El efecto se produce porque en realidad lo que arde no es la mecha de la vela, si no los vapores que ascienden de ella, por esa razón, si apagas la vela e inmediatamente prendes de nuevo mientras ascienden los vapores, la llama viaja de nuevo hasta la mecha encendiéndola de nuevo y provocando un efecto curioso, simple, pero impresionante.