Alrededor de los 10/11 años porque me juntaba con un grupo que tenía unos años más y emborracharse era poder sentirse mayor y a la vez ser aceptado por ellos. No recuerdo haber tenido una borrachera tan grande como aquella, tengo en mi memoria estar buscando a un familiar entrar, a un bar y no ver a nadie del ciego que llevaba. Acabé vomitando y con una bronca tremenda incluido algún golpe (algo que desgraciadamente se creía un buen método de castigo en la vida rural).
Me prometí no volver a emborracharme pero esa promesa jamás se cumplió, y no me arrepiento, jaja. Desde entonces por lo menos supe cuándo parar y he decir que para mí el alcohol siempre ha sido un buen estimulante para la diversión.