Estoy en París tomándome una cerveza y veo a un tío venir a mí desde lejos gritando VECINOOOOOO. Me viene y me dice que qué hago ahí, que el mundo es un pañuelo. Todo esto entre sonrisas, de seguieo y hablando él solo mientras se parte el culo. Lo miro bien y veo al tonto que vive a tres bloques del mío y que no me ha saludado en su vida agachando siempre la cabeza como una rata con su novia de la mano cada día, sin un hola o un adiós, ni un triste ey con la cabeza.
Ahora que nos hemos visto en París se creía que éramos colegas de la infancia. Pues yo educadamente le di la mano y luego me giré a pegarle otro trago a la cerveza como si viniese de pasada, y va y con sus huevos me dice "pues nada" y se pira.
Lo más gracioso es que al cabrón se le intuía con ganas de pedir algo y sentarse con nosotros. Quién sabe con esta gentuza.