Los ekranoplanos soviéticos aparecieron durante la Guerra Fría. Por aquel entonces, las dos superpotencias de la época, los Estados Unidos y la URSS intentaban aventajar al oponente por todos los medios y en todos los aspectos (económico, científico, técnico e incluso deportivo). Así, a comienzos de la década de 1950, el ingeniero soviético Rostislav Alexeiev, que trabajaba en la mejora de los hidroalas, imagina un nuevo tipo de aparato que solventará las limitaciones irresolubles de éstos, nada más y nada menos que un barco capaz de volar y solicita financiación para continuar con su investigación. Nikita Jrushchov, entonces máximo dirigente de la Unión Soviética, le concedió fondos ilimitados.
El Monstruo del Mar Caspio
Tras construir algunos prototipos, en 1966 se fabrica el ekranoplano KM. Los servicios de inteligencia occidentales, en estado de confusión e incapaces de averiguar la auténtica naturaleza del ekranoplano, dieron en llamar a estos objetos masivos y muy rápidos «Monstruos del Mar Caspio», ya que ésta era la región donde hacían sus evoluciones.El avión pesaba 544 toneladas, medía 106 metros de longitud y 42m de envergadura y era capaz de superar los 400 km/h. Sus diez motores Dobryin vd-7 de 98KN cada uno, lo elevaban más de 30 centímetros sobre el agua pero no podía elevarse a más de 3 metros por riesgo a estrellarse. Podía hacer frente a olas de más de 5 metros sin ningún problema y se construyó para que sirviera como laboratorio volante para los científicos hasta 1980. Sin embargo, el KM desaparecería en un accidente. Tras una ráfaga de viento que desestabilizó al aparato, el piloto, desobedeciendo las consignas de pilotaje del ekranoplano que le aconsejaban aproximarse a la superficie en caso de algún problema, optó como habría hecho en el caso de tratarse de un avión convencional por elevarse, el ekranoplano entonces pierde sustentación y se estrella contra el agua.