Pues yo voy a romper una lanza en favor de los intolerantes, y diré que veo plenamente legítimo que los echen de la manifestación. Que la chusma fascista y sus matones universitarios sepan que no son bienvenidos allí, ni en ningún otro lado. No sé de dónde habréis sacado el pobre razonamiento de que al tratarse de una protesta, allí vale todo y cualquiera que se presente es bienvenido a la fiesta, porque bajo ninguna circunstancia es así: Eso solamente lo véis vosotros y vuestros colegas de las juventudes fascistas, que ante la lucha contra el "enemigo común" -en este caso, los responsables de los recortes en materia de educación-, toda lucha y discurso que esté también en contra lo consideráis plenamente legítimo y defendible -vamos, lo que viene a ser populismo del baratillo, para poder agutinar así a los simios de la cabeza rapada en una convocatoria en la que no pintan nada-. Pero no es así, y se sabe porque lo que hoy es un chivo expiatorio -los recortadores-, mañana serán los inmigrantes, los izquierdistas o los homosexuales. Que nos conocemos. Una mínima coherencia política pide repeler a gentuza de esta calaña, y mantenerla lo más alejado posible de terrenos que no les corresponden.
No seamos inocentes, que todos sabemos aquí ya de qué pie cojea cada uno. Que ni la escoria rapada es un manifestante más, ni un compañero de lucha con el que hacer una alianza temporal. Y no digáis que les echan por no simpatizar con los ideales de la izquierda u otro chorriargumento así, porque no os lo creéis ni vosotros: Yo mismo he participado activamente en huelgas estudiantiles siempre manteniendo mi discurso hostil contra todo lo que se asemeje a una educación "pública" ofrecida por el Estado -lo que sería el pilar principal de la lucha estudiantil- y en la vida me ha pasado nada así, ni me han gritado ni echado de ninguna parte. Será que no todos somos iguales, afortunadamente.