Siempre he sido una persona racional, de las que piensan las cosas antes de hacerlas aunque a veces hagas locuras por salir un poco de la monotonía.
El sábado vino a verme un colega que hace tiempo que no veía. Nos ponemos al día bla bla, le enseño mi coche, la casa etc etc.. a lo que se me ocurre sugerirle que me deje dar una vuelta con su moto de 125, una flamante cagiva amarilla adquirida recientemente.
Hasta ahí todo normal, primero me da una vuelta para calibrar la potencia de la moto y llega mi turno; emocionado me pongo el casco, monto, y me doy un rulo cerca de mi casa, pero el sábado la suerte no estaba de mi lado (o sí, según se mire).
Lo único que recuerdo del choque es la sensación de volar por encima de la moto y estamparme contra la berlingo roja que me paró; aturdido por el golpe gateé hasta la acera y me tumbé mirando al cielo.
Al instante y como salidos de debajo de las piedras empiezan a salir vecinos, casualidad que siempre haya un médico presente oye, y me recomiendan moverme lo menos posible hasta que llegue la ambulancia.
Una vez en la ambulancia rumbo al hospital, con el collarín puesto y envuelto en una especie de compresa el ATS me comenta que he tenido suerte, que normalmente los accidentes de moto en los que ha intervenido suelen ser más trágicos y me da ánimos asegurándome que como mucho tenia el hombro roto.
En el hospital todo transcurrió bastante rápido, me curaron las rascadas de la rodilla, radiografías y tras una breve charla con la traumatóloga se confirma lo que dijo el ATS, no tengo nada roto a pesar de las evidentes magulladuras y dolor en el pecho y columna.
A día de hoy sigo jodido, cada vez que muevo el brazo noto el 'crec crec' interno de los huesos torácicos recolocándose, sobra decir que no quiero ver una moto hasta dentro de bastante tiempo y sigo preguntándome cuándo me llegará la factura de mi ángel de la guarda.
Firmado: Un recién nacido con 6 vidas.
P.D: Lo siento si es un poco largo.