Lo que está claro es que los que no van a tener remordimientos ni secuelas son los políticos que impulsan la ley. Es una deshumanización de la muerte que es posible porque la mayoría de la población no se para a pensar en lo que es un feto de 13 semanas. Como al niño no se le oye llorar ni se le ve reir (aunque lo haga), que las niñas de 16 años sigan sin usar la protección adecuada (porque accidentes verdaderos hay muy pocos) y luego se lo quiten como quien se pone tetas.
A veces la libertad se puede volver contra nosotros mismos. Los adolescentes lo apoyan porque creen que se quitan un marrón y, sobre todo, porque sus padres no tendrían que enterarse. Lo cual es bastante triste y dice mucho de los valores y el amor propio de la juventud. Pero asegura muchos votos futuros. El resto piensa que cuantas más facilidades, mejor.
Ojos que no ven, corazón que no siente.
Los problemas psicológicos y físicos vendrán después, cuestiones morales aparte.