Ucrania enfrenta el peor momento político desde su independencia, en 1991, luego de tres meses de protestas antigubernamentales, en el último capítulo de una historia reciente, que ha estado marcada por la cercanía hacia Moscú o Europa Occidental. Algo que ha complicado el progreso socioeconómico del país. De todas formas, tras ocho años con una economía en recesión, Ucrania ha experimentado un desarrollo considerable, con un crecimiento promedio del 7% anual.
El país concretó su independencia el 1 de diciembre de 1991, con un referendo aprobado por más del 90% de los electores, algo que obligó a la disolución de la Unión Soviética.
Ese mismo día fue elegido Presidente del país Leonid Kravchuk (1991-1994), quien en su mandato estrechó lazos con la Unión Europea. Pero el gobernante que lo sucedió, Leonid Kuchma (1994-2005), volvió a acercar sus relaciones con Rusia. Kuchma intentó amañar los resultados e imponer el triunfo de su heredero, Viktor Yanukovich, pero estalló la Revolución Naranja, que logró poner en la presidencia al prooccidental Viktor Yushchenko (2005-2010). Pero Yanukovich, quien llegó a ser primer ministro, esperó su turno, fue elegido presidente en 2010 y Kiev volvió a mirar a Moscú.
Fue durante la presidencia de Yushchenko cuando se produjeron los conflictos con Rusia por el precio del gas natural, que llegaron, incluso, a parar brevemente los suministros de gas a Ucrania en 2006 y 2009, lo que repercutió en la escasez de gas en otros países de Europa Occidental.
Como si fuera poco, Ucrania está fragmentada en una parte industrial y prorrusa (este), y otra rural y proeuropea (oeste). Es precisamente en el occidente, donde abundan las empresas agrícolas y ganaderas (y que han dado al país el apodo del “granero de Europa”), donde se han multiplicado las protestas contra el gobierno de Yanukovich. A eso se suma que el idioma ucraniano es más hablado en el oeste, mientras que el ruso es fuerte en el este. Y la iglesia uniata o grecolatina, aliada de Roma, está asentada en áreas occidentales, mientras que la ortodoxa rusa es determinante en el oriente.
El último choque entre prooccidentales y prorrusos comenzó en noviembre, cuando fueron suspendidos los preparativos del Tratado de Asociación y de Libre Comercio con la UE, y Kiev optó por buscar una asociación estratégica con Rusia.
Para el analista Robert D. Kaplan, la importancia de Ucrania está determinada por ser “el corazón estratégico de la Europa de la post Guerra Fría”.