«Los estudios experimentales sobre el impacto de la pornografía violenta en el comportamiento agresivo de los hombres mostraban inicialmente que la pornografía violenta provoca que los hombres agredan a las mujeres. Los estudios experimentales que afirmaron una relación de causa-efecto entre la pornografía violenta y la agresión utilizaron una variante de los siguientes procedimientos:
»Primero, un participante masculino, casi siempre un joven universitario, recibe abuso verbal y agresión física directa: nueve descargas eléctricas dolorosas provocadas por una mujer joven. Una vez el joven ha sido atacado verbal y físicamente, se le muestra pornografía violenta durante unos cinco minutos. Después, el investigador le indica al joven que envíe descargas eléctricas a la mujer que lo agredió en primer lugar. Aquellos jóvenes que han visto el porno violento envían descargas más fuertes que los hombres que han visto material no violento. Recalco que a los hombres que participan en este estudio se les ha dicho que envién descargas, sin que exista la oportunidad de responder de una manera no agresiva. Se ha observado que estos estudios experimentales son tan artificiales y limitados que no nos dicen esencialmente nada sobre el impacto de la pornografía violenta en el mundo real.
»La investigación que hemos llevado a cabo mis colegas y yo ha demostrado que cuando se repiten estos estudios, pero ofreciendo la posibilidad de que los hombres agredidos respondan de manera no agresiva, aun habiendo visto pornografía violenta, prácticamente ninguno de los participantes responde de forma agresiva contra la mujer.
»Otra investigación experimental también demostró que incluso la exposición prolongada a cantidades cuantiosas de pornografía violenta durante un período de cuatro semanas no tuvo efecto alguno en la agresión de los hombres contra una mujer cuando se les ofreció la posibilidad de ser agresivos con una mujer una semana después.
»Los estudios correlacionales de pornografía involucran la recopilación de informes sobre el uso de pornografía y el comportamiento sexualmente agresivo de los hombres. Los estudios correlacionales evalúan la relación de A y B, pero no pueden establecer causa y efecto. Si resulta que A y B están relacionados, puede ser porque (1) A causa B, (2) B causa A o (3) muy a menudo, C, una variable no medida, causa tanto A como B. [Aportación de la casa: también puede que (4) se dé una combinación de alguno de los casos anteriores —por ejemplo, B causa A al mismo tiempo que A causa B— o que (5) la correlación sea sólo una coincidencia].
»Muchos estudios correlacionales reseñan una relación entre los informes de la exposición de los hombres a la pornografía y los informes sobre su comportamiento sexualmente agresivo. Los hallazgos correlacionales entre la pornografía y la agresión sexual son consistentes con la posibilidad de que el porno contribuya a la agresion sexual. Esos hallazgos son igualmente consistentes con la posibilidad de que a los hombres sexualmente agresivos les guste consumir pornografía. Y también son consistentes con la posibilidad de que algún factor no medido, como su deseo sexual o sus rasgos preexistentes de personalidad antisocial, sea lo que provoque un comportamiento sexualmente agresivo y el consumo de pornografía.
»En nuestra investigación, cuando medimos el deseo sexual de los hombres, sus rasgos de personalidad antisociales preexistentes y su consumo de pornografía, encontramos que el deseo sexual de los hombres y su conducta antisocial predijeron las agresiones contra las mujeres y que, al tomar en cuenta estos factores, la pornografía no jugó ningún papel.
»Se han realizado varios estudios sobre el consumo de pornografía por parte de delincuentes sexuales: en tres de ellos, los delincuenten sexuales condenados referían menor consumo de porno que las muestras comparativas. Otro estudio encontró que el 1 % de una muestra de 259 delincuentes sexuales estaban influenciados por el porno en la comisión de su delito. Una revisión de la literatura sobre delincuentes sexuales y pornografía concluyó que “los delincuentes sexuales normalmente no tienen una exposición más temprana o más inusual a la pornografía en la infancia o la adolescencia, en comparación con los no delincuentes”.
»Las comparaciones de la tasa de delitos sexuales en un mismo país antes y después de legalizarse la pornografía también son especialmente informativas: Dinamarca legalizó la mayoría de las formas de pornografía en 1969. Los delitos de violación denunciados mostraron pocos cambios después de la legalización. El mismo patrón se detectó en Suecia, que legalizó la pornografía en 1970, y en Alemania Occidental, que legalizó la pornografía en 1973.
»Un aspecto fundamental y a tener en cuenta es el impacto del acceso ilimitado a todas las formas de pornografía por Internet en las tasas de agresiones sexual en Canadá y Estados Unidos desde mediados de los 90. La tasa de agresiones sexuales en Estados Unidos ha ido disminuyendo con el tiempo y ha seguido disminuyendo desde que con Internet se abrió el acceso a todas las formas de pornografía en los años 90.
»La tasa canadiense de agresiones sexuales no mostró ningún aumento en 1999, 2004, 2009 y 2014, a través de una década y media de acceso ilimitado a toda forma de pornografía vía Internet por parte de casi cualquier persona de Canadá. Los datos sobre el acceso a la pornografía por Internet y la agresión sexual en Estados Unidos y Canadá no apoyan la hipótesis de que la pornografía online contribuye a la agresión sexual.
»Las tasas de embarazo y parto en adolescentes en Canadá han disminuido durante décadas. Estas disminuciones han continuado desde el inicio del acceso generalizado a la pornografía de Internet por parte de adolescentes canadienses. Las tasas de relaciones sexuales entre adolescentes canadienses, relaciones sexuales con múltiples parejas y el uso de condones tampoco han variado con el consumo generalizado de pornografía a través de Internet.
»Los organismos de control y prevención de enfermedades en Estados Unidos también han informado de que la proporción de adolescentes estadounidenses sexualmente activos que usan preservativos ha aumentado desde el inicio de la disponibilidad de pornografía en Internet.
»Nuestro grupo de investigación, con el apoyo del Consejo de Investigación de Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá, ha analizado los datos representativos de Estados Unidos entre 1975 y 2010 y se descubrió que las personas que refieren haber consumido pornografía el año anterior tienen actitudes significativamente más igualitarias hacia las mujeres que las personas que no han visto porno. Estos resultados son consistentes con otros estudios que determinan que los hombres que alquilan o ven con frecuencia vídeos sexualmente explícitos tienen opiniones más igualitarias sobre las mujeres.»