. (...) Mi correspondencia puede testimoniar que di al 'terror
soviético' su sentido verdadero. No se puede llegar a la conclusión -no he cesado de repetirlo- de que o el
régimen se hace fiable o de que las fuerzas rusas se agotan. Por el contrario, es la crisis de crecimiento de
un país en desarrollo rápido" (Coulondre Robert, De Stalin a Hitler, Ed. Hachette, 1950, p.82-84).
Churchill describió en sus Memorias como Hitler había prometido a Benés, Presidente de
Checoslovaquia, respetar la integridad de su país, a condición de que se comprometiera a ser neutral en
caso de guerra franco-alemana. "Durante el otoño de 1936, el Presidente Benés recibió un mensaje de una
alta personalidad militar alemana, informándole de que si quería beneficiarse de los ofrecimientos de Hitler,
sólo debía darse prisa, porque muy pronto iban a pasar acontecimientos importantes en Rusia que
permitirían a Alemania "prescindir" de la ayuda de los checos. Mientras que Benés meditaba sobre el
sentido de esta alusión inquietante, supo que el gobierno alemán estaba en contacto con importantes
personalidades rusas por el canal de la embajada soviética en Praga. Esto formaba parte de lo que se llamó
la conspiración militar y el complot de la vieja guardia comunista, que apuntaba a la destitución de Stalin y
a introducir en Rusia un nuevo régimen cuya política tenía que ser pro-alemana. Poco después, fue
practicada en la Rusia soviética una despiadada purga, sin duda útil, que depuró a los medios políticos y
económicos. (...) El Ejército ruso también fue purgado de elementos pro-alemanes y su valor militar se ha
resentido cruelmente. El gobierno soviético, en lo sucesivo, estará más prevenido contra Alemania.
Entiendo bien que Hitler lee muy claro los acontecimientos, pero, por todo lo que yo se, los gobiernos
británico y francés no han sido suficientemente informados de lo que pasaba. Para M. Chamberlain, como
para los estados mayores británico y francés, la depuración de 1937 aparece sobre todo como el episodio
de una rivalidad que desgarra al Ejército ruso, y les da la imagen de una Unión Soviética cortada en dos
por odios y venganzas inexplicables" (Churchill, La Segunda Guerra Mundial, Círculo de bibliografía, 1965,
vol. I, p.295-296).
El trotskista Deutscher raramente pierde la ocasión para denigrar a Stalin. Por lo tanto, aunque
afirma que en la base de los procesos de Moscú, sólo hay una "conspiración imaginaria", se ve obligado a
escribir a propósito de la ejecución de Tujachevski: "Todas las versiones no estalinianas concuerdan sobre
un punto: los generales proyectaban un golpe de Estado. Lo hacían por razones personales y sobre su
propia iniciativa, sin haberse concertado antes con ninguna potencia extranjera. El episodio de este golpe
de Estado debía ser una revuelta contra el palacio del Kremlin y debía acabar con el asesinato de Stalin.
Una operación militar decisiva estaba igualmente proyectada fuera del Kremlin, la toma por asalto del
cuartel general de la GPU. Tujachevski era el alma de la conspiración. (...) Era pues él solo, de todos los
jefes militares y civiles de la época, el que, por muchas consideraciones, se parecía al Bonaparte original y
que habría podido jugar un papel de Primer Consul ruso. El comisario político en jefe del ejército, Gamarik,
que más tarde se suicidó, formaba parte del complot. El general Yakir, comandante de Leningrado, debía
asegurar la cooperación de la guarnición. Los generales Uborevirch, comandante de la Academia militar de
Moscú, Primatov, adjunto de Budionny a la cabeza de la caballería, y algunos otros, estaban
comprometidos en el complot" (Deutscher: Stalin éd. Gallimard. 1973, p.385-386). Deutscher,
anticomunista consecuente, hasta cuando acepta la verdad del complot de Tujachevski, se da prisa en
subrayar las "buenas intenciones" de los organizadores del complot, que querían "salvar al ejército y al país
de la locura terrorífica provocada por las purgas" y asegura a sus lectores que Tujachevski no se movía "en
interés de Alemania"... (Deutscher, p.10). El nazi León Degrell, en un escrito de 1977, hace referencia al
caso Tujachevski en estos términos: "¿Quién en la Francia de la Revolución, pudo haber pensado, durante
los crímenes del Terror, que surgiría, poco después, un Bonaparte que enderezaría, con su puño de hierro,
la Francia caída al fondo del abismo? ¡Algunos años más, y este Bonaparte estuvo próximo a crear una
Europa unida!" "Un Bonaparte ruso también pudo surgir. El joven mariscal Tujachevski que Stalin mató bajo los
consejos de Benés, tenía esa talla en 1937" (Narvaez Luis, Degrell me ha dicho, Faceta de Degrell, Ed. de
Baucens, Bruselas, 1977. p.360-361). Reproducimos también la opinión de Molotov, el único miembro del
Buró Político de 1953 que, con Kaganovitch, no ha renegado jamás de su pasado revolucionario. En el
curso de los años 80, recordando la situación del año 1937, cuando la depuración se puso en marcha
"Reinaba una tensión extrema. Durante este período, era necesario actuar sin la más mínima piedad. Creo
que estaba justificado. Si Tujachevski, Yakir y Zinoviev hubiesen lanzado sus operaciones en tiempos de
guerra, hubiese habido una lucha extremadamente dura, el número de víctimas habría sido colosal.
¡Colosal! Los dos lados habrían estado condenados al desastre. Tenían alianzas que se remontaban hasta
con Hitler. Y lejos, Trotski tenían lazos parecidos. No podíamos tener dudas. Hitler era un aventurero y
Trotski también, los dos tenían rasgos parecidos. Y los derechistas, Bujarin y Rykov, estaban unidos a ellos.
Y, seguro, otros muchos dirigentes militares". (Tchuchev Félix, Ciento cuarenta conversaciones con Molotov
Ed. Terra, Moscú, 1991 (en ruso), p.413).
La tendencia militarista y bonapartista
En un estudio financiero del ejército americano y realizado en el marco de la Rand Corporation,
Román Kolkowicz analizó, desde el punto de vista reaccionario reinante en los servicios de Inteligencia
militar, las relaciones entre el Partido y el Ejército en la Unión Soviética. Es interesante hacer notar como
defiende todas las tendencias al profesionalismo, al apoliticismo, al militarismo y a los privilegios que se
desarrollaron, desde los años 20, en el seno del Ejército Rojo. Y, está claro que Kolkowicz echa la culpa a
Stalin por haber reprimido estas tendencias burguesas y militaristas.
Después de haber descrito como Stalin ha definido, en el curso de los años 20, el estatuto del
Ejército en la sociedad socialista, Kolkowicz escribe: "El Ejército Rojo salió de este proceso como un
agregado de la élite del Partido en el poder; se les prohibía a los oficiales su entera autoridad, necesaria
para practicar la profesión militar; estaban vigilados en un estado permanente de incertidumbre sobre su
carrera y la comunidad militar, que tiende a la exclusividad, era mantenida abierta a la fuerza, gracias a un
sistema elaborado de control y de adoctrinamiento". "Stalin comenzó un programa masivo para asegurar
armas al Ejército soviético, equipos y una logística moderna, pero le faltó preocuparse por la tendencia de
los militares hacia el elitismo y la exclusividad, una propensión que crece con su renacimiento profesional.
Esta desconfianza era tan dominante que en el momento en que el peligro inminente de guerra se
presentaba en Europa, Stalin golpeó a los militares durante las purgas masivas de 1937. (...) Encerrados
por todos los lados por la policía secreta, los órganos políticos y las organizaciones del Partido y del
Komsomol, la libertad de acción de los militares se encontraba severamente limitada".
Es interesante anotar lo que el Ejército americano "detesta" más del Ejército Rojo: la formación
política ("adoctrinamiento") y el control político (por los órganos políticos, el Partido, el Komsomol y la
Seguridad del Estado). En revancha, el Ejército americano ve con buenos ojos las tendencias a la
autonomía y a los privilegios de los oficiales superiores ("elitismo") y el militarismo ("la exclusividad").
Las Purgas son analizadas por Kolkowicz como una etapa en la lucha del Partido, dirigida por Stalin
contra las tendencias "profesionalistas" y bonapartistas entre los oficiales superiores. Estas corrientes
burguesas sólo se han podido imponer después de la muerte de Stalin. "Con la muerte de Stalin y la
división en el seno de la dirección del partido que le siguió, los mecanismos de control se fueron debilitando
y los intereses y valores propios de los militares se expresaban abiertamente. En la persona del mariscal
Zhukov, amplios sectores del ejército encontraron su portavoz. Zhukov logró desembarazar a la élite militar
del control "invasor" de los órganos políticos; introdujo una estricta disciplina y la separación de los grados
militares y pidió la rehabilitación de los dirigentes militares depurados y el castigo de los que les habían
atormentado" (Roman Kolkowicz, The soviet military and the communist party, Princeron University Press.
1967, p.343-344). Zhukov fue el brazo armado de Khruschev durante los dos golpes de Estado en 1953 (el
proceso Beria) y en 1957 (el proceso Molotov-Malenkov-Kaganovitch).
Vlassov
Pero, ¿no es aberrante suponer que generales del Ejército Rojo hayan podido tomar en
consideración el colaborar con Hitler? Si no eran buenos comunistas estos militares, al menos ¿no eran ni
nacionalistas?
http://www.pcoe.net
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A estas preguntas, respondemos en primer lugar por una contra-pregunta. ¿por qué esta hipótesis
es más aberrante en la Unión Soviética que en Francia, por ejemplo? El hundimiento del capitalismo en la
URSS y la dura lucha de clases contra la burguesía, ¿no constituían para todas las fuerzas nostálgicas de la
libre empresa, motivo suplementario para colaborar con el "capitalismo dinámico" alemán? El mariscal
Pétain, el vencedor de Verdún, ¿no era, acaso el símbolo del patriotismo francés? El general Weygand y el
almirante Darlan, ¿no eran los defensores encarnizados del colonialismo francés? No obstante, llegaron a
ser personajes clave del colaboracionismo francés.
Y la guerra mundial, ¿no ha demostrado que esta misma tendencia existía completamente entre
ciertos oficiales soviéticos?
El general Vlassov jugó un papel importante en la defensa de Moscú, en 1941. Hecho prisionero en
1942 por los alemanes, se pasó a su lado. Pero fue sólo el 16 de septiembre de 1944, después de una
entrevista con Himmler, cuando recibió la autorización oficial de crear su "Ejército de Liberación Ruso",
mientras que ya en 1943 había formado su primera división. Otros oficiales prisioneros se pusieron también
al servicio de los nazis, de los que damos a continuación sus nombres.
El mayor general Trukhin, jefe de la sección operacional del Estado Mayor de la región del Báltico,
profesor de la Academia del Estado Mayor general. El mayor general Malychkin jefe del Estado Mayor del
19º Ejército. El mayor general Blagovechtchenski, comandante de brigada; Chapovalov, comandante de
tiradores, y Meandrov. El comisario de brigada Jilenkov, miembro del Consejo militar de la 32° Ejército. Los
coroneles Maltzev, Zvérev, Nérianin y Buniatchecho, comandantes de la 389° división blindada. El capitán
Bytchkov y el comandante Domanov (Tiempos Nuevos, nº 43, 1990, p.36-39).
Para justificar su deserción al lado de los nazis, Vlassov publicó la carta abierta: ¿Por qué me he
comprometido en la lucha contra el bolchevismo? Lo que dice en la carta es extremadamente instructivo.
En primer lugar, su crítica del régimen soviético se parece como dos gotas de agua a las difundidas
tanto por Trotski, como por la derecha occidental. "Veía que el obrero ruso llevaba una vida penosa, que
los campesinos habían estado metidos por la fuerza en los koljoses, que millones de rusos desaparecían,
detenidos sin ninguna forma de proceso. (...) El sistema de los comisarios desmantelaba al Ejército Rojo.
La irresponsabilidad, la vigilancia, el espionaje hacían del mando un juguete en las manos de los
funcionarios del partido tanto de civil como con uniforme. (...) Millares de los mejores comandantes,
incluyendo los mariscales, han sido detenidos y fusilados". Se notará en este propósito, que Vlassov era
partidario del ejército profesional, celoso de la autonomía militar, de deshacerse del control del Partido,
exactamente como lo quería el estudio del Ejército americano que hemos citado más arriba.
Después Vlassov explica cómo su derrotismo lo ha llevado a unirse a los nazis. Veremos más
adelante que la propaganda derrotista había sido llevada con encarnizamiento por Trotski y los trotskistas.
"Veía que la guerra estaba a punto de perderse por dos razones: a causa del rechazo del pueblo ruso a
defender el poder bolchevique y al sistema de violencia que había creado, y a causa de la dirección
irresponsable del Ejército". Finalmente, con el lenguaje "anticapitalista" utilizado por los nazis, Vlassov
explica... que la Nueva Rusia debe integrarse en el sistema capitalista e imperialista europeo. "(Es
necesario) construir una Rusia Nueva, sin bolcheviques y sin capitalistas. (...) Los intereses del pueblo ruso
se han sabido siempre armonizar con los del pueblo alemán, con los intereses de todos los pueblos de
Europa. El bolchevismo ha aislado al pueblo ruso de Europa con un muro impenetrable" (Tiempos Nuevos,
n° 43, 1990, p.36-39).
Soljenitsin
Queremos abrir aquí un breve paréntesis sobre la obra de Soljenitsin.
En 1989, el periódico belga de la IV Internacional trotskista aconsejaba a sus jóvenes lectores que
quisieran familiarizarse con los "horrores" del estalinismo, la lectura de dos autores: Soljenitsin y Conquest.
Tres años más tarde, hemos encontrado en el periódico del partido fascista "Vlaams Blok" un artículo
consagrado al comunismo. Se podía leer que ningún hombre sensato podía reclamarse del comunismo,
después de que Soljenisin y Conquest nos han revelado toda la verdad sobre la barbarie inherente a ese
sistema...
La construcción del socialismo, que encarnaba los intereses de la gran mayoría de la población
soviética, ha debido realizarse a través de luchas muy encarnizadas contra un cinco a un diez por ciento de
la población de explotadores del viejo régimen y de los que sufrían la influencia de las antiguas y nuevas
fuerzas reaccionarias. De toda la población sólo de un 5 a un 10% se oponían al socialismo de forma
consecuente, en total unas 8 o 10 millones de personas... La industrialización socialista, la colectivización de la agricultura, la revolución cultural, la depuración y finalmente la resistencia antifascista, han sido cinco
batallas de una envergadura histórica, que han opuesto a las masas obreras y trabajadoras de un lado y a
las antiguas clases explotadoras y al imperialismo del otro.
Aceptemos por un instante la hipótesis de que unos 15 millones de personas experimentaron, de
una u otra forma, la represión en el curso del gigantesco seísmo humano de los años treinta y cuarenta en
la Unión Soviética. Todo el abanico de los adversarios del socialismo, desde Hitler a Bush, han pintado con
brocha gorda la suerte miserable y los sufrimientos intolerables de los que fueron reprimidos por el
socialismo naciente.
El maestro de todas estos "pintores" es Soljenitsin, la voz autorizada del 5% de zaristas,
especuladores, kulaks, mafiosos y de futuros vlassovianos. Una frase resume a su panfletario El
Archipiélago Gulag, obra maestra de este contrarrevolucionario irreductible: "Decidme, ¿Stalin pertenece al
movimiento comunista universal? Porque, según yo, no se eleva más allá del Código criminal. ¿Es que los
pueblos del mundo entero se acuerdan de él con afecto? Mas, no aquellos que él enterró, a quienes ha
hecho marchar con el látigo" (Soljenitsin, El Archipiélago, 1974, Tomo I, p.312).
Soljenitzin, literato zarista, vivió un dilema cruel durante la ocupación nazi. Como chovinista,
detestaba a los invasores alemanes. Pero, aborrecía al socialismo con una pasión bastante más feroz.
También tuvo tiernos pensamientos hacia el general Vlassov, el más célebre de los colaboracionistas nazis.
Si Soljenitsin lamentaba sólo algo, el coqueteo de Vlassov con Hitler, proclamó ardorosamente su odio
hacia el bolchevismo.
¿El general Vlassov colaboró con los nazis después de ser hecho prisionero? Soljenitsin se esfuerza
por explicar y justificar su traición. Y escribió: "Cierto, ¡ha habido traición a la patria! Cierto, ha habido un
abandono pérfido y egoísta. Pero por parte de Stalin: impericia e incuria en la preparación de la guerra,
desconcierto y cobardía en su mando, sacrificio absurdo de ejércitos y de cuerpos de ejército, con el único
fin de salvar su uniforme de mariscal. ¿Hay una traición más amarga por parte de un comandante
supremo?" (Archipiélago, T-I p.187).
¿Hubo rusos que se alistaron en el ejército nazi para combatir al pueblo soviético? Pero -dice
Soljenitsin-, ¡fue el régimen criminal de Stalin quien los empujó! "Sólo en última extremo, en el colmo de
su desesperación, el odio insaciable hacia el régimen soviético, les condujo a las "unidades Vlassov" (Idem,
p.189) Por otra parte, dice Soljenitsin, los colaboracionistas eran más anticomunistas que pro-nazis. "Sólo
fue en el otoño de 1944 que se empezaron a constituir las divisiones vlassonianas integralmente rusas. El
primero y el último actos de independencia de estas divisiones Vlassov fue la de asestar un golpe... ¡a los
alemanes! Vlassov dio la orden a sus divisiones de pasarse al lado de los checos sublevados" (Idem,
p.191). Fábula que ha sido repetida por todos los criminales nazis de los diferentes países: ¡cuando los
fascistas alemanes estaban en vísperas de su derrota, todos sus colaboradores han "descubierto" su
vocación "nacional e independiente" y han recordado su "oposición" a los alemanes, para encontrar
protección bajo las alas protectoras del imperialismo USA!
Soljenitzin no reprocha a los alemanes que fueran fascistas, incluso que fueran fascistas bestiales y
miopes. Si hubiesen sido inteligentes, los nazis alemanes habrían reconocido el valor de sus hermanos de
armas rusos y les hubiesen dado una cierta autonomía. "Con una miopía y un engreimiento obtuso, los
alemanes, a los nuestros (a los vlassovianos) sólo les permitieron morir por el Reich, sin permitirles pensar
en un destino ruso independiente" (Idem, p.193).
Cuando la guerra aún causaba estragos y el nazismo estaba lejos de ser derrotado definitivamente,
¡Soljenitsin empezaba ya a preocuparse por la suerte "humana" de los criminales vlassovianos detenidos!
Describe una escena después de la limpieza de una bolsa nazi en territorio soviético. "Apercibí a un hombre
a pie vestido con un pantalón alemán, arqueado, desnudo, la cara, el pecho, los hombros y la espalda todo
ensangrentado. Se expresaba en un ruso sin acento, me llamaba para que le ayudase. Un sargento le hacía
avanzar delante de él a golpes de látigo. Pues bien, tuve miedo de defender a este vlassoviano contra el
sargento de las Sección especial. (...) Esta imagen ha quedado para siempre grabada en mis ojos. Porque
es casi el símbolo del Archipiélago Gulag, con el que podría ilustrar la portada de este libro" (Idem, p.189-
190). Deberíamos agradecerle a Soljenitsin esta confesión desconcertante: ya que el hombre que
encarnaba mejor a los "millones de víctimas del estalinismo", ¡era precisamente un colaborador de los
nazis! Una organización clandestina anticomunista en el Ejército Rojo
En general, las depuraciones en el Ejército Rojo son presentadas como actos de represión ciega,
marcados por la locura y la arbitrariedad; estos procesos habrían sido montados pieza a pieza, de manera
diabólica, solo para asegurar la dictadura personal de Stalin.
¿Qué hay de ello en realidad? Un ejemplo concreto y excesivamente interesante permite captar
ciertos aspectos esenciales. Un coronel del Ejército soviético, G.A. Tokaïev, se pasó a los ingleses en 1948.
Escribió un libro titulado Camarada X, verdadera mina de oro para el que busca captar la complejidad de la
lucha en el seno del partido bolchevique (Tokaïev G. A: Camarada X, Harvill Press, Londres, 1956).
Ingeniero en mecánica especialista en aeronáutica, Tokaïev fue, de 1937 a 1948, secretario político de la
mayor rama del Partido en la Academia de las Fuerzas Aéreas Zhukosski. Estaba, pues, entre los cuadros
superiores (Tokaïev, p.84). Cuando entró en el Partido en 1931, con 22 años, Tokaïev era ya miembro de
una organización anticomunista clandestina. ¡A cuya cabeza se encontraba un oficial superior del Ejército
Rojo, miembro influyente del C.C. del Partido bolchevique! El grupo de Tokaïev tenía conferencias secretas,
adoptaba resoluciones y enviaba emisarios a todas las partes del país.
A través de su libro, desarrolla las ideas políticas de su grupo clandestino. Aún teniendo en la cabeza
los recientes desarrollos en la Unión Soviética, la lectura de los principales puntos del programa adoptado
por esta organización anticomunista clandestina nos permite formular la conclusión siguiente: el programa
anticomunista, adoptado por los conspiradores en 1931-1941, y por el cual corrían el riesgo de ir a parar a
un piquete de ejecución en caso de ser descubiertos, este mismo programa salió del armario y fue
enarbolado como un estandarte desde 1985 por el nuevo secretario general del partido, el señor
Gorbachov...
Pero, examinemos todo esto de más cerca. Tokaïev se presenta en primer lugar como "un liberal y
demócrata revolucionario" (Tokaïev, p.1). "Éramos -afirma él- enemigos de todo aquel que pensase dividir
el mundo en "nosotros" y "ellos", en comunistas y anticomunistas" (Tokaïev, p.5).
El grupo Tokaïev "proclama el ideal de la fraternidad universal" y considera al cristianismo “como
uno de los grandes sistemas de valores humanos universales” (Tokaïev, p.220).
El grupo Tokaïev era partidario del régimen burgués instalado por la revolución de Febrero. "La
revolución de Febrero representaba al menos un fulgor de democracia que indicaba una fe latente en la
democracia entre los hombres de la calle" (Tokaïev, p.75).
En el grupo de Tokaïev, se hacía circular un periódico de los mencheviques en el extranjero
Sozialistichesky Vestnik, y el libro del menchevique G. Aaronson El alba del terror Rojo (Tokaïev, p.8).
Tokaïev reconoce el parentesco de su organización y la socialdemocracia internacional. "El movimiento
democrático revolucionario está próximo a los socialistas democráticos. He trabajado en estrecha
cooperación con muchos socialistas convencidos, como Kurt Schumacher. Hombres como Attlee, Bevin,
Spaark y Blum significaban mucho para la humanidad" (Tokaïev, p.45).
Tokaïev luchaba también, por los "derechos del hombre", ¡de todos los anticomunistas, claro!. "A
nuestros ojos, no había tarea más urgente e importante para la URSS que la lucha por los derechos del
hombre, del individuo" (Tokaïev, p.15). El multipartidismo y la división de la URSS en repúblicas
independientes eran los dos puntos esenciales del programa de los conspiradores.
El grupo de Tokaïev, en donde la mayoría de sus miembros eran aparentemente nacionalistas de la
región del Cáucaso, basaban su acuerdo con un plan de Yenukidze que "ambicionaba la destrucción del
estalinismo hasta sus raíces y reemplazar a la URSS reaccionaria de Stalin por una "unión libre de pueblos
libres". El país sería dividido de golpe en diez regiones naturales: los Estados Unidos del Cáucaso del Norte;
la República Democrática Ucraniana, la República Democrática de Moscú, de Siberia, etc." (Tokaïev, p.21).
En el curso del año 1939, estudiaban un plan para derribar al gobierno de Stalin. El grupo Tokaïev
se preparó para "buscar un apoyo exterior, en particular de la II Internacional, y de elegir una nueva
Asamblea Constituyente cuya primera medida sería poner fin al sistema de partido único" (Tokaïev, p.160).
El grupo clandestino de Tokaïev se empeñó en una lucha a muerte contra la dirección del Partido.
"En el curso del verano de 1935, nosotros los opositores, militares y civiles, nos dábamos plena cuenta de
que nos habíamos metido en una lucha a muerte" (Tokaïev, p.17).
En fin, Tokaïev es de la opinión que Inglaterra "es el país más libre y más democrático del mundo"
(Tokaïev, p.189). Y sobre la Segunda Guerra mundial: "Mis amigos y yo mismo éramos grandes
admiradores de los EE.UU." (Tokaïev, p.274). Es bastante asombroso ver que, tenemos ahí, casi punto por
punto, el programa del señor Gorbachov. A partir de 1985, las ideas que defendían entre 1931-1941 las
organizaciones anticomunistas clandestinas, han aflorado a la cabeza del Partido. Gorbachov ha denunciado la división del mundo entre socialismo y capitalismo y se ha convertido a los "valores universales". El
acercamiento con la socialdemocracia, Gorbachov la predicó abiertamente a partir de 1986. El
multipartidismo fue una hecho en la URSS en 1989. Lo que la Revolución de Febrero había aportado a
Rusia como "la esperanza democrática", Eltsin acaba de recordárselo al señor Chirac. La transformación de
"la Unión Soviética reaccionaria" en una Unión de Repúblicas libres, ha sido realizada...
¿Quiénes formaban parte del grupo clandestino de Tokaïev?
Se trataba esencialmente de oficiales del Ejército Rojo, a menudo de jóvenes oficiales salidos de las
Academias militares. Y su jefe -del que no citaron nunca su nombre verdadero-, el "Camarada X", era un
oficial superior, miembro del Comité Central a lo largo de los años treinta y cuarenta.
Riz, capitán-teniente en las Fuerzas Navales, fue el jefe del movimiento clandestino en la Flota del
mar Negro. Cuatro veces expulsado del Partido y cuatro veces readmitido (Tokaïev, p.6).
El general Osepyan -¡vicejefe de la Administración política de las Fuerzas Armadas!-, y Alksnis
estaban entre los principales responsables de la organización clandestina. Todos ellos muy ligados al
general Kashirin. Estos tres últimos fueron detenidos y ejecutados en el proceso Tujachevski (Tokaïev,
p.118). Algunos otros nombres: El teniente coronel Gaï, muerto en 1936. El coronel Kosmodemyansky que
"había iniciado una tentativa heroica demasiado prematura para hundir a la oligarquía de Stalin" (Tokaïev,
p.215). El coronel-general Todorsky, jefe de la Academia Zhukovsky y Smolensky, comisario de división,
vicejefe de la Academia, responsable de los asuntos políticos (Tokaïev, p.28).
En Ucrania, el grupo se apoyaba en Nikolaï Generalov, al que Tokaïev reencontró en 1931 durante
una reunión clandestina en Moscú, y en Lentzer. Los dos fueron detenidos en Dniepropetrovst en 1936
(Tokaïev, p.9 y 47).
Katya Okman, la hija de un viejo bolchevique, que entró en conflicto con el Partido a principios de la
revolución, y Klava Yeryomenko, ucraniana, viuda de un oficial de la aviación naval de Sebastopol,
aseguraban los contactos a través de todo el país. Cuando la depuración del grupo de Bujarin (el
"desviacionismo de derecha") y del mariscal Tujachevski, la mayor parte del grupo de Tokaïev fue detenido
y fusilado. "Los círculos próximos al "Camarada X" fueron casi completamente diezmados. La mayor parte
detenidos en relación a la 'desviación derechista' " (Tokaïev, p.84).
Nuestra situación, dice Tokaïev, era trágica. Uno de los cuadros, Belinsky, remarcó que nos
estábamos equivocando creyendo que Stalin era un incapaz que no podría realizar jamás la
industrialización y el desarrollo cultural. Riz le replicó que estaba equivocado, que de lo que se trataba era
de una lucha de generaciones y que lo que había que hacer era prepararse para el después de Stalin..."
(Tokaïev, p.75) Siendo ellos mismos una plataforma anticomunista, la organización clandestina de Tokaïev
mantenía estrechos contactos con las fracciones de los "comunistas-reformistas" en el seno de la dirección
del Partido.
En junio de 1935, Tokaïev fue enviado al Sur. Nos hace en su libro algunas revelaciones a propósito
de Yénukidze y de Shédboldayev, dos bolcheviques "estalinistas", considerados corrientemente como
víctimas típicas de la arbitrariedad de Stalin. "Una de las tareas era intentar prevenir un ataque contra
ciertos dirigentes de la oposición del mar de Azov, del mar Negro y del Cáucaso Norte, en donde el jefe era
B.P. Sheboldayev, el Primer secretario del Comité del Partido y miembro del Comité Central. Nuestro
movimiento no estaba completamente de acuerdo con el grupo Sheboldayev-Yenukidze, pero sabíamos lo
que hacían y el "Camarada X" consideraba que era nuestro deber revolucionario ayudarles en un momento
de riesgo. Teníamos nuestras divergencias sobre detalles, pero se trataba de hombres valientes y
honorables, que en muchas ocasiones habían salvado a miembros de nuestro grupo, y que tenían una
suerte considerable en acertar" (Tokaïev, p.6). En 1935 "mis contactos personales me daban la posibilidad
de tener acceso a ciertos documentos muy secretos del Servicio Central del partido y que informaban sobre
"ABU" Yenukidze y su grupo. Los papeles nos ayudaron a descubrir lo que los estalinistas sabían sobre
todos los que trabajábamos contra ellos" (Tokaïev, p.17). "Yenukidze era un comunista convencido pero del
ala derecha. En los años 30, era probablemente el hombre más animoso en el Kremlin. El conflicto abierto
entre Stalin y Yenukidze databa, de hecho, de la ley del 1º de diciembre de 1934, que siguió
inmediatamente al asesinato de Kirov" (Tokaïev. p.18). "Yenukidze toleraba, bajo mano, a un puñado de
hombres que eran técnicamente eficaces y útiles a la comunidad, pero que eran anticomunistas" (Tokaïev,
p.20).
Yenukidze fue puesto en residencia vigilada a mediados de 1935. El teniente coronel Gaï, dirigente
de la organización de Tokaïev, organizó su huida. En Rostov sobre el Don, tuvieron una reunión con Sheboldayev, Primer secretario del Comité del Partido de la región Azov-Mar Negro, con Pivovarov, el
presidente del Soviet de la región y con Larin, el Primer ministro. Después Yenukidze y Gaï continuaron
hacia el sur, pero fueron sorprendidos por la KGB cerca de Bakú. Gaï mató a dos hombres y después se
suicidó" (Tokaïev, p.22).
El segundo grupo de oposición con el que la organización Tokaïev tuvo encuentros fue el de Bujarin.
Sus relaciones han sido descritas más arriba. Tokaïev afirma que su grupo mantenía contactos estrechos
con otra fracción que estaba en la cabeza del Partido, la del Jefe de la Seguridad, Yagoda."Conocíamos el
poder del jefe de la NKVD, Yagoda, en su papel, no de servidor, sino de enemigo del régimen" (Tokaïev,
p.7). Tokaïev dice que Yagoda protegió a muchos de sus hombres que estuvieron en peligro. Cuando la
detención de Yagoda, todos los lazos del grupo Tokaïev con la dirección de la Seguridad se perdieron. Para
su movimiento clandestino, fue un golpe muy duro... "El NKVD, ahora dirigido por Ejov, daba pasos
adelante. El Buró Político restringido había penetrado las conspiraciones del grupo Yenukidze-Sheboldayev
y el grupo Yagoda-Zelinsky, y había roto los contactos de la oposición con las instituciones centrales de la
policía política." "Yagoda fue despedido del NKVD y perdimos un eslabón importante para nuestro servicio
secreto de oposición" (Tokaïev, p.63).
¿Cuales eran las intenciones, los proyectos y las actividades del grupo Tokaïev?
"Mucho antes de 1934 -dice Tokaïev-, nuestro grupo tenía el proyecto de asesinar a Kirov y a
Kalinin, Presidente de la Unión Soviética. Finalmente, fue otro grupo quien ejecutó la operación contra
Kirov, un grupo con el cual estábamos en contacto" (Tokaïev, p.2). "En 1934, hubo una conspiración para
comenzar una revolución deteniendo a todos los estalinistas reunidos en el curso del XVII° Congreso del
Partido" (Tokaïev, p.37). Una camarada del grupo, Clava Yeryomenko, había propuesto, a mediados de
1936, matar a Stalin. Conocía a oficiales de la guardia de Stalin. El "Camarada X" lo rechazó, porque
habían habido ya 15 tentativas sin éxito, que habían causado numerosas pérdidas (Tokaïev, p.49). "En
agosto de 1936 mi conclusión era que deberíamos hacer preparativos inmediatos para una insurrección
armada general. Estaba seguro, en esa época, como lo estoy hoy en día, de que si el Camarada X hubiese
lanzado un llamamiento a las armas, habría tenido el apoyo directo de muchos de los grandes hombres de
la URSS. En 1936, Alknis, Yegorov, Osepyan y Kashirin le hubiesen apoyado" (Tokaïev, p.48). Hay que
remarcar que todos estos generales fueron ejecutados como consecuencia de la conspiración de
Tujachevski. Tokaïev piensa que ellos tenía en 1936 suficientes hombres en el Ejército como para realizar
un golpe de Estado y de que con Bujarin aún vivo, podría haber conseguido el apoyo de los campesinos.
"Uno de nuestros pilotos", dice Tokaïev, "había sometido al Camarada X y a Alksnis y Osepyan su plan para
bombardear el mausoleo de Lenin y el Buró Político" (Tokaïev, p. 34). "El 20 de noviembre de 1936, en
Moscú, el "Camarada X", durante una reunión clandestina de 5 miembros, propuso a Démocratov asesinar
a Ejov durante el VIII° Congreso extraordinario de los Soviets" (Tokaïev, p.64). "En abril de 1939,
organizamos un congreso de dirigentes de la oposición clandestina. Al lado de demócratas revolucionarios,
habían socialistas y militares de la oposición "de derechas" (bujarinistas). Adoptamos por primera vez una
resolución que definía al estalinismo como un fascismo contrarrevolucionario, una traición fascista a la clase
obrera. La resolución fue inmediatamente comunicada a personalidades eminentes del Partido y del
gobierno y conferencias similares fueron organizadas en otros centros. También evaluamos la suerte que
podía tener una insurrección armada contra Stalin en un futuro inmediato" (Tokaïev, p.156). Se nota que el
tema: "el bolchevismo es igual al fascismo" ha quedado como un común denominador, desde los años 30,
tanto para todos los complotistas militares soviéticos, como para los trotskistas, la socialdemocracia y
también para la derecha católica occidental.
Poco después, Tokaïev discute con un oficial superior del distrito militar de Leningrado, llamado
Smolninsky en la clandestinidad, de la posibilidad de un atentado contra Jdanov (Tokaïev, p.156-157).
A principios de 1941, algunos meses antes de la guerra, hubo otra reunión, en donde los
conspiradores discutieron la cuestión de un atentado contra Stalin en caso de guerra. Finalmente,
decidieron que no era oportuno. En primer lugar, no tenían ya suficientes hombres para dirigir el país. Y,
"en segundo lugar -dice Tokaïev-, en este momento, las masas no nos hubiesen seguido" (Tokaïev, p.160).
Cuando estalló la guerra, la dirección del Partido propuso a Tokaïev (que hablaba alemán) ir a dirigir la
guerra de los partisanos detrás de las líneas nazis. Los partisanos corrían, seguro, riesgos enormes. En este
momento, el "Camarada X" decidió que Tokaïev no debía aceptar: "Debíamos, si era posible, quedarnos en
los centros principales para estar prestos a la toma del poder, en el caso de que el régimen de Stalin se
hundiese" (Tokaïev, p.183). "El ‘Camarada X’ estaba convencido de que para Stalin era cuestión de todo o
nada. El problema estaba en que no podíamos considerar a Hitler como un libertador. Es el por qué, nos
decía el "Camarada X", debemos estar preparados para el hundimiento del régimen de Stalin, pero no debemos hacer nada por debilitarlo." Este punto de vista había sido discutido durante una reunión
clandestina, el 5 de julio de 1941 (Tokaïev, p.188). Después de la guerra, en 1947, Tokaïev fue encargado
de discutir con el profesor alemán Tank, "especialista en aeronáutica, para convencerlo de venir a trabajar
a la URSS". "Tank estaba dispuesto a trabajar sobre un avión de combate a reacción. Discutí este asunto
con algunos hombres clave. Participábamos de la idea, que era errónea, de creer que los ingenieros
aeronáuticos soviéticos no eran capaces de diseñar un bombardero a reacción, y de que tampoco estaba
entre los intereses del país el que ellos lo hiciesen.
Según nuestra opinión, la URSS no estaba realmente amenazada por enemigos exteriores. Por esta
razón, nuestros esfuerzos debían estar dirigidos hacia el debilitamiento y no hacia el reforzamiento del
imperialismo monopolista soviético, con la esperanza de hacer posible una revolución democrática"
(Tokaïev, p.352). Tokaïev reconoce aquí que el sabotaje económico es un medio de lucha por el poder.
Estos ejemplos dan una idea de la actividad conspirativa de este grupo militar clandestino, escondido en el
propio seno del Partido bolchevique, y de cómo sus supervivientes han podido ver sus "ideales" reconocidos
desde la llegada al poder de Khruschev, y llevados hasta su realización completa por Gorbachov.
La depuración de 1937-1938
La depuración propiamente dicha fue decidida después de la puesta a punto de la conspiración
militar de Tujachevski. El descubrimiento de un complot en la cabeza del Ejército Rojo, complot que tenía
ligazones con fracciones oportunistas del Partido, provocó un verdadero pánico.
Desde hacia varios años, la dirección del Partido tenía la convicción de que la guerra con el fascismo
era inevitable. El hecho de que los más altos jefes del Ejército Rojo y ciertos dirigentes del Partido
elaborasen secretamente los planes de un Golpe de Estado produjo un verdadero choc. Los dirigentes
bolcheviques tomaron conciencia de la gravedad del peligro interior y de sus relaciones con el exterior.
Stalin comprendió perfectamente que el enfrentamiento entre la Alemania nazi y la URSS costaría
millones de vidas soviéticas. La decisión de eliminar físicamente a la 5ª columna no era un signo de
"paranoia del dictador", como afirmaba la propaganda nazi, sino que mostraba la determinación de Stalin y
del Partido bolchevique de hacer frente al fascismo con una lucha a muerte. Eliminando a la 5º columna,
Stalin salvó la vida de varios millones de soviéticos. De lo contrario, estos muertos hubiesen sido el precio
suplementario a pagar, en caso de agresión exterior debido a los sabotajes, provocaciones y traiciones
interiores.
En un capítulo anterior, hemos visto como la campaña contra el burocratismo en el Partido, sobre
todo a niveles de las estructuras intermedias, tomó en 1937 una gran amplitud. En el curso del mismo año
1937, Yaroslavki atacó muy duramente al aparato burocrático. Afirmaba que en Sverdlovsk, la mitad de los
miembros de los presídiums de las instituciones gubernamentales habían sido cooptados. El Soviet de
Moscú sólo se reunía una vez por año. Algunos dirigentes no conocían ni de vista a sus subordinados. "Este
aparato del Partido, que debería ayudar al Partido, se interpone a menudo entre las masas del Partido y los
dirigentes del partido, reforzando, cada vez más, el alejamiento de los dirigentes de las masas" (Getty,
p.137).
Getty escribió: "El Centro intentaba desencadenar una crítica contra el escalón medio del aparato,
por medio de los activistas de la base. Sin la sanción oficial y la presión desde arriba, hubiese sido
imposible para la base organizar y mantener solos un movimiento parecido contra sus superiores
inmediatos" (Getty, p.155).
La actitud burocrática y arbitraria de los hombres de los aparatos provinciales estaba reforzada por
el hecho de que estos últimos poseían virtualmente el monopolio en el terreno de la experiencia
administrativa. La dirección bolchevique animaba a la base en su luchar contra las tendencias burocráticas
y burguesas. Getty dijo sobre ello: "El control popular desde abajo no era ingenuo; era más bien una
tentativa vana, pero sincera, de utilizar a los militantes de base para hacer estallar a los aparatos cerrados
de las regiones" (Getty, p.162).
A principios de 1937, un sátrapa como Rumiantsev, que dirigía la Región Occidental, un territorio
tan grande como un Estado europeo, no había podido ser destronado por las críticas de la base. Fue cazado
por arriba, por haber estado ligado al complot militar, en tanto que próximo a Uborevich. "Las dos
corrientes radicales de los años 30 habían convergido en julio de 1937, y la turbulencia que le siguió
destruyó a la burocracia. La campaña de Jdanov para hacer revivir al partido, y la caza a los enemigos de
Ejov, se fusionaron para crear un "terror populista" caótico que limpió al partido. (...) El populismo
antiburocrático y el terror policíaco destruyeron tanto a la burocracia como a los burócratas. El radicalismo había dado la vuelta a la máquina política y había destruido a la burocracia del partido" (Getty, p. 170-
171).
La lucha contra la infiltración nazi y la conspiración militar se fusionó con la lucha contra el
burocratismo y los empecinamientos feudales. Hubo una depuración revolucionaria desde arriba y desde
abajo. La depuración comenzó por una decisión-cuadro, firmada el 2 de julio de 1937 por Stalin y Molotov.
Ejov firmó enseguida las órdenes de ejecución, condenando a muerte a 75.950 personas cuya hostilidad
hacia el poder soviético era conocida: criminales de derecho común, kulaks, contrarrevolucionarios, espías
y elementos antisoviéticos. Los casos debían ser examinados por una troika compuesta por el secretario del
Partido, el Presidente del Soviet local y el jefe de la NKVD. Pero, a partir de septiembre de 1937, los
responsables de la depuración a nivel regional y los enviados especiales de la dirección introdujeron
peticiones para aumentar la cuota de los elementos antisoviéticos a ejecutar.
La depuración se caracterizó a menudo por su ineficacia y anarquía. Hasta el punto de ser detenido
por la NKVD de Minsk, el coronel Kutsner que tomó el tren para Moscú... ¡en donde recibió un puesto de
profesor en la Academia Frunzé! Citando los testimonios de Grigorenko y de Ginzburg, dos adversarios de
Stalin, Getty anota: "Una persona que sentía que su arresto era inminente, podía irse a otra ciudad y, por
regla general, evitaba así el arresto" (Getty, p.178).
Secretarios regionales del Partido trataban de probar su vigilancia denunciando y expulsando a un
gran número de cuadros inferiores y miembros ordinarios (Getty, p.178). Los opositores escondidos en el
seno del Partido intrigaban para expulsar a un máximo de cuadros comunistas locales. Sobre este
propósito, un oponente testimonió: "Intentamos expulsar a todos los militantes posibles del Partido.
Expulsamos a personas aún cuando no había ninguna razón para hacerlo. Teníamos un sólo objetivo:
aumentar el número de personas resentidas y así aumentar el número de nuestros aliados" (Getty, p.177).
Dirigir un país gigantesco, complejo y teniendo siempre grandes retrasos a recuperar, era una tarea
de una dificultad extrema. En los múltiples dominios estratégicos, Stalin se concentraba en la elaboración
de las líneas directrices generales. Después confiaba la puesta en aplicación a uno de sus adjuntos. Así,
para poder aplicar las líneas directrices de la depuración, reemplazó a Yagoda -un liberal que se había
pringado en los complots de los opositores-, por un viejo bolchevique de origen obrero, Ejov.
Pero, después de tres meses de depuración dirigida por Ejov, empezaron a encontrarse indicios de
que Stalin no estaba satisfecho del desarrollo de la operación. En octubre, Stalin intervino para afirmar que
los dirigentes económicos eran dignos de confianza. En diciembre de 1937, se celebró el vigésimo
aniversario de la NKVD. Un culto a la NKVD, "vanguardia del Partido y de la revolución", se desarrollaba
desde cierto tiempo en la prensa. Contra toda lo esperado, Stalin no apareció en el mitin central. Hasta
diciembre, tres diputados comisionados de la NKVD fueron destituidos de sus funciones (Getty, p.185).
En enero de 1938, el C.C. publicó una Resolución sobre los desarrollos de la depuración. En ella se
afirmaba la necesidad de la vigilancia y de la represión contra los enemigos y los espías. Pero, al mismo
tiempo criticaba la "falsa vigilancia" de ciertos secretarios del Partido que atacaban a la base para proteger
su propia posición. Empezaba así: "El pleno del C.C. del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión
Soviética estima que es necesario llamar la atención de las organizaciones del Partido y a sus dirigentes
sobre el hecho de que, dirigiendo en lo esencial sus esfuerzos hacia la depuración de sus filas de los
agentes trotskistas y derechistas del fascismo, se cometen errores y perversiones serias que impiden la
depuración del Partido de los agentes dobles, de los espías y saboteadores. A pesar de las directrices y de
las advertencias repetidas del C.C., las organizaciones del partido adoptan, en numerosos casos, unas
decisiones completamente erróneas, expulsan a comunistas partidarios, con una ligereza criminal"
(Resolutions..., editada por McNeal, p.188). La Resolución señaló dos grandes problemas organizacionales
y políticos que hacían desviar la depuración: la presencia de comunistas que buscaban únicamente hacer
carrera y la presencia, entre los cuadros, de enemigos infiltrados.
"Entre los comunistas hay siempre un cierto número de carreristas que no han sido descubiertos ni
desenmascarados. Estos buscan ganar influencia y conseguir promocionarse, recomendando expulsiones
del Partido, reprimiendo a miembros del Partido; buscando, al mismo tiempo, protegerse contra las
acusaciones eventuales de falta de vigilancia, reprimiendo de forma indiscriminada a miembros del Partido.
(...) Este género de comunistas-carreristas, siempre en busca de favores, difunden de forma indiscriminada
el pánico a propósito de los enemigos del pueblo; durante las reuniones del Partido, están siempre prestos
a clamar a gritos la expulsión de miembros del Partido por razones formalistas o sin razón alguna."
"Además, en numerosos casos, estas "denuncias" han sido asumidas por enemigos del pueblo camuflados,
saboteadores y agentes dobles, que montan -con el fin de crear provocación- acusaciones calumniosas
contra miembros del Partido, y bajo la apariencia de "vigilancia reforzada", buscan la expulsión del Partido de comunistas honestos y abnegados. Con ello, desvían los golpes sobre sus propias personas, con el fin de
retener las posiciones adquiridas en las filas del Partido. (...) Con estas medidas represivas, pretenden
golpear a nuestros cuadros bolcheviques y crear una atmósfera enrarecida de sospechas en nuestras filas."
Ahora queremos atraer la atención sobre una estafa criminal cometida por Khruschev. En su Informe
Secreto, consagró un capítulo entero a la denominada "gran purga". "Sirviéndose de una fórmula de
Stalin", dijo, "provocadores se habían infiltrado en los órganos de la Seguridad" que, junto a "carreristas
sin conciencia" sembraban el terror. ¡El lector se dará cuenta que estos son precisamente los dos tipos de
elementos hostiles contra los cuales Stalin ha puesto en guardia desde enero de 1938! Khruschev pretende
que estos provocadores y carreristas han podido servirse de las tesis de Stalin "cuando más nos
aproximamos al socialismo, más enemigos tenemos", fórmula inventada en su totalidad por Khruschev
(Lazitch, op.cit, p.8). Sí, hubo comunistas castigados injustamente, se han cometidos crímenes durante la
depuración. Pero con una gran clarividencia, Stalin denunció todo esto cuando la operación estaba en curso
desde hacia seis meses. ¡Dieciocho años más tarde, Khruschev tomará como pretexto esos actos criminales
de los provocadores y carreristas, denunciados en la época por Stalin, para denigrar la propia depuración y
para calumniar a Stalin!
Volvamos a la resolución de enero de 1938. Entre sus conclusiones, notemos esta: "Ha llegado el
momento de comprender que, la vigilancia bolchevique consiste, sobre todo, en la capacidad de
desenmascarar al enemigo, poco importa su inteligencia o su astucia, poco importa cómo usa su cobertura,
y nunca, en las expulsiones indiscriminadas y "a la buena de Dios", de decenas y centenares de personas,
de cada uno de los que logran tocar." (...) Es necesario, "poner fin a las expulsiones en masa del Partido de
forma indiscriminada y adoptar un acercamiento realmente individualizado y diferenciado en las cuestiones
de las expulsiones del Partido o de la reintegración de los expulsados como miembros con plenos
derechos." “(...) Es necesario, "destituir de sus puestos y hacerlos responsables de sus actos a los
dirigentes del partido que expulsan a miembros sin verificar cuidadosamente todos los materiales o que
toman una actitud arbitraria hacia sus miembros" (Idem, p.190-194).
Tokaïev creía probable que fuesen los oponentes anticomunistas los que habían provocado estos
excesos durante la depuración para desacreditar y debilitar al Partido. Sobre ello escribió: "El miedo a ser
sospechosos de faltar a la vigilancia, empujaba a los fanáticos locales a denunciar, no sólo a los
bujarinistas, sino también a los malenkovistas, a los ejovistas e incluso a los estalinistas. Seguro que no es
imposible que esto haya sido llevado a cabo por los oponentes clandestinos (...) Beria, durante una reunión
conjunta del Comité Central y del Comité de Control, celebrada en 1938, declaraba que si Ejov no era una
agente nazi consciente, lo era involuntariamente, pues había transformado los servicios centrales de la
NKVD en un nido de agentes fascistas" (Tokaïev, p.119). "Gardinashvili, uno de sus mejores contactos,
tuvo una conversación con Beria justo antes que éste último fuese nombrado jefe de la policía.
Gardinashvili preguntó a Beria si Stalin no veía el desconcierto causado por las ejecuciones; no se daba
cuenta de que el reino del terror había sido llevado demasiado lejos y se convertía en antiproductivo;
hombres altamente emplazados se preguntaban si los agentes nazis no habían entrado en la NKVD y
utilizaban su posición para desacreditar a nuestro país. La réplica realista de Beria fue que Stalin era muy
consciente de todo ello, pero que había una dificultad técnica: la pronta restauración de la normalidad en
un Estado, controlado centralmente, de las dimensiones de la URSS era una tarea enorme. Además, existía
el peligro real de guerra, y el gobierno debía mostrarse prudente cuando se trataba de conceder libertades"
(Tokaïev, p.101).
La rectificación
El 11 de noviembre de 1938, Stalin toma una decisión categórica, para poner fin a los excesos
aparecidos en el curso de la depuración. "Las operaciones generales llevadas a cabo para aplastar y
destruir a los elementos enemigos realizada por los órganos del NKDV entre 1937-38, cuando el
procedimiento de instrucciones y de juicios fue simplificado, no debía conducir a la aparición de numerosos
y graves defectos en el trabajo de los órganos del NKVD y de la Fiscalía. Lo peor es que los enemigos del
pueblo y los espías de los servicios secretos extranjeros han penetrado en los órganos del NKVD tanto a
nivel central como local. Han intentado por todos los medios embrollar los informes de instrucción. Estos
agentes deforman conscientemente las leyes soviéticas, proceden a arrestos masivos injustificados, al mismo tiempo que protegen a sus acólitos, sobre todo a los que han podido introducir en los órganos de la
NKVD". "Los defectos absolutos e insoportables observados en el trabajo de los órganos del NKVD y de la
Fiscalía sólo han sido posibles porque los enemigos del pueblo que han penetrado en los órganos de la
NKVD y de la Fiscalía, han utilizado todos los medios para separar el trabajo de los órganos del NKVD y de
la Fiscalía de los órganos del Partido, escapando al control y a la dirección del Partido y facilitando así para
ellos mismos y para sus acólitos, la continuación de sus actividades antisoviéticas."
"El Consejo de los Comisarios del Pueblo y el Comité Central del PC(b) de la URSS, decide: 1º.
Prohibir a los órganos del NKVD y de la Fiscalía efectuar toda operación masiva de arrestos y de
deportaciones. (...) El C.C. y el CC del PC(b) previenen a todos los funcionarios del NKVD y de la Fiscalía de
que, por la menor infracción de las leyes soviéticas y de las directrices del Partido y del Gobierno, cada
empleado, fuera de toda consideración personal, será objeto de persecuciones judiciales severas. V.
Molotov, J. Stalin" (Novedades de Moscú nº 26, 30 de junio 1992, p.15).
Hay aún muchas controversias sobre el número de personas perjudicadas en el curso de la Gran
Purga. Esto ha sido siempre el sujeto predilecto para la intoxicación nazi en principio y para la propaganda
de la CIA después. Se puede suponer a lo que estas calumnias llegarán ahora que los anticomunistas han
tomado el poder en la ex URSS. Según Rittersporn, en 1937-38, en el curso de la Gran Purga, hubo
278.818 expulsiones del Partido, que fueron mucho menores que en los años precedentes. En 1933, hubo
854.330 expulsiones; en 1934, se contaron 342.294 y en 1935 su número fue de 281.872. En 1936,
hubieron 95.145 (Rittersporn, p.26-27). Mientras tanto, hay que subrayar que el carácter de las
expulsiones fue completamente diferente en el curso de los diferentes períodos vistos. En la "la gran purga"
fueron principalmente cuadros. En los años precedentes, elementos extraños a la causa comunista,
criminales de derecho común, borrachos y elementos indisciplinados, constituyeron la base de los
excluidos. Según Getty, de noviembre de 1936 a marzo de 1939, hubo al menos 180.000 expulsiones del
Partido (Getty, p.176). Esta última apreciación tiene en cuenta el número de militantes reingresados.
Desde antes del pleno de enero de 1938, hubo 53.700 llamamientos contra las expulsiones. En
agosto de 1938, se habían registrado 101.233 nuevos llamamientos. En este momento, sobre un total de
154.933 llamamientos, los comités del Partido habían ya examinado 85.273, de los cuales el 54% habían
sido readmitidos (Getty, p.190). Nada demuestra mejor la falsedad de la afirmación de que la depuración
fue un terror ciego y sin paliativos, organizado por un dictador irracional.
Conquest pretende que hubieron de 7 a 8 millones de detenciones entre 1837-38. En este momento,
el número de obreros industriales no pasaba de 8 millones. Son cifrados por Conquest "fundándose,
esencialmente, por las memorias de antiguos prisioneros, que afirman que del 4 al 5'5% de la población
soviética fue encarcelada o deportada" (Rittersporn, p.258). Se trata de cifras fantaseadas, inventadas
pieza a pieza por los enemigos del socialismo decididos a dañar al régimen por todos los medios. Sus
"estimaciones" no están basadas sobre ningún material serio. "Por falta de datos materiales, todas las
estimaciones, sin excepción, no tienen valor, y es muy difícil no estar de acuerdo con Brezezinski, cuando
remarca que es imposible hacer estimaciones sin errores de centenares de miles y hasta de millones"
(Getty, p.258). Queremos hacer aquí una pequeña incursión sobre el Gulag y abordar el problema más
general del número de personas encerradas y muertas en los campos de trabajo correccionales. El nombre
de Gulag significa administración principal de los campos. Armado de todas las ciencias estadísticas y de
exploración, Robert Conquest ha hecho sabios cálculos: 5 millones internados en el Gulag al principio de
1934; más 7 millones detenidos durante las purgas de 1937-38, esto suman 12; es necesario deducir 1
millón de ejecutados y 2 millones de muertos por causas diversas durante estos dos años. Esto suma
exactamente 9 millones de detenidos en 1939 "sin contar los de derecho común" (205).
Ahora, conociendo la amplitud de la represión, Conquest se pone a contar cadáveres. Entre 1939 y
1953, hubo una mortalidad anual media de "cerca del 10%. Entonces, durante estos años, el número de
detenidos y arrestados poco más o menos estable, cerca de 8 millones. Lo que quiere decir que durante
estos años, 12 millones de personas han sido asesinadas en el Gulags por el estalinismo. Los hermanos
Medvedev, esos "comunistas" de la escuela de Bujarin-Gorbachov, por otra parte han confirmado, en lo
esencial, estas cifras reveladoras: "Viviendo Stalin, habían de doce a trece millones de personas en los
campos" Bajo Khruschev, que hizo "renacer las esperanzas de democratización", las cosas iban mucho
mejor, bien entendido: el Gulag no habían mas que "dos millones de criminales de derecho común" (206).
Hasta aquí, ningún problema. Todo iba bien en casa de nuestros anticomunistas. Se les creía bajo
palabra. Después la URSS ha estallado y los discípulos de Gorbachov han podido hacerse con los archivos
soviéticos. En 1990, los historiadores soviéticos Zemskov y Dugin han publicado las estadísticas inéditas
del Gulag. Contenían las llegadas y las salidas, consignadas hasta el último hombre. Consecuencia inmediata: estos libros de cuentas han permitido arrancarle la máscara científica a Conquest. En 1934,
Conquest ha contado 5 millones de internados políticos. De hecho, sólo eran 127.000 y 170.000. El número
exacto de todos los detenidos en campos de trabajo, políticos y de derecho común confundidos, eran
510.307. El conjunto de todos los detenidos, sólo habían entre un 25 y un 33% de políticos. Y es que... a
estos últimos, Conquest les ha sumado 4,850.000... ¡Un pequeño detalle!
Anualmente, Conquest ha dicho que había una media de 8 millones de detenidos en esos campos. Y
Medvedev de 12 a 13 millones. En realidad, el número de detenidos políticos ha oscilado entre un mínimo
de 127.000 en 1934 y máximo de 500.000 durante los dos años de guerra de 1941-1945. Las cifras reales
han sido pues multiplicadas por 16 a 26. Allí en donde se encontraban una media de 236.000 y 315.000
detenidos políticos, ¡Conquest se ha "inventado" 7,700.000 más! Seguramente un leve error estadístico
marginal. Pero, ¡en nuestros libros escolares y en los periódicos, no encontramos la cifra real de los
271.000, pero SI la calumnia de 8,000.000!
Conquest, el estafador, pretende que en 1937-38, durante la "Gran purga", los campos se han
llenado de 7 millones de "políticos", y que había habido 1 millón de ejecuciones y 2 de muertos. De echo, de 1936 a 1939, el número de detenidos en los campos ha aumentado en 447.789 personas (pasando de 839.406 a 1,317.196). Un facto