“Cada mañana, un misionero se anuncia con grandes carteles de neón y le cuenta a la población local que la civilización mola, mientras tres salvajes enormemente educados gritan desde las ramas más altas de un árbol de bambú que la civilización de verdad es algo que deberíamos contemplar.”
Hace veintiséis años que estoy vivo y apenas dos o tres que comencé a despertarme. Mucho antes de eso me comportaba como un zombie, ajeno a prácticamente todo lo que me rodeaba con la firme convicción de que mi polla y mi hambre trazaban el límite de prácticamente todas mis necesidades reales. Estudiaba -o no-, me relacionaba -o no-, jugaba -esto sí-, leía y respiraba. Tenía más o menos claro que era un chico inteligente, que la derecha era muy mala y que, tras recibir mi primera mamada, no habría cosa en el mundo -más o menos dentro del territorio de mi vasta y laxa moral- que no fuese capaz de hacer por seguir asegurándome la posibilidad de eyacular de vez en cuando dentro de la boca de una mujer.
Y luego comenzaron a pasar cosas.
A partir de aquí, un par de cosas: no me desmarco de nada cuanto voy a escribir, soy un ser humano. Y voy a generalizar, sin basarme en nada más que en mi pobre punto de vista. Olvidaré cosas, faltaré a la verdad sin querer hacerlo, me centraré demasiado en unas pocas cosas y en general demostraré mi ignorancia para que, con suerte, lleguéis a replicarme y pueda leeros y rectificar.
También debería dejar claro que si esta carta abierta tuviese una banda sonora, sería Civilization sin duda alguna. Primero porque esto sigue siendo un foro gamer por muy desvirtuado que esté -un beso Maiki- y segundo porque aunque pueda parecerlo, mis palabras no albergan tristeza alguna:
Bongo, bongo, bongo...
Tras lo anteriormente mencionado, os podéis imaginar una hoja en blanco y un botón de randomize everything a su lado. Una vida típica en los 90 de España; clase media, ladrillo, bonanza, despilfarro, algún problema escolar, vacaciones en familia, una muerte o dos, dos o tres desamores adolescentes. Nada especial. Por supuesto, yo sí que creía ser una special snowflake -todavía me ocurre y sudo fuerte o abro hilos en mediavida- y tuve que lidiar con ello. Muchos vivísteis lo mismo, estoy seguro.
Luego la vida siguió ocurriendo, maduramos un poco (soy consciente de que también somos muchos los +30ñeros y +40ñeros, me hago cargo de que madurásteis antes -o no-) y nos fuimos dando cuenta de que la humanidad avanza de maneras tan sinuosas y beligerantes que, sin duda, en alguna realidad paralela ya estamos inflados de golosinas megatónicas, con la piel cayéndosenos a tiras o peor, ejecutados por el buenismo posmoderno.
Y la verdad es que es asombroso. Cada vez más capaces y desarrollados tecnológicamente, también vivimos lo que -sin demasiada perspectiva- parece ser la época del idiotismo más exacerbador imaginable, con ingentes cantidades de chavales frívolos intentando -por poner un ejemplo- ser artistas a toda costa, creando e intentando vender ítems sin mayor profundidad o valor que la de la moda que promueva instagram esa semana. Internamente envilecidos y desensibilizados por el enorme consumo de historias -pelis, libros, juegos- que cada vez han ido más lejos intentando impactar al público para desmarcarse como productos exitosos, retroalimentamos absolutamente todas las industrias de ese mismo modo, buscando destacar para poder vender nuestras propias mierdas y sobrevivir, todo sin dejar de guardar las apariencias ante lo políticamente correcto; incapaces de admitir públicamente que nos encanta ver negros desmembrados a balazos con unos cuantos litros de sangre falsa o actrices despampanantes en bragas peleando con katanas láser. Todo esto ocurriendo a pie de calle, por supuesto, y sin tener en cuenta la enorme manipulación a la que nos someten los grandes capitales del globo, convirtiéndonos en adictos de las adicciones, en sanguijuelas de la serotonina de colores envasada al vacío.
Y nuestra voracidad es enorme.
No ejercemos consciencia diaria de estar vivos, en absoluto. Al ignorar nuestra mortalidad la sencillez con la que nos podemos ver ahogados en nuestros pequeños charcos de saliva propia es, por contra, enorme. Nos imposibilita valorar debidamente todo lo que damos por sentado, llegando a maravillosos extremos como sentir ansiedad en base a si tenemos o no notificaciones en Tinder. Utilizamos Tinder.
Llenos de falsas necesidades muchas veces pasajeras, nos obsesionamos, la vasta mayoría ante el sexo; razón real de hastío y carga casi elevada al nivel de maldición sobre millones de millones de hombros. Vivir nuestra sexualidad con salubridad resulta epopéyico, pues de mero trámite biológico ha ascendido a objetivo único y final o medio y moneda de cambio. En este ámbito la bondad y el amor sólo ocurren si existimos estando satisfechos, no de otra manera, pues si no recibimos algo a cambio apenas estamos dispuestos a dar.
Y aún así, tras todo esto y lo mucho que dejo por redactar, hay espacio para la aparición de la felicidad. Ya sea en forma de chapa o de la siguiente nómina mensual, casi todos logramos, incluso siendo conscientes de la enorme inmundicia que puede suponer estar vivos, lograr un equilibrio entre problemas/logros que nos hace continuar amasando más fortuna, más experiencias, más orgasmos y/o vivencias extrasensoriales. Sin contar a todas esas personas que mueren de hambre o apuñaladas a diario, we manage. Aunque algunos, estoy seguro, sólo den un traspiés tras otro mientras consiguen sobrevivir de pura chiripa, a veces atiborrándose de benzodiacepinas por el camino, o gastándose todo el dinero que tienen en su obsesión pasajera particular.
Así pues...
A vosotros, ¿qué os mueve?
Mi intención con este post, además de leer vuestras respuestas a esta última pregunta, es la de “agradeceros” a muchos el tiempo que hemos pasado por aquí. Importa tanto o menos como cualquier otra cosa, y la web ha pasado tantos años abierta que muchos se han pirado o se han muerto, pero todos siguen escritos por aquí, y eso creo que tiene valor. Bueno, para mí lo tiene. Incluyo en esto a los admins/mods aunque Keinart dijese que son unos vagos; yo soy un vago también.
xoxoxo