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Yo estoy a favor de un marco regulador a nivel internacional, la gran condición que los empresarios de “a pie” deberían de esperar, sobre todo en tiempos de crisis, no es el de abrir mercados sino de mantener abiertos los que quedan. I en este sentido es necesario un organismo capaz de regular movimientos de capital y poner orden en el sistema monetario internacional. Con estas garantías, los empresarios se hacen fuertes y el estado prospera.
Estas crisis tienen una virtud y es que son pedagógicas, es decir, obligan a ver la realidad de cara y sobretodo nos permiten comprobar que muchos de los dogmas de los tiempos de justo antes de la crisis son lo que han sido siempre todos los dogmas: formas de engañar a la ciudadanía y evitar que estos pensasen.
Lo que hemos constatado desde hace años, es que los estados han tenido una gran capacidad de reacción delante de la crisis, y yo pregunto ¿una sorpresa? Sí, una sorpresa para aquellos que se habían tragado aquella tesis inventada por la derecha y que la izquierda con toda su ingenuidad característica había comprado para esconder su incapacidad de encontrar políticas adecuadas, y era que el estado estaba desbordado por la globalización, esto obviamente, era una manera de deslegitimar las políticas públicas, y ahora se ha descubierto, la derecha para empezar, que esto es totalmente falso y que suerte tenemos del estado para intentar corregir las consecuencias negativas de las crisis.
¿Qué ha hecho la Comunidad Europea delante de la crisis? La respuesta es nada. Lo han hecho los estados, en orden disperso y cada uno como les ha dado la gana, reuniéndose de forma espontanea y fugaz los cabezas de gobierno para decir que “están más o menos de acuerdo”, pero para después tomar políticas intervencioncitas totalmente diferentes o en todo caso impulsadas por la crisis.
Pero es que la Comunidad Europea no ha tomado ninguna medida delante de la crisis, no solo por falta de ganas, sino porque en el tratado de Maastricht no se dieron a la Comunidad Europea las competencias y poderes necesarios para poder actuar en situación de crisis.
En el plan multilateral hemos reencontrado el sentido del GATT, hasta hace poco siempre se había pensado que el objetivo de este organismos era el de abrir de forma continuada la espiral de la liberalización. Tal y como me pregunto mi profesor de economía política ¿Cuál es el articulo del GATT que nos obliga a abrir al espiral de la liberalización? La respuesta es ninguno. El sentido del GATT no es abrir cada vez más al espiral de la liberalización, sino evitar que ésta se cierre, impidiendo las guerras comerciales.
Pero ahora os pregunto, ¿para el empresario de “a pie” (nada de grandes magnates multinacionales) que es lo que le interesa?
-Abrir dicha espiral y liberalizar un poco los mercados, en los cuales, o bien no están y seguirán sin estar por mucho que los abran un poco, o bien están, y lo están debidamente bien confortables (el caso de la mayoría de grandes empresas multinacionales).
-Que les cierren la espiral.
El problema del empresario no se soluciona en abrir paso a la liberalización y la espiral del GATT, sino impedir que ésta se cierre del todo, manteniendo los mercados que ya están abiertos sin la necesidad de abrir nuevos y a la vez impidiendo guerras comerciales que esto obligaría a revisar todas las estrategias empresariales.
Entonces la pregunta es: ¿El marco regulador internacional de la economía es una amenaza o una garantía? Yo diría garantía, cuando existe y se hace funcionar bien; un peligro cuando no existe, como por los temas de movimientos de capital y sistema monetario; y una oportunidad perdida cuando no se hacen las cosas bien, como ha sido el caso europeo.
¿Por qué no hemos mejorado este marco regulador internacional de la economía cuando teníamos tiempo de hacerlo en estos últimos 20 años? Por falta de responsabilidad de los políticos, pero ojo, detrás de esta irresponsabilidad política hay la irresponsabilidad de los académicos y expertos, ortodoxos de la economía y abanderados del liberalismo, que al contrario! Predicaban que palabras tan anticuadas como esto de regulación o regulación internacional de la economía, se tenían que guardar en el baúl de las antigüedades de la historia.
Así pues, son estos académicos e ideólogos los primeros culpables de que en estos 20 últimos años, hayamos estado perdiendo el tiempo y no hayamos completado el marco regulador de la economía de forma adecuada y optima para enfrentarnos a estos tiempos tan duros en los que estamos ahora.